La historia de la ópera está marcada por las grandes voces que han definido su desarrollo, y dentro de ese vasto mundo de música y drama, pocos enfrentamientos han capturado tanto la imaginación del público como la rivalidad entre María Callas y Renata Tebaldi. Más allá de sus talentos individuales, esta rivalidad se convirtió en un símbolo de una era dorada de la ópera, donde las pasiones se desbordaban tanto dentro como fuera del escenario. En estos dos artículos, exploraremos en profundidad las vidas, carreras, anécdotas y legado de estas dos titánicas sopranos, cuya competencia dejó una huella imborrable en la historia de la música.
María Callas: El Huracán de la Ópera
María Callas, nacida como Cecilia Sophia Anna Maria Kalogeropoulos en Nueva York en 1923, es, sin duda, una de las figuras más icónicas de la ópera. Su vida fue un verdadero torbellino de emociones, escándalos y triunfos artísticos. Callas, con su voz única y su intensa capacidad interpretativa, redefinió el concepto de la diva operística, elevando el drama a nuevas alturas y capturando la atención tanto de críticos como de audiencias en todo el mundo.
Desde sus primeros años, Callas mostró un talento inusual. Su madre, Evangelia, era una mujer ambiciosa que había soñado con ser cantante, y cuando notó el potencial de su hija, hizo todo lo posible para desarrollar su talento. Callas comenzó su formación vocal en Grecia, donde su familia se mudó durante la Gran Depresión. A los 13 años, comenzó a estudiar en el Conservatorio Nacional de Atenas bajo la tutela de Maria Trivella, quien reconoció de inmediato la grandeza de su talento. Sin embargo, su verdadero desarrollo como artista ocurrió bajo la dirección de la legendaria soprano española Elvira de Hidalgo.
Una de las anécdotas más emblemáticas de sus años de formación se refiere a su perseverancia. Durante su adolescencia, Callas a menudo practicaba hasta quedar afónica, convencida de que solo a través del sacrificio total podría alcanzar la perfección. Este enfoque extremo hacia su arte se mantendría a lo largo de toda su carrera y definiría tanto sus éxitos como sus fracasos.
Callas debutó en la ópera con «Tosca» en 1941, en Atenas, en medio de la Segunda Guerra Mundial. Desde ese momento, quedó claro que su voz, con su timbre oscuro y su capacidad para abarcar una amplia gama de emociones, era algo especial. A lo largo de la década de 1940, Callas fue perfeccionando su arte, y para 1947, su carrera internacional despegó con una impresionante interpretación de «La Gioconda» en la Arena de Verona, un papel que cimentó su reputación en Italia.
Pero fue en La Scala de Milán donde Callas verdaderamente se consagró como la soprano dramática más importante de su tiempo. Bajo la dirección de Luchino Visconti y Tullio Serafin, Callas llevó a cabo una serie de interpretaciones legendarias que revitalizaron el repertorio belcantista. Obras como «Norma», «Lucia di Lammermoor» y «Il Pirata» se convirtieron en su sello distintivo, y su capacidad para transmitir el sufrimiento, la pasión y la tragedia en sus personajes fue aclamada como inigualable.
Una anécdota que captura la intensidad de Callas ocurrió en 1958 durante una función de «Norma» en la Ópera de Roma. La soprano había estado lidiando con problemas de salud, pero decidió no cancelar la función, tal vez impulsada por su fama de perfeccionista. Sin embargo, después del primer acto, su voz comenzó a fallar y, temiendo dañar su reputación y el futuro de la producción, abandonó el escenario. La reacción del público fue de shock, y la prensa se desató en críticas. Algunos la tildaron de caprichosa, mientras que otros admiraron su valentía por intentar cantar a pesar de su malestar. El incidente pasó a la historia como uno de los momentos más controversiales de su carrera, subrayando la intensidad con la que Callas abordaba cada aspecto de su vida profesional.
Renata Tebaldi: La Voz del Cielo
Si María Callas era fuego y tormenta, Renata Tebaldi era serenidad y luz. Nacida en Pesaro, Italia, en 1922, Tebaldi se destacó por su extraordinaria belleza vocal, que contrastaba con la intensidad dramática de Callas. Conocida por su voz lírica y cálida, Tebaldi conquistó el corazón de las audiencias con interpretaciones que emanaban una pureza y un control técnico incomparables.
