LA MUJER DE TCHAIKOVSKY, nuevo y controvertido film de Serebrennikov (Crítica y Film Subtitulado – se aclara que el presente film posee escenas de desnudez)

En el abismo de ¨La mujer de Tchaikovsky», un matrimonio y el eco funerario fusionan sus sombrías resonancias, tejiendo una danza donde el amor se convierte en la partitura de la amargura, sus notas discordantes tan numerosas como las penurias ocultas en las recónditas calles de la Moscú del síglo XIX. Kirill Serebrennikov, el hábil director, se desvía audazmente de los estridentes arpegios de la exuberante «La otra cara del amor» (K. Russell, 1970), para dar vida a un lienzo oscuro donde confluyen la época retratada, el biopic meticuloso y la tragedia romántica.

El genio detrás de la batuta, Serebrennikov, desnuda una realidad lacerante: la vida del compositor ruso cede su protagonismo, cediendo el telón a Antonina Miliukova, la esposa sumida en ignominia por ser un obstáculo a la grandeza de su esposo. Atestada de condenas, es señalada como ninfómana desequilibrada, un espíritu fatídico incapaz de afrontar la desidia del esposo que oculta en su interior una sexualidad secreta.

Sin embargo, es a través del ojo perspicaz de Alyona Mikhailova que emerge una narrativa inexplorada: un tapiz de cólera, humillación y anhelos defraudados, acechado por las penumbras de demonios personales y colectivos. En su magnum opus, Serebrennikov despliega un escenario donde la austeridad se entrelaza con la contundencia, y toma la figura de una obstinada mosca como augurio perspicaz de su trama: al final, las moscas se congregan en los momentos de putrefacción.

La mujer de Tchaikovsky trasciende el rito cinematográfico, evocando la cruda cadencia de la realidad humana tras los telones. En este lamento fílmico, el director dirige con precisión quirúrgica un espectáculo de emociones en sus tonos más oscuros, tejido con las cuerdas del alma y resonando en las fibras más íntimas del espectador.