Por el bosque de Chapultepec , una aventura a la historia en el MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA DE MEXICO D.F,

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Al viajar a Ciudad de México, uno de los principales lugares para recorrer y visitar es el Museo Nacional de Antropología, en mi segundo día de viaje, me propuse recorrerlo e ir descubriéndolo.

A un costado del Parque de Chapultepec, el enorme edificio está situado sobre la Avenida de la Reforma, pero sin embargo es un remanso de calma que nos hace sentir fuera del tránsito y el ruido de la vasta capital.

Una vez dejado la mochila tan frecuente en estos viajes y por supuesto sacado el ingreso, estamos listos para sumergirnos en el rico pasado de México, con sus numerosas culturas. Primeramente nos recibe y asombra el gran patio cubierto en parte por un techo sostenido por una gran columna de la que cae agua a una fuente.

Entonces, al girar la cabeza y observar los distintos pabellones, surge la gran duda: ¿Cuál visitar primero? En mi caso, lamentablemente, tuve que dejar de lado la sala de Antropología General y del Poblamiento de América, por razones de tiempo.

Comencé por la sala de los Toltecas y Teotihuacanos, admirando las cerámicas y esculturas de roca, sobre todo la figura del acróbata.

Luego recorrí la sala Maya, apreciando la complejidad y refinamiento de esta cultura notable por sus avances en matemática y astronomía. Además de las representaciones de dioses, joyas, cerámicas con figuras coloridas y códices pintados hay una salida a un sector de jardín ambientado como una selva con reproducciones de ruinas y estelas mayas. Pero todavía quedaba el sector del subsuelo, donde se puede admirar la reproducción de la tumba de K’inich Janaab’ Pakal , gobernante de Palenque, cuyo cuerpo tenía el rostro cubierto por una máscara de jade y llevaba anillos, collares y pulseras del mismo material. Fue un gran rey, que hizo crecer a Palenque, pero se lo conoce sobre todo por la fantasiosa teoría que cree ver en los relieves de su lápida a un astronauta dirigiendo su nave, como lo popularizó von Däniken. Desde luego, los arqueólogos no están de acuerdo con esto y, guiados por el conocimiento de la cosmogonía y la religión maya, interpretan que representa a Pakal como un joven en posición de un recién nacido a los pies del Árbol de la Vida con aspecto de cruz y cuyas ramas simbolizan los puntos cardinales. Se observa además en el extremo de la rama superior al dios supremo de los mayas, Itzamnaj, con apariencia de un quetzal. ¡En resumen, la escena muestra efectivamente el ascenso de Pakal hacia el cielo… pero en un plano espiritual y no en forma física y literal!

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Continué con la sala de las culturas del noroeste mexicano: olmecas y zapotecas, con imágenes del Dios del Trueno, de Sacerdotes, estatuillas de jade, cerámicas polícromas e incisas admirables por los motivos de su decoración y las conocidas esculturas de guerreros, hombres –jaguar y cabezas gigantes de los olmecas.

Finalmente, entré a la sala azteca: allí se encuentran esculturas notables por su detalle y proporciones, como las del Guerrero Águila, el Guerrero Jaguar y el dios Xochipilli, representación de la juventud, las flores y la música. También hay otras que se destacan por su realismo, como las serpientes emplumadas, símbolo de Quetzalcoatl o las del dios-mono Ehecatl, señor de los vientos. Por supuesto, no podemos dejar de mencionar la pieza más importante: el famoso calendario azteca, enorme disco de piedra decorado con relieves que indican los días y meses que se convirtió en un ícono del Museo y una de las imágenes emblemáticas de México.

Pero antes de salir y volver a la actualidad, quiero mencionar un par de detalles a tener en cuenta: si se tiene una cámara Go-Pro o similar, se debe pagar un precio accesorio para poder filmar. Los celulares y cámaras comunes están exentos, pero está prohibido el uso de flash y tampoco se permite el uso de trípodes.

Tips : como es un museo extenso que vale la pena recorrer con detalle, es importante llevar calzado cómodo. El horario es de 10 a 19 h. (Cierra los lunes) y para el visitante realmente interesado que quiera dedicar la jornada a recorrerlo, hay un restaurante y cafetería que ofrecen lugar para una pausa. Si se dispone de tiempo, es recomendable dedicarlo sólo al Museo, porque recorrer el Parque de Chapultepec, subiendo la colina y visitando el Castillo y luego entrar al museo puede ser muy cansador. Desde luego, todo depende del entusiasmo, el estado físico y el interés de cada persona. En mi modesta opinión, aunque sean atracciones que están una junto a la otra, cada uno de esos paseos merece en realidad disfrutarse por sí mismo (si se tiene tiempo para hacerlo).

Llegar al lugar es sencillo, porque hay distintos medios de transporte: autobús (hay líneas que van a lo largo del Paseo de la Reforma) o por metropolitana (subterráneo), en la estación Chapultepec de la línea azul (aunque la estación está bastante alejada del Museo) y también se puede recurrir al bus turístico. Si se quiere visitar el Museo, los City Tour son una opción poco recomendable, ya que sólo se recorre la sala azteca y el tiempo es limitado (sólo una hora).

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