Aída de Giuseppe Verdi, en una propuesta brillante – Teatro El Círculo (Rosario)

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Compuesta por Giuseppe Verdi y con libreto de Antonio Ghislanzoni, Aída narra la historia trágica de un amor sin fronteras ni estatus sociales. Radamés, héroe nacional de Egipto, se enamora de Aída, la esclava etíope de la hija del faraón Amneris. El triunfo sobre el pueblo etíope, hace que el faraón prometa la mano de su hija a Radamés pero el descubrimiento del origen real de Aida, hija de Amonasro – rey de Etiopía – hace que la visión de su amor cambie y la esclava se convierta en una verdadera rival de Amneris. Con una acusación de traición y la condena de los sacerdotes, Radamés será enterrado vivo, y entre las sombras aparece Aida para finalmente vivir su amor en la libertad que les otorga la muerte.

Desde el título es obvio que la protagonista y, por tanto, la voz de soprano, es Aída.  El mencionado rol estuvo interpretado por Mónica Ferracani de voz delicada y poderosa al mismo tiempo. Su zona alta de registro estuvo en pureza absoluta, con sonido brillante, aunque a veces al descender en sus sonidos sonase inestable, rápidamente supo controlarlo, su momento de amplio lucimiento estuvo en su interpretación de «Ritorna vincitor» la cual sonó, emotiva como apasionada. 

Foto, gentileza Christ Jamin – Teatro El Círculo

La familiaridad con las arias más conocidas de una ópera clásica es inevitable, el público espera Celeste Aida de Radamés y en este caso el excelente tenor Enrique Folguer de importante instrumento vocal, logro darnos a un héroe trágico como sufriente. Su amor es único e incorruptible. Su ambición por el poder solo tiene como finalidad construir un trono vecino al sol a su amada absoluta, la celestial princesa-esclava, Aída.

El barítono Leonardo López Linares se destacó como Amonasro, de voz profunda maravillosamente dramática, tuvo en sus duetos con Ferracani “Ciel, ¡mio ​​padre! … Rivedrai le foreste imbalsamate» excelencia, sus voces cambiaron rápidamente de una exquisita reminiscencia (de su país) a una ira atronadora.

Mónica Ferracani (Aida) – Leonardo López Linares (Amonasro)
Foto, gentileza Christ Jamin – Teatro El Círculo

En el rol de Ramfis, Lucas Debec Mayer, en una de sus mejores caracterizaciones, mostró presencia y teatralidad, con una voz oscura como poderosa. 

Sin embargo, la mejor cantante de esta producción fue Anabella Carnevali, su profunda voz de mezzo fue de tono arrollador. Su notable actuación pareció sin esfuerzo, acompañada de maravillosas habilidades de actuación, además de tener una voz conmovedoramente hermosa. Su actuación en el IV acto (primera escena) en su gran aria “Ohimè!  morir mi sento» fue de un crescendo absoluto, llegando a su célebre frase «Empia razza! ¡Anatema su voi!» donde el público al final respondió con sus aplausos como en rugido ante tan fascinante actuación.

Anabella Carnevali (Amneris) – Enrique Folguer (Radamés)
Foto, gentileza Christ Jamin – Teatro El Círculo

Mariano Mariño como el Faraón, estuvo correcto como histriónico en su rol, completando el elenco Patricia Villanova (Sacerdotisa) y Martín Otaduy (mensajero) los cuales hicieron gala a fin de completar el buen team vocal presentado.

El Coro de la Ópera de Rosario bajo la dirección de Horacio Castillo, tuvo los contrapuntos ideales para tan comprometida partitura verdiana. El Ballet Clásico Ruso de Rosario dirigido por Tatiana Fesenko, cumplió en la tradición con los momentos solistas como en grupo de forma notoria con una concepción coreográfica diferente, la cual nunca dio una imagen diferente a la escena.

Fotos, gentileza Christ Jamin – Teatro El Círculo

Ahora bien, notorio mis amigos es la dupla “padre e hijo” en esta Aída. Por un lado, el querido Mtro. Mario Perusso en el podio frente a la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, nos mostró que el tiempo no ha pasado, que su forma de dar clímax y tempos en excelencia respetando a los cantantes es su sello formal dentro de su historia musical que abarca tantos años en el podio, uno extraña al hoy este tipo de director, el cual es complemento de un todo y no la figura de la propuesta.

Asimismo, su hijo, el regista Marcelo Perusso, de reconocida trayectoria, vuelve a dar claridad a una obra que al hoy se la traslada a nuestra época como si fuese un enfrentamiento bélico con tanques en escena. Su producción con símbolos y detalles que llevan al espectador a época de los faraones de forma tradicional, sumado a un espléndido vestuario ideado por Ramiro Sorrequieta y a un diseño de luces realizado por Ariel Conde dieron el encuadre ideal a la propuesta.

Una dupla de claridad absoluta entre padre e hijo para llevar la partitura de Verdi a la cima que merece siempre el Maestro. Una noche en donde uno salió diciendo VIVA VERDI y felicitando al Teatro El Círculo, por llevar a cabo esta nueva producción.

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