sábado, 19 de julio de 2025
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Arrancó el 39 Festival de Cine de Mar del Plata con la película francesa EMILIA PEREZ: Una Ópera que Canta Fuera de Tono (Pero con Estilo)

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Guion: Jacques Audiard – Música: Clément Ducol y Camille – Director de fotografía: Paul Guilhaume, AFC – Coreógrafo: Damien Jalet – Montaje: Juliette Welfling. Elenco principal: Rita: Zoe Saldaña. Emilia: Karla Sofía Gascón. Jessi: Selena Gomez. Epifania: Adriana Paz. Gustavo Brun: Edgar Ramírez . Nuestra calificación: Regular

Ah, Jacques Audiard, maestro del cine que esta vez decidió dejar la narrativa convencional para lanzarse al vacío artístico de Emilia Pérez. Publicitada como un musical innovador, lo que realmente nos entrega es una ópera contemporánea con la misma profundidad emocional que una novela gráfica mal traducida. ¿Revolucionaria? Tal vez, pero sólo si confundimos «revolución» con “todo vale mientras sea llamativo”.


La Música: Cuando el Ruido Intenta Ser Arte

En teoría, la música debía ser el corazón de esta obra. En la práctica, es más como un hilo flojo que amenaza con desarmar todo el proyecto. Camille y Clément Ducol nos ofrecen una banda sonora que mezcla rap con folk, pero el resultado suena más como un playlist experimental creado por un algoritmo confundido.

Y las letras… Ay, las letras. ¿»Mi coño todavía duele cuando pienso en ti»? Claro, porque si algo nos faltaba era un intento de epatar a base de vulgaridad gratuita. Es como si Audiard estuviera diciendo: “Miren qué transgresor soy”, mientras el público se pregunta si en algún momento aparecerá una canción que no parezca una parodia de sí misma. Spoiler: no aparece.


El Festín Visual: Un Banquete con Platos Vacíos

Visualmente, Emilia Pérez es una maravilla, eso no se puede negar. Cada plano está diseñado para ser deslumbrante, desde la fotografía en 35 mm hasta las coreografías de Damien Jalet. Todo es tan perfecto que parece un comercial de perfume de lujo: impactante, pero completamente desconectado de cualquier emoción humana real.

¿Rita bailando sus desilusiones en un tribunal? Hermoso, pero más digno de un TikTok viral que de una escena que intente transmitir algo auténtico. ¿La pantalla dividida en trípticos para mostrar tensiones? Ingenioso, pero también una distracción que grita: “Miren qué inteligente soy”. Al final, todo se siente como un despliegue de fuegos artificiales: brillante, efímero y con una resaca visual que te deja vacío.


Los Personajes: ¿Actores o Estudiantes de Español?

El trío protagonista prometía química, pero lo que entrega es una lección de cómo no actuar en español. Karla Sofía Gascón se esfuerza por darle dignidad a Emilia, un personaje con más capas que una cebolla, pero Zoe Saldaña y Selena Gomez hacen todo lo posible por despojar a la historia de cualquier pizca de autenticidad.

Saldaña, con un español que suena aprendido en un taller intensivo de tres días, y Gomez, cuyo esfuerzo es tan evidente que parece recitar un guion escrito en fonética, convierten cada escena en un desfile de acentos errantes. La película no sólo lucha por contar una historia, sino que además parece competir en la categoría de “diálogo menos creíble”.


La Narrativa: Pretensión sin Profundidad

La trama tenía potencial: una exjefa narco que, tras una transición de género, regresa para recuperar a su familia y enfrentar su pasado. Pero lo que podría haber sido un drama conmovedor se queda en un ejercicio de estilo que no profundiza en nada. Emilia no es un personaje, es un símbolo decorativo, una bandera de inclusión mal utilizada que flota sobre un guion lleno de clichés y giros predecibles.

Jessie y Rita no son más que accesorios emocionales, diseñados para agregar drama superficial sin el menor interés en desarrollar sus personalidades. Es como si Audiard hubiese dicho: “La complejidad emocional es demasiado mainstream; hagamos que todo se vea bonito y ya está”.


Conclusión: Una Película que Brilla por lo que No Es

Emilia Pérez es el equivalente cinematográfico a un influencer en una gala de alta costura: todo glamour y ni un gramo de sustancia. Audiard intenta vendernos una ópera contemporánea que redefine el género musical, pero lo que entrega es un espectáculo visual lleno de canciones olvidables, personajes deslavados y una narrativa que se toma demasiado en serio.

