1. Una verdadera dama nunca impone su opinión a nadie. Siempre tiene su propia opinión sobre cada tema, pero está dispuesta a adoptar un punto de vista diferente, ampliando constantemente sus horizontes y aprendiendo de todos los que la rodean.
2. La dama siempre es educada y amistosa con todos, ya sea una doncella, un mariscal de la nobleza o una persona de sangre real. Ella es ajena al esnobismo, el comportamiento irrespetuoso hacia los subordinados.
3. Una verdadera dama es categóricamente ajena al chovinismo nacional. Nunca se rebajará al uso de palabras tan obscenas como «negro», «judío» e insultos nacionales similares. La señora respeta por igual todas las culturas y nacionalidades, conociendo bien las costumbres como las tradiciones de su pueblo. La nacionalidad es absolutamente irrelevante para ella.
4. Una dama nunca olvida la modestia, que le sirve de decoración. Ahora el pudor se valora injustamente bajo, pero es bueno ser un advenedizo en el buen sentido de la palabra en las pruebas de ingreso a una universidad de teatro o en competencias deportivas. En todos los demás casos, la dama es modesta, lo que se expresa de manera tranquila y al mismo tiempo segura.
5.Nunca alboroto. A las personas de bajo nacimiento siempre les molestan los movimientos quisquillosos: balancearse con los pies, girar un bolígrafo en las manos, frotarse las manos, etc.
6. Una dama siempre recuerda su postura. Cuando era niña, una abuela fue insertada en un corsé con una regla métrica y obligada a caminar así todo el día. ¡No hay tiempo para una espalda encorvada!
7. La familia real indudablemente sirvió como el ideal moral de principios de siglo. La emperatriz Alexandra Feodorovna escribió en sus diarios: «Si eres rico y famoso, haz que la gente te perdone».
8. Una dama nunca es grosera, no usa malas palabras y no se deshonra con comportamientos indignos (borracheras, fumadores, etc.)
9. Una verdadera dama está llena de dignidad interior que nadie puede quitar – ni guerra ni revolución. El conocimiento de la etiqueta, la autodisciplina, la nobleza y un buen corazón será su norma dondequiera que esté, en el palacio o en el banquillo.
10. Una dama nunca evita el trabajo duro. Durante las guerras, las grandes duquesas y emperatrices trabajaron como hermanas de la misericordia en los hospitales, atendiendo operaciones difíciles y aliviando el sufrimiento de los moribundos.
Pero claro esto es de otra época … Lástima…