La historia de Tebaldi es la de un prodigio musical que rápidamente ascendió al estrellato. Su formación comenzó en Parma, en el Conservatorio Arrigo Boito, donde sus maestros pronto reconocieron la riqueza de su voz. Después de su debut en Rovigo en 1944 como Elena en «Mefistofele», su carrera despegó con velocidad. En 1946, el gran Arturo Toscanini la eligió para cantar en el concierto de reapertura de La Scala de Milán, tras la Segunda Guerra Mundial, un evento que marcó un antes y un después en su carrera.
Tebaldi era la favorita de Toscanini, quien describió su voz como «la voz de un ángel». Esta asociación con uno de los más grandes directores de orquesta de todos los tiempos catapultó a Tebaldi al estrellato internacional. Sus interpretaciones de roles como Desdémona en «Otello», Aida y Mimì en «La Bohème» fueron aclamadas por su belleza vocal y su capacidad para comunicar una profunda humanidad a través de la música.
Una anécdota que ilustra el profesionalismo y la compostura de Tebaldi ocurrió durante una función de «La Bohème» en la Ópera de San Francisco. En medio de la escena de la muerte de Mimì, mientras cantaba «Sono andati?», una vela que debía estar apagada seguía encendida, lo que distraía a la audiencia y rompía la atmósfera trágica. Sin inmutarse, Tebaldi, aún en su papel, sopló la vela para apagarla sin romper el tono emocional de la escena. El público respondió con una ovación que demostró su admiración no solo por su talento vocal, sino también por su habilidad para manejar cualquier imprevisto en escena con elegancia.
Tebaldi era conocida por su humildad y amabilidad, características que la hicieron muy querida entre sus colegas. A diferencia de Callas, que a menudo intimidaba a quienes la rodeaban, Tebaldi era vista como una figura maternal en el mundo de la ópera, siempre dispuesta a apoyar a los jóvenes cantantes y a trabajar en equipo para el bien de la producción. Su estilo de vida reservado y su devoción por la música hicieron que muchos la consideraran la antítesis de Callas, tanto dentro como fuera del escenario.
El Auge de la Rivalidad
La rivalidad entre Callas y Tebaldi no fue solo una creación de la prensa; reflejaba dos enfoques diametralmente opuestos hacia la interpretación operística. Mientras que Callas buscaba innovar y reinterpretar los roles, infundiendo a cada personaje una intensidad emocional sin precedentes, Tebaldi se mantenía fiel a las tradiciones y a la pureza del bel canto, centrándose en la belleza del sonido y en una interpretación más contenida y lírica.
Esta rivalidad se hizo evidente cuando ambas sopranos comenzaron a compartir temporadas en La Scala de Milán, uno de los teatros más prestigiosos del mundo. Los fanáticos de Callas y Tebaldi estaban tan divididos como apasionados, y no era raro ver a grupos enfrentados en la entrada del teatro, defendiendo a su diva favorita con pancartas y gritos. La prensa italiana, siempre ávida de drama, alimentó esta competencia, comparando constantemente las actuaciones de ambas y creando una narrativa de antagonismo que a menudo se exageraba.
Uno de los momentos más icónicos de esta rivalidad ocurrió cuando se les preguntó a ambas sobre la otra en entrevistas separadas. Callas, conocida por su afilada lengua, comparó su voz con la de Tebaldi diciendo: «Es como comparar Champagne con Coca-Cola». Tebaldi, en respuesta, comentó con una sonrisa que prefería ser Coca-Cola, «porque todos la pueden disfrutar». Este intercambio, aunque visto como una muestra de su rivalidad, también revelaba un nivel de respeto mutuo y de juego irónico entre ambas.
Otro incidente destacable ocurrió durante una gala en la que ambas cantantes estaban presentes. Aunque nunca compartieron el escenario juntas, el público estaba dividido entre quienes asistieron para ver a Callas y quienes fueron por Tebaldi. En un momento dado, cuando Callas estaba siendo ovacionada, un grupo de fanáticos de Tebaldi intentó apagar los aplausos con silbidos. Callas, en un gesto que sorprendió a muchos, hizo una pausa, miró en dirección a los abucheos y dijo: «Agradezco a mis queridos amigos de Renata. Nos vemos después del espectáculo». Esta mezcla de sarcasmo y deferencia solo añadió más leña al fuego de la rivalidad.