LA BOHEME, TEATRO COLÓN,brillante Puccini EN UN SEGUNDO ELENCO QUE SE TRANSFORMÓ EN PRIMERO

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La Boheme (G. Puccini)

Teatro Colón

Domingo 27 marzo 17hs

Director musical: Alain Guingal

Director de escena: Stefano Trespidi

Orquesta y Coro estables del teatro Colòn

Mimì: Alexandra Grigoras

Rodolfo: Galeano Salas

Marcello: Armando Noguera

Musetta: Marìa Belèn Rivarola

Colline: Emiliano Bulacios

Shaunard: Felipe Carelli

Parpignol: Ivàn Maier

Benoit: Alberto Jàuregui

Alcindoro: Mariano De Salvo

Guardi: Juan Rotella

Aduanero: leonardo Fontana

Una niña: Bianca Palacios Piccaluga

“Mezcla rara de Musetta y de Mimì

Con caricias de Rodolfo y de Shaunard

Era la flor de Parìs

Que en sueño de novela

Trajo al arrabal…”

Se terminó La Boheme en el Colón y qué gran título para empezar la temporada. Una ópera que transformó la escena musical, que habló de cosas cotidianas, hambre, frío y arenques. Que fue audaz, homenajeo a Francia y fue compuesta por un italiano Y si bien esta puesta clásica no sorprendió en ningún aspecto tuvo la magia que atrae espectadores en todo el mundo.

La batuta de Alain Guingal me sorprendió, un poco más lenta de los habitual permitió que la escena flotara en otro tiempo, unos segundos hacen mucha diferencia, parece que uno lo disfruta más y que los cantantes tienen tiempo de moverse en escena más relajados.

Aunque sonaron algunos desajustes rítmicos en especial en el segundo acto la puesta de Stefano Trespìdi funcionó. Los cuadros que realizaba el coro (todos quedan, para la foto) permitieron que se entienda la parafernalia frente al Café Momus. En general uno esta todo el tiempo buscando la acción y a los cantantes pero el cuadro del coro facilito el seguimiento.

La escenografía de Enrique Bordolini fue muy lograda, llena de pequeños detalles, ventanas iluminadas, chimeneas humeantes, cielos que acompañaban las escenas, una puesta digna para atraer espectadores y revivir después de los meses largos de pandemia.

Si, pecan en estas puestas en un exceso de algunos recursos, pareciera que subirse a una silla resuelve cualquier problema técnico de emisión o actuación.

Así y todo algunos detalles el público colmó la sala y aplaudió generoso y emocionado.

Alexandra Grigoras cumplió, pero no fascino, ni con el color de la voz ni con el caudal. Un timbre muy ligero para lo aterciopelado de las últimas Mimis que hemos tenido en el teatro.

No se vio favorecida con el vestuario, en el primer acto entre el color del vestido y el peinado más parecía que iba a cantar una polka que ser una costurera parisina.

Galeano Salas me emocionó, una voz dulce y con un fraseo exquisito, es joven y le espera una gran carrera, en cuanto al volumen no se si estaba listo para un teatro del tamaño de la boca del Colón.

Marìa Belèn Rivarola compuso una Musetta traviesa y de carácter. Tiene una voz que le sobra para este personaje y se escucho correctamente, creo, en toda la sala. Una pena que en el cuarto acto no haya estado bien iluminada en sus entradas, quedó en sombras en el departamento.

Armando Noguera resolvió su personaje, mucho histrionismo en un rol que le queda a la medida, la voz se escuchó muy bien en la platea.

Otras veces he ido a la galería y pareciera que el sonido corre mejor hacia los pisos superiores, en esta ocasión en la platea me costaba escuchar algunas entradas, en especial Shaunard, Felipe Carelli, y Benoit que fue Alberto Jauregui, ambos muy sólidos actoralmente, listos a prenderse a las ideas y gags que se propusieron pero que me costó seguir vocalmente.

El coro y el coro de niños se lucieron en una obra de repertorio pero que exige gran preparación musical, actuaron y se divirtieron notoriamente en escena. Muy bien compaginados en los cuadros siempre hacen del segundo acto una delicia visual y musical.

Pasó La Boheme por Buenos Aires, se llenó de flashes y de famosos, llegó al gran público que la disfruto a pleno, porque la amamos, tanto que hasta Carlos Gardel la honró en Griseta.

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