¿Innovadora? Sólo si consideramos innovador usar lenguaje grandilocuente para ocultar un vacío emocional. Emilia Pérez promete conmoción y revolución, pero lo único que conmociona es lo rápidamente que se olvida. Audiard, gracias por el intento, pero la próxima vez quizá deberías recordar que un poco menos de pretensión y un poco más de corazón nunca están de más.


Un Musical que en Realidad es una Ópera Contemporánea

Aunque se le ha etiquetado como un musical, Emilia Pérez se adscribe mejor al formato de la ópera contemporánea. En lugar de usar canciones como puntos de énfasis, aquí las melodías sustituyen al diálogo, hilando la trama sin pausas. Jacques Audiard, con la colaboración musical de Camille y Clément Ducol, integra géneros modernos como el rap y toques étnicos para construir una banda sonora que busca reflejar las complejidades emocionales de los personajes. Sin embargo, las canciones carecen de fuerza melódica y se desvanecen rápidamente, dejando al espectador con letras llamativas pero sin momentos verdaderamente memorables.


Un Espectáculo Visual que Deslumbra

Lo que le falta a la música, lo compensa el diseño visual. La dirección de fotografía de Paul Guilhaume en 35 mm y la coreografía de Damien Jalet convierten a Emilia Pérez en un festín visual. Momentos como Rita (Zoe Saldaña) bailando y “cantando” sus desilusiones en un tribunal, o la pantalla dividida en tríptico para reflejar las tensiones entre Emilia, Jessie (Selena Gomez) y Rita, son ejemplos de la maestría técnica de Audiard. Estas elecciones recuerdan a las grandes óperas modernas, donde la escenografía y el movimiento son tan importantes como la narrativa. Sin embargo, este virtuosismo técnico no logra compensar la falta de conexión emocional entre los personajes.


Narrativa: Promesa sin Profundidad

La historia sigue a Emilia (Karla Sofía Gascón), una exjefa del narcotráfico que busca reconciliarse con su identidad de género y con su pasado. Después de fingir su muerte con la ayuda de la abogada Rita, Emilia reaparece cuatro años después con la esperanza de recuperar a su esposa Jessie y a sus hijos. Jessie, sin embargo, ha seguido adelante, sin saber que su “prima” Emilia es, en realidad, su marido. Aunque el guion escrito por Audiard, Léa Mysius y Thomas Bidegain plantea un escenario fascinante, la narrativa carece de la profundidad psicológica necesaria para sostener la historia. Emilia, interpretada con carisma por Gascón, es más un símbolo que un personaje plenamente realizado, mientras que las interacciones entre Jessie y Rita se sienten decorativas y superficiales.

Tres protagonistas que…

Emilia Pérez intenta venderse como un drama audaz, pero se hunde en su propio intento de ser trascendente. Karla Sofía GascónZoe Saldaña y Selena Gomez forman un trío protagonista que, aunque talentoso, no logra salvar el desastroso manejo del idioma. El español que hablan entre ellas es tan forzado y poco natural que resulta casi cómico: Saldaña, con su acento claramente no nativo, y Gomez, cuya pronunciación suena más a un ejercicio de clase básica de idiomas que a un diálogo creíble, chocan constantemente con la autenticidad que Gascón intenta imprimir. La película, que aspira a ser profunda, se convierte en un festival de frases mal construidas y acentos que distraen más de lo que sumergen. Un intento fallido de retratar una historia que merecía más cuidado y menos clichés lingüísticos.


La Música: Una Promesa No Cumplida

En una ópera, las canciones deben ser el corazón y alma de la narrativa, pero en Emilia Pérez, las melodías son funcionales, no memorables. A pesar de los esfuerzos por incorporar ritmos modernos y letras provocadoras, como la famosa línea «Mi coño todavía duele cuando pienso en ti», las canciones carecen de cohesión. Incluso los momentos más llamativos, como el karaoke de Jessie, no logran integrarse completamente en la trama, dejando la impresión de que las piezas musicales son meros accesorios en lugar de motores narrativos.


Conclusión: Una Ópera Visualmente Deslumbrante, pero Musicalmente Frágil

Emilia Pérez es una apuesta ambiciosa que redefine las convenciones del género musical al presentarse como una ópera contemporánea. Su fuerza radica en su estilismo visual, que ofrece momentos deslumbrantes, y en su valentía para abordar temas complejos como la identidad y la redención. Sin embargo, la falta de canciones memorables y la desconexión emocional entre los personajes socavan su impacto. Aunque Audiard demuestra maestría técnica y un enfoque innovador, la película queda como un espectáculo que fascina a primera vista, pero que carece de la resonancia necesaria para perdurar en la memoria. Emilia Pérez es una ópera que promete grandes emociones, pero su música, al final, se pierde en el silencio y sus protagonistas en que idioma intentan hablao o ¿cantar?

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