ARIADNA EN NAXOS : TEATRO COLÓN

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ARIADNA EN NAXOS

DE RICHARD STRAUSS

ÓPERA EN UN ACTO Y UN PRÓLOGO (1916)

LIBRETO HUGO VON HOFMANNSTHAL

PRODUCCIÓN DEL TEATRO COLÓN

ORQUESTA ESTABLE

DIRECTOR MUSICAL INVITADO: ALEJO PÉREZ

DIRECTOR DE ESCENA: MARCELO LOMBARDERO

DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA: DIEGO SILIANO

VESTUARIO: LUCIANA GUTMAN

ILUMINACIÓN: JOSÉ LUIS FIORRUCCIO

 

REPARTO

PRIMA DONNA – ARIADNA: CARLA FILIPCIC HOLM

TENOR-BACO: GUSTAVO LOPEZ MANZITTI

COMPOSITOR: JENNIFER HOLLOWAY

ZERBINETTA: EKATERINA LEKHINA

MAESTRO DE MÚSICA: HERNÁN ITURRALDE

MAESTRO DE DANZA: PABLO URBAN

ARLEQUÍN: LUCIANO GARAY

BRIGHELLA: SANTIAGO MARTINEZ

TRUFFALDINO: IVÁN GARCÍA

NÁYADE: LAURA PISANI

DRÍADE: FLORENCIA MACHADO

ECO: VICTORIA GAETA

SCARAMUCCIO: PABLO URBAN

MAYORDOMO: CARLOS KASPAR

PELUQUERO: MARIANO FERNANDEZ

SIRVIENTE: ROMÁN MODZELEWSKI

OFICIAL: ARIEL CASALIS

 

“Y ellos prefieren una farsa alegre que les haga olvidar

El profundo sentimiento que les hubiera quedado

En sus cráneos vacíos…”

(El autor)

 

Si bien Ariadna en Naxos, de R Strauss, no es un título de la lírica habitual, es ideal para estas épocas. No muy largo, con pinceladas de humor, un argumento atractivo y pretencioso en la medida justa de la cultura de los tiempos que corren y, lo mejor de lo mejor, una partitura bella y melodiosa.

Strauss trata de equilibrar los opuestos, drama y comicidad para crear un producto teatral. Y ahí la cuestión a la hora de tomar como punto de partida la puesta y escena de este título. «Qué se destaca» y «qué se debe destacar» para el desarrollo de la acción. Nada fácil.

La batuta de Alejo Perez disfrutó, y con razones, de esta maravilla de la arquitectura musical. Los cambios y armonías ya sonando a siglo xx se mezclaban con pasajes que bien podrían ser del no muy lejano verismo.

La construcción y revisión de los personajes clásicos (desde el clasicismo grecolatino a la comedia del arte) dio material para elaborar un texto ágil y moderno.

La orquesta envolvió las escenas y le proveyó a la acción credibilidad musical y estilo. Sin desbocarse, acompañó a los cantantes, en especial a los que el caudal vocal propio requería de más o menos sonido.

La puesta y dirección de escena de Marcelo Lombardero tuvo interesantes puntos para resolver las situaciones; desniveles e iluminación, fueron los momentos fuertes. El vestuario (poco interesante la paleta de colores) y la ambientación en especial el “escenario sobre el escenario” con lucecitas y angelitos (del 2do acto) fueron poco agraciados. No lucieron para nada; además que desde las ubicaciones superiores el 4to piso no se veían los efectos del fondo del “segundo escenario” . Pasaban cosas… y gran parte del público no las veía.

Los cantantes, bailarines y figurantes se lucieron en las marcaciones cómicas y las propuestas de gags. Muchas propias del estilo y muchas seguramente elaboradas en los ensayos. El juego final y el guiño conllevaron que los que los que lo entendieron y disfrutaron fueron básicamente los técnicos y el equipo; lo que nos deja pensando para quién está montada la obra.

Las voces, tanto los conjuntos y los solistas se enriquecieron con el histrionismo de la mayoría de los cantantes que, además, aventuraron algunos pasos de baile (lo que ya vemos en casi todas las puestas hoy en día; tanto baile que ya tendría que ser materia obligatoria del conservatorio).

Carla Filipcic Holm es, creo, una de las mejores voces de nuestro país. Un orgullo nacional, posee un color aterciopelado y oscuro. Es flexible para recorrer su registro e ir a lo largo de cualquier frase cambiando los matices. Eso le da todo el color y equilibra la balanza entre la cantante y la actriz.

Gustavo Lopez Manzitti me gustó; y eso, es mucho decir. No soy fan de los tenores, ya saben, pero esta vez me sorprendió gratamente. Siempre sostengo que no todas las voces son para todos los papeles, en este caso la partitura le quedó excelente y la supo aprovechar para lucirse durante toda la ópera.

Jennifer Holloway en su encarnación de compositor torturado se vio cómoda y relajada. Tiene una voz interesante y potente, se escuchaba perfectamente en todo momento.

Zerbinetta (o la clásica pícara pero de corazón triste) que interpretó Ekaterina Lekhina se alzó con la responsabilidad de ser casi la voz o hilo conductor de la trama. Con brillo y simpatía lidió con el endiablado registro y la complejidad no solo del personaje sino también de la partitura. Cantó, bailó y actuó con compromiso, dejando todo sobre el escenario.

El resto del elenco y los personajes de color dieron el soporte a la acción, ora cómica, ora dramática. Ora actuando, ora actuando que actuaban!

Algunas de las voces remaron muy atrás de la calidad de las voces principales pero dieron el toque a la acción en la mayoría de los casos.

El cuadro y conjunto de Náyade, Dríade y Eco (Pisani, Machado, Gaeta) se destacó musicalmente y aportó un gran momento armónico a la puesta.

“Ariadna en Naxos” y todo el universo de mitos e historias se reponen y tiene vigencia y poder a pesar de los tiempos. La vida imita al arte y a veces no nos queda más que resignarnos, a lo bueno y a lo malo de la vida.

Y qué preferimos, un drama o un paso de comedia en nuestros cráneos vacíos?

By LAURA FERRARINI 

Reseña
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