FERRARI, nuevo film de Michael Mann: un Desastre en la Pista

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En el último intento cinematográfico de capturar la vida de Enzo Ferrari, el director Michael Mann nos presenta un «pasticcio» de biopic que deja mucho que desear en términos de credibilidad y autenticidad. Bajo el título pomposo de «Ferrari», la película se convierte en una amalgama de clichés y estereotipos que socavan la esencia misma del legendario empresario e ingeniero italiano.

Adam Driver, quien parece haberse convertido en el actor predilecto para retratar personalidades italianas, se esfuerza por encarnar a un Enzo Ferrari problemático, infiel y despiadado. Sin embargo, su interpretación, afectada por la escasez de diálogos, revela más la presencia de una estrella de Hollywood bajo el maquillaje que la autenticidad del personaje que intenta retratar.

La elección de Penélope Cruz para el papel de Laura Dominica Garello también levanta dudas, ya que su interpretación está marcada por una sobreactuación constante. Además, la falta de credibilidad se agrava por un acento español pronunciado que choca con el personaje italiano que intenta encarnar.

La película, en su conjunto, se pierde en una «polifonía de voces» que se traduce en un desagradable popurrí de acentos y lenguajes, desde italiano y dialecto emiliano hasta inglés. Las frases forzadas y estereotipadas contribuyen a un intento inoportuno de exotizar el lenguaje, reminiscente de los estereotipos a lo Super Mario.

El guion de Troy Kennedy Martin carece de enfoque definido, divagando entre la Mille Miglia y las relaciones personales de Ferrari, sin sacar partido a los personajes secundarios, especialmente a los pilotos. A pesar del alto presupuesto, el descuido en el diseño de producción y la falta de autenticidad, evidenciada por detalles como las imágenes de archivo apenas visibles en las radios y televisiones de fondo, resaltan la oportunidad desaprovechada que es «Ferrari».

En resumen, «Ferrari» se presenta como una película que se toma a sí misma demasiado en serio, careciendo del necesario trabajo de desarrollo e investigación que habría añadido autenticidad y permitido al público empatizar con las vicisitudes del icónico Grande Vecchio de Módena. Un intento cinematográfico que, desafortunadamente, se queda corto en la representación del fascinante mundo de Enzo Ferrari.

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