ETIOPIA III: ADDIS ABEBA REZO Y …

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De regreso a Adis Abbeba,  con el grupo de fotógrafos de esta “aventura africana” y luego de tomar nuestras habitaciones fuimos derecho  a la catedral de la Santísima Trinidad ya que queremos  disfrutar dentro del escaso tiempo que estaremos de la solemnidad de las misa. Compramos la entrada, nos descalzamos y entramos , el asombro fue de altre tempi se hace notar  los fieles que besan los muros de la iglesia, los que se golpean la frente con ellos y lo vuelven a besar. El rezo con las manos extendidas. Las mujeres, con largos pañuelos blancos cubriendo sus cabezas. En verdad ideal para una escena de algún film mudo y para mi un sueño para reflexionar…

Nos recibe en la puerta un santón de esos que abundan por Etiopía. Es muy anciano y lleva una túnica oscura con capucha y una cruz de madera. Habla un inglés muy rudimentario pero se ve que quiere enseñarnos el templo. Sé que voy a tener que darle algo de dinero a cambio de sus aparentemente desinteresados servicios pero no me importa. A fin de cuentas, el hombre nos va a dedicar su tiempo y no me viene mal que nos explique cosas porque yo no llevo ninguna guía, ni libro, ni información alguna. Nos da una bendición que no entendemos plantándonos su cruz de madera en las mejillas y la frente y luego nos lleva al altar, donde descubre unos tronos de madera ricamente labrados que pertenecieron al mítico emperador Haile Selassie y a su emperatriz. De ellos luego nos enseña sus tumbas. “Está dormido aquí”, dice. También nos muestra todas las vidrieras de la catedral: escenas del Antiguo Testamento a la derecha con Moisés, Abraham ,Noé y Salomón entre otros.

Tumbas reales, entre ellas la de Selassie y la Emperatriz

Vitreaux de salida del encuentro de la Reina de Saba con el Rey Salmón

A la salida y como aventurera y argentina, me adentre a caminar desde la plaza Arat Kilo y llega hasta esta iglesia de Santa María. Apenas recorro unos 300 metros por la acera, para encontrarme con la ciudad tal cual es. Justo a la puerta de la iglesia viven mujeres muy pobres con niños muy pequeños cubiertos de harapos. Duermen sobre cartones, están muy sucios y extienden la mano para pedir dinero o algo de comer. También ancianos, ancianas, tullidos… Es la pobreza más evidente. Uno al ver estas realidades agradece en donde vive, es un aprendizaje diario este viaje, un  recorrido histórico pero también por la humanidad que lacera al occidental, y pensar que nosotros hablamos de grieta o cuanta estupidez existe. Hay que salir de la burbuja y está en donde nació la civilización para ver esa nada digna, pero sobre todo llena de religión y plegaria.

Pero Addis no son solo mendigos tirados en la calle; junto a ellos hay numerosas muestras de los miles de trabajos informales que copan la ciudad: los que limpian zapatos (miles), los que tienen una báscula y te cobran por pesarte (cientos), los que tienen un top manta de libros (docenas), los que venden estampitas, collares con cruces de madera, rosarios y demás parafernalia religiosa (unos cuantos). Se mezclan con los transeúntes, la mayoría bien vestidos, ciudadanos normales y corrientes que van y vienen de sus trabajos o sus estudios o de hacer la compra, familias enteras de paseo, hombres con corbata cargados con maletines, chicas adolescentes en plena edad del pavo sumergidas en sus teléfonos móviles…Una capital que saca lagrimas en cada contraste

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