Antonello Manacorda, Dirección. Damiano Michieletto, Dirección de escena. Paolo Fantin, Diseño de escena. Carla Teti, Diseño de vestuario. Alessandro Carletti, Diseño de iluminación. Orchestra of the Royal Opera House Covent Garden. Royal Opera Chorus. Juan Diego Flórez, Hoffmann. Olga Pudova, Olympia. Marina Costa-Jackson, Giulietta. Ermonela Jaho, Antonia. Julie Boulianne, Nicklausse. Alex Esposito, Lindorf, Coppélius, Miracle, Dapertutto. Christophe Mortagne, Andrès, Cochenille, Pitichinaccio, Frantz . Alastair Miles, Crespel.Siphe Kwani, Hermann, Peter Schlémil.Jeremy White, Luther. Ryan Vaughan Davies, Nathanaël. Christine Rice, The Muse, Voice of Antonia’s Mother. Vincent Ordonneau, Spalanzani. Chiara Vecchi, Coreografía. Función Streaming, 15/1/2025. Nuestra calificación:buena
La Royal Opera House nos trae una versión de Los cuentos de Hoffmann que se tambalea entre lo sublime y lo grotesco. Damiano Michieletto, fiel a su estilo, opta por lo visualmente impactante y lo simbólicamente ambiguo, entregándonos una puesta en escena que parece más preocupada por llenar el escenario de extravagancias que por conectar emocionalmente con el público. Desde la taberna de Lutero, con sillas que trepan las paredes en una orgía de caos decorativo, hasta un hospital rosado y empalagoso donde Antonia baila su camino hacia la muerte, cada acto parece un guiño más a la estética que a la coherencia.
Juan Diego Flórez, ese eterno galán del bel canto, encarna a Hoffmann con una mezcla de brillantez técnica y una ligereza que a ratos roza la superficialidad. Su «Canción de Kleinzach» tiene chispa, sí, pero cuando llega el momento de profundizar en las sombras del poeta, Flórez parece quedarse corto.

Olga Pudova, en cambio, deslumbra como Olympia, la muñeca autómata que canta y se mueve con una precisión que hace dudar si hay carne y hueso bajo el maquillaje. Su interpretación de «La canción de la muñeca» es un despliegue virtuoso que casi compensa el vacío emocional de un primer acto más preocupado por los efectos que por el drama.

Ermonela Jaho, como Antonia, es el corazón que late con más fuerza en esta producción. Su voz, rica y matizada, lleva el peso de un personaje transformado en bailarina por razones que solo Michieletto comprende. La escena del hospital, con bailarines infantiles que simbolizan su arte moribundo, es visualmente intrigante, pero narrativamente innecesaria.

Marina Costa-Jackson aporta una presencia magnética como Giulietta, aunque su acto se hunde en un exceso de oropel y efectos que diluyen cualquier impacto dramático.

Costa Jackson. © ROH | Camilla Greenwell, 2024
El verdadero espectáculo lo da Alex Esposito, quien se mete en la piel de cuatro villanos con una versatilidad que asombra. Su voz poderosa y su presencia escénica dominan cada escena, ofreciendo un contrapunto robusto al a veces vacilante Hoffmann de Flórez. Sin embargo, ni siquiera Esposito puede salvar una narrativa que se desmorona bajo el peso de su propia ambición visual.

La dirección musical de Antonello Manacorda es un oasis de claridad en este desierto de extravagancias. La orquesta brilla con momentos de delicadeza y explosiones de intensidad, aunque el coro, a veces fuera de sincronía, deja entrever el nerviosismo del estreno. Es una lástima que la música no siempre encuentre un aliado en la escena.
En conjunto, esta producción de Los cuentos de Hoffmann es un espectáculo que fascina tanto como frustra. Michieletto demuestra que puede deslumbrar, pero su obsesión por lo visual a menudo eclipsa el alma de la obra. El resultado es una versión que, aunque entretenida, nunca termina de convencernos de que todo este derroche de imágenes tiene algo significativo que decir.