Teatro Colón: «Una Madama Butterfly entre Raíces y Desencuentros»…

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Madama Butterfly de G. Puccini

Director musical: Jan Latham Koenig – Director escena: Livia Sabag

Escenografía: Nicolàs Bomi – Vestuario: Sofia Di Nunzio – Iluminación: Jose Luis Fiorruccio – Video: Matias Otàlora – Orquesta y Coro estables de Teatro Colòn.

Función del domingo 12 de noviembre

Elenco

Cio-cio San/Butterfly: Anna Sohn – Pinkerton: Ricardo Massi

Suzuki: Nozomo Kato – Sharplee: Alfonso Mujica – Goro: Sergio Spina

Príncipe Yamadori: Sebastián Sorrarain – Tío Bonzo: Cristian Peregrino

Comisario Imperial: Sergio Wamba – Kate Pinkerton: Mariana Carnovali

Oficial: Augusto Nureña

Porque después de todo he comprendido

Que lo que árbol tiene de florido

Vive de lo que tiene sepultado

Francisco Luis Bernárdez

La madurez compositiva no solo en el plano de la partitura sino en lo teatral hace de Madama Butterfly una de la operas favoritas del público. A sala llena es peligroso equivocarse.

Nunca sabremos si Puccini tuvo un propósito de crítica política, si vio el futuro imperial de América del Norte y se sumó en halagos o la historia real cautivó al autor y generó una obra como pocas en la historia del arte.

Si bien es cierto que todos amamos el glamour de las sedas, las flores de cerezo y todos los iconos de la cultura nipona, ellos aparecieron en esta puesta a cuentagotas y dentro de una paleta monocromática, austera.

Foto gentileza: Arnaldo Colombaroli, Prensa Teatro Colón

Por otro lado, se podía sentir en la sala el fuego del dúo de amor, la tensa espera y la desolación del trágico final. Un juego de tensiones entre lo simbólico y lo explícito, una tensa negociación persistente, tácita entre la puesta y el público, ¡quiero más brillo! Pues aquí tienes drama, suspiros y lágrimas para todos. (real hacia rato que no me emocionaba en un espectáculo)

Foto gentileza: Arnaldo Colombaroli, Prensa Teatro Colón

El árbol seco que fue el foco escenográfico con sus raíces expuestas a la intemperie, era una fuerte crítica por renegar las raíces culturales y familiares. Una idea refrescante en un mundo donde la culpa es siempre del otro: me hago cargo de lo mal que obré, negué a mis ancestros y pago las consecuencias, con terrible dolor.

Foto gentileza: Arnaldo Colombaroli, Prensa Teatro Colón

En la platea se escucharon críticas al sonido de la orquesta, que tapaba a los cantantes. En lo personal me pareció correcta; vamos, esto es ópera, es verismo, la orquesta tiene que sonar así, compacta, con cuerpo, vuelo melódico y grandes matices. Lo que jugaba en contra era la escenografía, sobre el proscenio, dentro del primer marco las voces se escuchaban bien, pero cuando se tenían que mover en las escenas el sonido se perdía.

Leí una alegoría hace poco, algo asi como no voltear las cercas de una casa, para algo están. ¿Para qué las puestas tienen en su mayoría paredes y hacen una caja en el escenario: telón de fondo, ciclorama y piernas, donde el sonido rebota y sale hacia el público? Se puede cantar tan fuerte que sobre pase la orquesta, llegue el público y rodee la sala, pero sostener ese caudal mientras se actúa y a lo largo de una obra de esta envergadura, sin la morfología escénica apropiada, es mandar al muere a los artistas.

Anna Sohn se sacrificó en escena y en la vida real. Lo dio todo para llegar vocalmente entera y que se la escuche correctamente. No ayudó la amplitud de la escenografía. Como sea, tiene una voz hermosa, dulce, con amplitud suficiente para abarcar cómoda este rol. Muy buena escena, histriónica y con el dramatismo justo para no llegar a ser un cliché.

Foto gentileza: Arnaldo Colombaroli, Prensa Teatro Colón

No se a ustedes, a mi el personaje de Butterfly interpretado por mujeres orientales me llega mucho más, hay movimientos, cosas que se traen de la cuna que no se pueden imitar, ni actuar. Nozomi Kato entro en esta categoría, resoluta en escena, de buen caudal vocal y apasionada actuación fue un excelente soporte para la frágil Cio-cio San por otro lado señalaría el gran trabajo teatral y de ensayos que se requieren para responder a las exigencias de un rol así.

Riccardo Massi me gustó vocalmente, un tenor con voz aterciopelada, que le sobraba para el rol; no se jugó mucho fuera de los parlamentos principales, pero es consciente de su porte en escena y juega a ganador con eso.

El resto de los personajes me parecieron correctos, desbocado el Tío Bonzo, para una puesta tan sutil sonó exagerado, correcto vocalmente pero discordante con el resto de las actuaciones, así y todo, lo estimo adecuado; como decía esto es ópera, tiene que haber drama en escena.

Foto gentileza: Arnaldo Colombaroli, Prensa Teatro Colón

Ya comentaba al principio la puesta es deslucida, pobre, monocromática, triste. Siempre digo que en el teatro si tengo que cerrar los ojos y la música me salva no está funcionando la escena. La entrada de Butterfly, tal uno de los momentos mas memorables de la historia de la ópera fue parca, entraron por la primera pierna, todos en fila, sin ninguna gracia; algunos personajes entraron por la colina presidida por el árbol seco. En definitiva, no quedó claro cuál era la ubicación de la casa y de donde venían los diferentes personajes.

Refleja tal vez la puesta los tiempos que vivimos, pero ¿no vamos al teatro justamente para olvidarlos, aunque sea por un momento?

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