Autor: Andrew Bergman. Actúan: Betiana Blum, Marcelo De Bellis, Romina Hecto4 Calori Magela Zanotta y Nacho Toselli. Dirección: Carlos OlivieriAsistente de dirección: Montserrat Godia.Diseño de escenografía: Lula Rojo.Diseño de iluminación: Marcelo Seghi..Diseño de vestuario: Betiana Temkin..Asistente de vestuario: Maite Mallaviabarrena. Sala: Multiteatro.. Nuestra calificación: Muy buena
Pido permiso, mis queridos lectores, que me aventure a desgranar «Mamá», esa comedia de Andrew Bergman que lleva dando tumbos desde los 80 como si se negara a jubilarse. Ya la vimos en el Maipo en 1988 con Carlos Calvo, Luisina Brando y Aída Luz, y luego en 2006 en la costa con Andrea Frigerio y Fabián Gianola, como quien lleva un viejo chiste a tomar sol. Ahora reaparece, de la mano del eterno Carlos Olivieri —que parece dirigirla con la fidelidad de quien cuida una planta que no termina de florecer—, y aunque no trae fuegos artificiales, tiene algo mejor: un elenco que convierte un texto suave como brisa en un vendaval de risas.
La historia, digámoslo sin rodeos, no va a hacer que Shakespeare se retuerza de envidia en su tumba. Es un enredo de manual: diálogos que zumban como abejas en un picnic y giros que, si bien no sorprenden a nadie que haya visto una comedia antes, cumplen con la decencia de no aburrir. Uno podría decir que es como un guiso de la abuela: no inventa la cocina, pero te deja satisfecho. Y sin embargo, en manos de Olivieri —que conoce esta obra como si la hubiera parido él mismo—, la cosa cobra vida, no por su complejidad, sino por la chispa que le sacan sus actores.
Y aquí está el milagro, porque si el texto es un arroyito tranquilo, este elenco lo transforma en un río caudaloso. Betiana Blum entra al escenario como quien sabe que no necesita gritar para que la escuchen; es un torbellino de carisma envuelto en un «batón» como si fuese un vestido de lamé, y con dos frases te hace olvidar que hay un mundo fuera del teatro. No está todo el tiempo, pero cuando aparece, es como si el sol decidiera salir a media tarde solo para saludar. Luego está Héctor Calori, que regresa al escenario como un guiño cálido al ayer, sutil pero firme, como quien te ofrece un té y de paso te cuenta una anécdota que no sabías que necesitabas.
Romina Gaetani y Marcelo De Bellis son el dúo que no sabías que querías: frescos, ágiles, como si estuvieran improvisando un partido de tenis con risas en lugar de pelotas. Nacho Toselli, por su parte, teje un personaje con la delicadeza de quien borda un pañuelo, pero lo hace tan bien que te dan ganas de aplaudirle solo por existir. Y Magela Zanotta… bueno, ella es el ancla y el viento al mismo tiempo: una presencia que llena el escenario con una seguridad que podría sostener una obra entera si alguien se olvidara el libreto. Juntos, este grupo no solo actúa; eleva un texto que podría ser un susurro a un grito de talento puro.
No falta un toque tierno, con ese amor entre mayores que es como encontrar una flor en medio de un chiste, ni esa sensación de que este elenco se quiere tanto que podrían hacer una fogata en escena y seguiría siendo adorable. «Mamá» no va a cambiar el teatro, ni lo pretende. Es una comedia suave que, gracias a estas actuaciones brillantes, se vuelve potente como un café bien cargado. Si querés reírte sin complicaciones y salir con el corazón un poquito más ligero, aquí tenés tu plan. Eso sí, no le pidas a Olivieri que suelte esta obra; creo que ya la adoptó como hija.