La Pathétique… o la desconfianza – Centro Cultural San Martín

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Uno de los famosos y más comunes dichos de la “filosofía popular” dice “Desconfía…, y acertarás”.  Esto, pasándolo a otro grado, podría estar directamente relacionado con el planteo filosófico de Descartes, en la que el centro de su método es precisamente “la duda”, hasta las últimas consecuencias.

Lo antedicho viene a colación al ver el espectáculo La Pathétique del trío Vila, Radano y Luca, que se presenta en la Sala A-B del Centro Cultural San Martín.  No es la primera vez que estos creadores trabajan en conjunto; al contrario.  Conforman el grupo #EMC3, que se propone reflexionar acerca de los mecanismos de manipulación de la realidad con las herramientas propias del espectáculo y de las mass-media, y a partir del cual ya han realizado espectáculos previos tratando de desarrollar este planteo.  Lo mismo ocurre con el espectáculo que nos ocupa.  En este caso, cuestionar todo lo considerado verdadero, en especial en el mundo del teatro…, ¿el espectador es víctima (como en el mundo de la política y muchos aspectos de toda la realidad misma) de una manipulación intencionada, y de la que en general no es consciente, más allá de los principios propios del teatro de occidente, desde Grecia hasta este milenio?  Interesante planteo, y no fácil de llevar a escena…

A partir de un repertorio de quince canciones, algunas emblemáticas, y muy bien seleccionadas (que van desde el 2º movimiento de la Sonata Patética de Beethoven, hasta Reel Relidad, de propio Diego Vila escrita este año, y pasando por obras de Jacques Prévert y David Bowie), se asocia o vincula cada una de ellas (a través de su contenido y mensaje) con otros tantos puntos o cuestiones de las que tenemos que “desconfiar”:  el hombre, la palabra, el lenguaje, la música, …hasta los mismos finales.

Para llevar adelante estos planteos (y bajo la dirección de Fabián Luca), están en un despojado escenario Diego Vila al piano y Alejandra Radano con toda su presencia escénica como cantante y actriz.  Una pantalla gigante será el elemento complementario que proyectará imágenes a lo largo de los distintos momentos del espectáculo. 

Del  repertorio elegido se destacan, por los interesantes momentos escénicos que se crean, “El joven que ríe”, “Diferente a los demás” y la notable “No debes confiar en una melodía después de los 30”, todas de George Kreisler (el autor más elegido), “Life on Mars?” De David Bowie y el excelente cuadro asociado a “2+2=5” de Radiohead, en el que Radano desarrolla todo su histrionismo y talento.  Justamente a continuación de un momento especial por el clima creado cuando Vila interpreta a Beethoven.

Hay escenas de una gran belleza plástica, como cuando la actriz desplaza un piano.  La iluminación es totalmente la adecuada y el vestuario de Radano notable.

Pero la pregunta es: ¿se logra el objetivo del espectáculo?  Tema para conversar, debatir, y eso es lo interesante.  Sin embargo, hay aspectos que no pasan por alto…, y que no son menores.   Al ver este espectáculo es inevitable recordar el Café Concert de los ’70 y los ´80,  con sus planteos contestatarios, críticos de la realidad de aquellos momentos. Espectáculos que desarrollaron una estructura definida (obviamente con algunas coincidencias con el cabaret berlines, donde B.Brecht y Kurt Weill fueron también partícipes),  con actores y actrices que dejaron su sello y su impronta.  Y al ver este espectáculo, es inevitable recordar aquellos otros… Nacha Guevara con Favero al pìano se hacen presentes aquí, hoy, inevitablemente al ver Pathétique (y en determinado momento el puntual “Vals del minuto” en la voz de N. Guevara…)

Y en cuanto al soporte de las imágenes sobre la pantalla, valioso recurso, logra potencia y adecuado protagonismo en el espectáculo.  Aunque aquí también es inevitable establecer asociaciones con conocidos videos de, entre otros Pink Floyd, o con imágenes de Stanley Kubrick en “2001- Odisea del Espacio”.

En definitiva, un espectáculo de tres indiscutibles creadores, una actriz y cantante notable con un lugar ganado merecidamente en el mundo del teatro y del musical.  Un planteo interesante a nivel conceptual, pero que tiene mucho de aquel café-concert, su estructura, y sus características, lo cual genera una contradicción latente.  Y esto, no es desconfianza.

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