sábado, 6 de julio de 2024
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LA VIUDA ALEGRE: Un intento contemporáneo que desafió la tradición musical y escénica en el Teatro Colón

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La viuda alegre, opereta de Franz Léhar. Elenco: María Belén Rivarola (Hanna Glawari), Alejandro Spies (conde Danilo), Gustavo Gibert  (barón Mirko Zeta), Florencia Burgardt  (Valencienne), Fermín Prieto (Camille de Rosillon), Carlos Kaspar (Nyegus). Orquesta Estables del Teatro Colón. Dirección musical: Jan Latham Koenig. Coro Estables del Teatro Colón: Mtro. Dirección de escena: Damiano Michieletto. Escenografía: Paolo Fantin. Producción del Teatro La Fenice de Venecia.

Función: miercoles 27 de Septiembre

Fotografía gentileza: Arnaldo Colombaroli – Prensa Teatro Colón

La opereta, a menudo vista como un género secundario en el mundo del teatro musical, ha encontrado en “La Viuda Alegre (Die lustige Witwe) una verdadera obra maestra. La partitura de Franz Lehàr, junto con unas pocas composiciones selectas, ha logrado consolidarse en el repertorio de teatros de ópera en todo el mundo. Su vitalidad, acompañada de un brillo innegable y ritmos cautivadores, distingue a esta opereta de muchas otras. Sin embargo, esta nueva producción de la obra en el Teatro Colón de Buenos Aires, bajo la regie por Damiano Michieletto, plantea un enfoque radicalmente diferente que cuestiona la esencia misma de esta joya musical.

Una transformación escénica audaz

La trama de «La Viuda Alegre» se desarrolla en la embajada de Pontevedro en París y gira en torno a las consecuencias económicas de un posible matrimonio entre la viuda Hanna Glavari y un extranjero, que pondría en riesgo la riqueza de su dote y, por ende, la estabilidad financiera de Pontevedro. La solución propuesta es el matrimonio de Hanna con su antiguo amor, el conde Danilo. Sin embargo, en esta nueva producción, Michieletto decide situar la historia en un banco en lugar de una embajada. El banco teme la pérdida de depósitos si Hanna se casa con un extranjero, lo que crea una trama paralela en torno a la crisis bancaria.

Esta transformación escénica es un arriesgado cambio que plantea preguntas sobre la conexión entre la música y la acción en una obra de teatro musical. La partitura de Lehàr está arraigada en la Viena de 1905, en la «Belle Époque», un período que precedió a la Primera Guerra Mundial y que se caracterizó por su esplendor y vitalidad, pero que también con la sensación de una inminente decadencia. La música refleja la elegancia de los salones de la época y los ritmos envolventes que fascinaban a la sociedad. Sin embargo, este contexto se ve reemplazado en la producción de Michieletto por la atmósfera optimista de los años cincuenta, una época de posguerra marcada por el renacimiento económico y la reconstrucción. Esta elección escénica plantea interrogantes sobre la fidelidad a la partitura original y la capacidad de transmitir su esencia a través de un ambiente diferente.

El equipo detrás de la producción

A pesar de las controversias en torno a la dirección escénica de Michieletto junto a su equipo, se pudo apreciar una paleta de colores pasteles que transformaron la paupérrima  escenografía en un tedio, con unas marcaciones coreográficas que rozaban el sin sentido constante.

Asimismo, la parte musical de la obra no estuvo a la altura de la partitura original. La dirección de Lathan Koning no logró capturar completamente la brillantez y el encanto de la música de Lehàr. La falta de soltura y elegancia en la dirección musical contrarrestó la vitalidad de la partitura. A pesar de esto, el Coro Estable dirigido por el Mtro. Martínez destacó por su vigor y rendimiento loable.

El impacto en las voces de los cantantes.

La diferencia entre el escenario del Teatro Colón y el Teatro La Fenice, donde se representó previamente esta producción, tuvo un impacto significativo en la interpretación de los cantantes. La amplitud del escenario del nuestro Primer Coliseo, combinada con la escenografía triangular que no llenaba el espacio, provocó que las voces se perdieran en la inmensidad de la sala. A pesar de los esfuerzos de los cantantes, la producción escénica tuvo un efecto negativo en la calidad vocal y la cohesión coral.

Destacando las interpretaciones

A pesar de los desafíos planteados por la producción, hubo notables interpretaciones vocales y escénicas. Fermín Prieto, debutante en el Teatro Colón en el papel de Camille de Rosillon, Florencia Burgardt como Valencienn, Alejandro Spies como el Conde Danilo Danilowitsch y María Belén Rivarola como Hanna Glawari destacaron por sus notables voces y su profundidad en la interpretación. Gustavo Gibert también merece mención por dar al personaje del Barón Mirko Zeta la simpatía necesaria.

Conclusiones finales

La producción de «La Viuda Alegre» en el Teatro Colón de Buenos Aires, dirigida por Damiano Michieletto, es una reinterpretación audaz que desafía la esencia musical de esta opereta. A pesar de contar con talentosos colaboradores y destacadas actuaciones vocales, la elección de trasladar la trama a un banco de los años cincuenta plantea preguntas sobre la fidelidad a la partitura original y la conexión entre la música y la acción en el teatro musical. La producción escénica tuvo un impacto negativo en las voces de los cantantes y en la cohesión coral, lo que afectó la experiencia general. En última instancia, esta reinterpretación escénica plantea interrogantes sobre la necesidad de desafiar los elementos fundamentales de una obra maestra musical en aras de la originalidad escénica.

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