Mucho se escribió y debatió estos últimos días sobre la puesta de Tosca, la obra de Giacomo Puccini en el teatro Colón de Buenos Aires.
Pude ver la función del domingo 27 de noviemre, el elenco fue: Keri-Lynn Wilson en la dirección musical, Marìa Pìa Piscitelli como Floria Tosca, Marcelo Puente como Mario Cavaradossi y Zeljko Lucic como el Barón Scarpia; además del resto del gran elenco local -y no me voy a detener para recalcar el talento que hay en nuestra pampa -.
Llevé a la función a una compañera del Conservatorio que nunca había ido al teatro Colón y con la que hacía varios años que teníamos en agenda ir. Transcurriendo sus treinta (ella, yo un poquito más) e interpelada por las políticas e ideologías en boga, centró la mirada en el personaje de Floria y en su relación amarga con el patriarcado.
Porque esta ópera, como verás -parloteaba yo desde el paraíso- no es está el típico personaje romántico, esto es verismo y ya la perfección idílica del romanticismo, la damicella en desgracia, la mujer impoluta no existe. Ella es celosa, mandona, escandalosa, una diva caprichosa y violenta (ojo, hay que matar a alguien) de modos bravos: No es lo que cierto feminismo piensa de la literatura, ni de la vida: pareciera que hoy día las mujeres no podemos valernos por nosotras mismas ni opinar sobre algo.
Una de las cosas que más le impactó a mi amiga es que dentro del ambiente lírico el debate y la crítica sean una de las características más notorias, no importa el peso ni talento de los cantantes, la firma de la puesta o el teatro, siempre podemos opinar sobre alguna cuestión.
La puesta me pareció más de lo mismo desde (¿me equivoco?) la primera vez que la vi en el Teatro Argentino, estoy segura es la misma puesta. Cambia el vestuario, claro, teníamos en el otro elenco, a la diva de este siglo y se mereció un poco más de lujo. Adviértase que desde las bandejas superiores se ve el escenario lleno de marcaciones, una lástima que la falta de tapete genera desprolijidad visual. Sí fue bueno, para los pobres que estamos colgados de las luces, que el final haya tenido otro frente distinto del tradicional sobre el fondo, así se puede ver la escena final con todos los detalles (los que vamos al paraíso agradecidos a la reggie).


María Pía Piscitelli tiene el rol incorporado al dedillo. Aunque vi marcación teatral diferente que en otras puestas, se movió excelente en escena a pesar de que el largo de los vestidos no la ayudaba. La voz se escuchaba en toda la sala en toda la extensión del registro, una voz poderosa con buen fraseo, agudos correctos y la zona del pecho clara.


Marcelo Puente estuvo muy suelto en escena, una voz de tenor bien timbrada, lo escuche comprometido en todo momento, a veces los tenores son traviesos y solo se esfuerzan en sus solos, en este caso fue parejo toda la ópera.
El que me encantó fue Zeljko Lucic (como me cuesta escribir este nombre). Este barítono dramático nacido en Serbia descolla como el barón Scarpia, no solo por el fisic du rol es impactante, vocalmente punzante, oscuro, afinado, le dio una dimensión extra al rol que subía por la sala y te conmovía, te intimidaba, de movimientos feroces, era un Scarpia de pura cepa. Puccini era un maestro para delinear los personajes, ya con el traje y la música tenés tensión dramática, todo ya está servido en bandeja para el intérprete.
¿Es Floria la primer tóxica de la ópera?
No es la frágil Butterfly, ni la santurrona Leonora. Pero la anteceden una imparable Carmen, una Violeta cortesana y fiestera, una Mimí que se cansò del frio y se fue a mejores puertos, una Mussetta que hace y hará lo que le dé la gana, a los gritos y a quién le moleste que se vaya, mujeres de carácter fuerte, pero a ver, ¿no somos la mayoría así? Ahora resulta que somos todas oprimidas, que no podemos resolver ni tomar decisiones ni salir a salvar las papas, si, vamos a tener que volver a releer mucha literatura.
En resumen, me parece más que esta toxicidad es más firmeza de cartacter, personalidad y resilencia. ¡Porque podemos morir en el último acto, pero siempre en nuestros términos!
Laura Ferrarini