Semiramide de G. Rossini… Un cierre de temporada 2022 a pura jerarquía … Compañía Clásica del Sur

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La última ópera seria de Gioachino Rossini, una de sus obras más representadas en el siglo XIX, muestra a sus protagonistas en sus intentos desesperados por escapar del implacable poder del destino, por controlar las consecuencias de sus propias acciones y escapar de lo inescrutable. La reina Semiramide está obsesionada por las sombras de su pasado: junto con su amante Assur, asesinó a su esposo, el rey Nino, una culpa que ha pesado sobre ella desde entonces. Ella espera estar tranquila casándose con Arsace, pero se ha enamorado de la persona equivocada: Arsace no solo ama a otra persona, sino que también resulta ser el hijo de Semiramide y Nino, a quien se creía muerto. Se enfrenta a la decisión: ¿debería vengar la muerte de su padre y, por lo tanto, convertirse en el asesino de madre? 

No se trata solo de una ópera ‘grande’ sino sobre todo de una gran ópera, la Semiramide con la que la Compañía Clásica del Sur cierra su temporada 2022.

Una obra maestra que es una admirable combinación de claridad lírica y suntuosidad instrumental, revelando nuevos horizontes, pronto explorados por Meyerbeer, Mercadante, Donizetti, hasta el joven Verdi, quien atesorará la escena del dios indignado en Nabucco , y recordará el delirio de Assur primero en Attila, luego en Macbeth.

Un director actual y un reparto ideal

Pocas veces uno se encuentra con un factótum como Cesar Tello el cual ocupo varios roles en esta magistral propuesta rossiniana. Por un lado, su batuta dio una dirección lineal y bien calibrada, como al mismo tiempo efectiva y cautivadora, bajo sus manos el drama de Semiramide y Arsace avanza conciso, recto hacia el inexorable epílogo, sin narrativas de derrape, ni adornos exóticos inútiles. 

En el reparto, dos sobresalientes. La primera, una Rocio Bolaños Oyola que ofrece su vocalidad luminiscente, sedosa y fluida a la figura de Semiramide, dominando su textura en altísimos agudos. No tendrá el temperamento imperioso de una reina guerrera, pero resuelve sus rasgos en pleno sentimentalismo, lo cual la transforma en ganadora. La segunda, una Claudia Drescher que suena en su macizo Arsace un torbellino de remolinos y una agilidad clarísima que hacen extraordinarios sus momentos de virtuosismo. Y cuando las dos cantan juntos bordan sus dúos con naturalidad olímpica, abundancia de matices y variedad de colores.

El tenor Miguel Balea resuelve debidamente las muchas florituras esparcidas en la parte de Idreno, centrando bien los agudos; e infunde al amante noble tanto una buena elegancia vocal como la cantidad adecuada de ímpetu y pasión. Encontramos a Alejo Alvarez Castillo en el papel de Assur, un papel de barítono rudo y exigente como pocos en Rossini, expresivo en los recitativos, de textura amplia, como suave y poderosa, que fluyó en un fraseo floreciente. El bajo Miguel Gualano entregó un Oroe potente y medido, centrando toda la gravedad de la figura profética; Lorena Venegas hace justicia al candor de Azema, Daniel Leal es Mitrane de bella voz agil, y Ramiro Brandan la Sombra de Nino, fue de amplia presencia espectral. 

Energía a puñados

Asimismo, el Maestro Tello fue el factótum de un Coro que estuvo de forma intachable en sus contrapuntos tan complicados. Su dirección escénica y puesta fue evocadora con escenografía de columnas doradas, y un mobiliario extremadamente esencial, que en un marco escénico reducido se supo aprovechar idealmente el espacio. Esta propuesta escénica fue confeccionada de forma desinteresada por Catarina Billurou, Daniela Lois, Paula Arias, Paula Padovani y Paula Schachter (alumnas de la UNA).

El vestuario que el Maestro ideó fue en base a una paleta de colores pasteles lo cual, sin apartarse de la evocadora historia y época, estuvo siempre sobrio y elegante; las realizadoras del mismo fueron Teresa Pasquini y Maria Teresa Martinez,

Como asistentes de dirección musical y artística estuvieron Lidia Forestieri, Mariana Roccatagliata, Maria Lorena Sayegh y David Reinhardt.

Un cierre de temporada 2022, que demuestra nuevamente que la Compañía CLÁSICA DEL SUR, se coloca un peldaño más alto todos los años en sus propuestas liricas, presentando nuevas voces que ya marcan un camino seguro a los grandes Teatros.

El esfuerzo y la devolución del público a su creador el Maestro Cesar Tello, muestra su pasión por la música y el avanzar con su compañía en esta Buenos Aires, en donde aparte del Teatro Colón y alguna otra compañía, ya van apagándose los lugares de disfrutar de versiones integrales de grandes títulos.

¡Por más lírica de jerarquía, por más CLÁSICA DEL SUR!

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