Crónica live, realizada el 21/4/24, luego de asistir a la función
Nuestra calificación: buena
La Rondine, la magistral creación de Giacomo Puccini, ha regresado a La Scala tras tres décadas de ausencia. La última vez que esta ópera adornó el escenario de este prestigioso teatro fue en 1994, dirigida por Gianandrea Gavazzeni. Ahora, gracias al empeño y director Riccardo Chailly, La Rondine brilla a media luz en la escena milanesa. La batuta de Chailly destacó por su vigor y su profundo entendimiento de la partitura. Uno de los aspectos más sobresalientes fue el refinamiento extremo de la orquestación, revelando así la sofisticación del genio compositor Puccini. A lo largo de la partitura, encontramos un despliegue de géneros musicales que se entrelazan con maestría, desde valses no vieneses hasta fox-trots, tangos y polkas.
La discusión sobre si La Rondine es una opereta o una ópera ha sido interminable. Sin embargo, la directora Irina Brook, hija del afamado director de teatro Peter Brook, optó por una aproximación inusitada al estilo del musical americano. Esta elección se reflejó en una escenografía kitch diseñada por Patrick Kinmonth, que recreaba una atmósfera de pueblo con guirnaldas de luces y un elenco con trajes multicoles al estilo de Broadway, en donde las coreografias se las vio a más puro estilo Fosse.
Este enfoque audaz de Brook se materializó de manera surrealista: en el primer acto, la protagonista, Anna (interpretada por la joven coreógrafa Anna Olkhovaya), dirige un ensayo de La Rondine. En el segundo acto, la pesadilla de la directora se despliega cuando el espectáculo toma un rumbo opuesto a sus intenciones. Y en el tercero, los actores-personajes persiguen sus propias historias, mientras la impotencia del director real se hace patente.
© Brescia e Amisano
Esta actitud reflexiva impregna la obra, respaldando la elección de Brook, ¿autorreferencial?, vaya a saber uno, se sintio la regia como utilizable a cualquier titulo y sobre todo se la podría considerar gratuitamente absurda.
Mientras Chailly se esmeraba en restaurar la aparente ligereza de la partitura en toda su complejidad y profundidad, el espectáculo pareció arrastrarnos hacia una salida marcada por un letrero luminoso: «EXIT». El destino de la protagonista y su séquito femenino quedó en manos de cada espectador, como si estuviéramos presenciando el final de un musical de Broadway de clase B.
Riccardo Chailly optó por la edición crítica de Ditlev Rindom de 2023 para esta producción en La Scala. Esta edición revela sutiles diferencias en comparación con la primera versión estrenada en Montecarlo en 1917. Entre los cambios notables se encuentran frases adicionales para ciertos personajes, compases extendidos en secciones orquestales y estrofas adicionales en algunas arias. Chailly enfatizó los momentos más intensos de la partitura, cuidando también las secciones más delicadas. Los pianissimi finales y los remates de las cuerdas recibieron especial atención. Al frente de la Orquesta del Teatro alla Scala, Chailly dirigió con meticulosa precisión, creando una textura sonora fluida y cambiante que sustentaba el característico canto conversacional de la producción.
Los Protagonistas:Mariangela Sicilia como Magda: demostró una presencia escénica convincente y un fraseo cuidado que destacaron en su papel. Sus agudos y pianissimi fueron ejecutados con gran cuidado y plenitud. Matteo Lippi como Ruggero: convenció con su bello timbre y proyección vocal. Su habilidad para mantener una voz media consistente permitió una gama de matices en el personaje, desde la frescura del primer acto hasta la desolación del final tras ser abandonado. Rosalía Cid como Lisette: se sintió perfectamente cómoda en el papel de Lisette, ofreciendo una interpretación vivaz, sensual y amigable. Su canto potente destacó especialmente al alcanzar las notas altas, aunque en ocasiones los finales no fueran limpios.
Giovanni Sala como Prunier: a pesar de la incoherencia en la concepción del personaje por parte de Brook, Sala interpretó a un Prunier histriónicamente complejo. Desde mostrar evidentes rasgos homosexuales en el primer acto hasta transformarse en un viril caballero en el tercero, su interpretación fue vivaz y vocalmente acertada. Pietro Spagnoli como Rambaldo:estuvo elegantemente aristocrático, mostrando su experiencia sobre los escenarios lo cual reflejó tanto en su voz como en su actuación.
- © Brescia e Amisano
- El Coro del Teatro alla Scala, bajo la dirección de Alberto Malazzi, ofreció una vibrante interpretación. El final del cuarteto «Bevo al tuo fresco sorriso» resonó plenamente.
- Las amigas de Magda también desempeñaron un papel fundamental en la realización del espectáculo: Aleksandrina Mihaylova como Yvette, Martina Russomanno como Bianca y Andrea Niño como Suzy.
- En definitiva La rondine en un regreso esperado que nuevamente como pasa a menudo al hoy , el capricho de un regista arrastra a los solistas…