Los 39 escalones, desde Gran Bretaña a Mar del Plata a puro suspenso…

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La mayoría puede estar familiarizado con la popular película de suspenso de 1935 de Alfred Hitchcock, Los 39 escalones.  Algunos pueden incluso estar al tanto de la novela del mismo nombre de John Buchan. Entonces, ¿qué pasa con la versión teatral de Los 39 escalones? ¿Cómo encaja en el esquema de las cosas? Todas las versiones ciertamente están conectadas por algo más que el nombre. Las tramas y los personajes principales son similares, aunque no idénticos, y cada versión es lo suficientemente diferente como para justificar alguna descripción.

Buchan escribió Los 39 escalones para su propio interés y entretenimiento durante un período de enfermedad en el que estaba confinado a su cama. Irónicamente, la novela ganó tanta popularidad que se ha estado imprimiendo continuamente desde su publicación original. El personaje principal de Richard Hannay se convirtió en un prototipo para el género de suspenso porque Buchan fue el primero en darse cuenta del valor dramático de «la aventura en un entorno familiar que les sucede a hombres no aventureros. Esta novela fue la primera de una serie de cinco libros protagonizados por Hannay, quien se basó libremente en un amigo de Buchan.

El mismo año en que Buchan fue nombrado gobernador general de Canadá por el rey Jorge V, Alfred Hitchcock (1899–1980) dirigió una adaptación cinematográfica de Los 39 escalones

El interés de Hitchcock por el cine comenzó cuando era adolescente en Londres, aunque más tarde en la universidad estudió ingeniería. Comenzó su carrera de más de cincuenta años en la industria cinematográfica en Londres como diseñador de títulos. Poco después, a la edad de veinticuatro años, aprovechó la oportunidad de dirigir cuando un director se enfermó en medio de un proyecto. Después de hacer algunas películas más, estaba intrigado con la idea de adaptar la novela de Buchan a una película. Como se mencionó anteriormente, Hitchcock alteró un poco la trama, ​​al público y a los críticos les encantó el resultado

Por la película, no solo recibió el nombre de “Master of Suspense”, sino que también llamó la atención del productor estadounidense David O. Selznick, quien le ofreció un contrato de ocho años en Hollywood.

Durante los siguientes treinta años, realizó numerosas películas que fueron exitosas y de vanguardia a través de un trabajo de cámara innovador, edición . uso de sonido y partitura. Otras películas no fueron tan populares, pero aun así mantuvo su célebre imagen. Fue nominado a lo largo de su carrera a varios premios Oscar al mejor director, pero sorprendentemente nunca ganó. El año antes de morir, recibió el premio Lifetime Achievement Award del American Film Institute, además de ser nombrado caballero por la reina Isabel II. Murió de insuficiencia renal en Los Ángeles en 1980.

En 1995, dos escritores Nobby Dimon y Simon Corble, crearon un concepto original de Los 39, esta versión se basó tanto en la novela de Buchan como en la película de Hitchcock, y contó con cuatro actores que interpretaban todos los papeles.

Repleto de ingeniosas referencias a las películas de Alfred Hitchcock y el humor físico de Monty Python, “Los 39 escalones” en el Teatro Tronador (Mar del Plata) es un chiste visual o el giro de una frase persiguiendo a otra. Todo el camino hasta la feliz revelación de que el misterio es en realidad una historia de amor.

El suave soltero Richard Hannay, interpretado con la arrogancia apropiada y el fisique du rol al mejor estilo de James Stewart por FACUNDO ARANA, abre el espectáculo con un soliloquio sobre su estado de soltería. Después de mucho lamento, se dirige a un espectáculo de vodevil para ver a un un hombre con memoria increíble. Su disfrute se interrumpe cuando una mujer coqueta y presumiblemente peligrosa entra en escena la cual toma asiento en un palco contiguo. Se produce el caos en el teatro, ella termina revelando sus secretos y más…Hannay se ve envuelto en una aventura global mientras trabaja para evitar ser incriminado por asesinato.

La misteriosa mujer advierte a Hannay sobre un complot enemigo contra el imperio británico. Antes de morir, ella le ruega que lleve su mensaje a un profesor solitario, aunque, naturalmente, nada es tan sencillo como parece…

Eso es parte del deleite de la comedia en constante movimiento. Hannay se encuentra con una variedad de personajes, tanto sombríos como útiles, en el camino, como se caracteriza claramente por el conjunto de GUILLERMINA VALDEZ, FREDY VILLAREAL y MAXI DE LA CRUZ. Varias transiciones rápidas, bajo la enérgica dirección de Manuel Gonzalez Gil, revelan el arte detrás de la magia del cine mientras provocan muchas risas en la audiencia. Crear tensión, movimiento constante y escenarios que se convierten rápidamente frente a nuestros ojos ayuda a mantener a todos completamente involucrados en la acción en el escenario. Incluso en esos momentos en los que la historia en sí parece volverse un poco confusa.

La puesta en escena aprovecha al máximo la amplia boca de escenario con buenos resultados. El diseño escenográfico ideado por Diego Benvenutto  y Sonia Gabilondo ambos proporcionan una variedad de piezas de escenario móviles y reconfigurables que eliminan la necesidad de cambios de escena tradicionales. Ese enfoque se refleja un poco en las piezas de vestuario de cambio rápido de Pablo Battaglia. La diseñadora de iluminación Yanina Eiras crea los climas justos. La música origina es de Martín Bianchedi la cual da marcación a cada movimiento que en si se transforma en una gran coreografía, la cual se integra a la perfección, lo que garantiza que el enfoque permanezca en la comedia.

La mayor crítica, de hecho, puede ser que cuanto más se presta atención al espectáculo, menos hay en él. Este es el tipo de espectáculo al que uno asiste por puro placer y la satisfacción de estar completamente entretenido sin tener que pensar demasiado o poner mucha energía en seguir la trama. Hay una reconfortante repetición en varios de los chistes y, una vez que el programa encuentra su ritmo, es confiablemente divertido. El guion está repleto de una plétora de referencias al trabajo de Alfred Hitchcock, aunque está bien si no las capta todas, el programa sigue siendo igual de entretenido.

Después de todo, la producción estridente es muy divertida y juega para reír de principio a fin. Los artistas están en plena forma y encuentran su ritmo rápidamente, con Arana y Valdez dirigiendo la trama y la acción, mientras que Villarreal y De la Cruz ejecutan una parte inteligente tras otra.

Un programa teatral que para por las películas más famosas del género de suspenso de Hitchcock, que toma aditamentos de Monty Python y alguno tips de la historia presidencial argentina… Una aventura amorosa para descubrir la trama del suspenso británico.

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