domingo, 8 de diciembre de 2024
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«¡La Callas Desata su Furia Celestial: La Ópera en el 2024 Según la Divina!»

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El teatro Colón de Buenos Aires, con su imponente estructura y su historia impregnada en cada rincón, parecía ser el escenario perfecto para la entrevista que Battaglia había soñado realizar. Sentado en una butaca, cerró los ojos y permitió que su ¿imaginación? lo transportara a un encuentro con la legendaria diva de la ópera, María Callas. La figura de la soprano apareció frente a él, con su inconfundible elegancia y una presencia que desafiaba el paso del tiempo.

B: Buenas tardes, María. Es un honor tener la oportunidad de hablar con Ud., aunque sea a través de esta entrevista «imaginaria». En el contexto actual del 2024, ¿cómo cree que se valora su legado artístico?

MC: Buenas tardes, Battaglia. Es un placer estar aquí. Creo que mi legado sigue siendo valorado por la pasión y la dedicación que siempre puse en mi trabajo. La ópera ha cambiado mucho, pero la esencia de transmitir emociones profundas y conectar con el público sigue siendo la misma. Siempre creí que el arte tiene el poder de trascender el tiempo y las modas, y es reconfortante pensar que mi trabajo todavía resuena con la gente hoy en día.

B: En la actualidad, vemos una creciente tendencia hacia producciones más tecnológicas y experimentales. ¿Cómo se hubiese adaptado a estas innovaciones si hubiera tenido la oportunidad?

MC: Siempre fui una artista que buscaba explorar y desafiarme a mí misma. Estoy segura de que habría abrazado las nuevas tecnologías y encontrado la manera de integrarlas en mis interpretaciones, siempre y cuando no comprometieran la integridad emocional y artística de la obra. La tecnología puede ser una herramienta poderosa para enriquecer la experiencia del público, pero nunca debe eclipsar el corazón y el alma de la actuación.

B: La ópera ha experimentado una transformación significativa en cuanto a la diversidad y la inclusión. ¿Cuál es su opinión sobre la evolución del género en este sentido?

MC: La diversidad y la inclusión son fundamentales para el crecimiento y la relevancia continua de cualquier forma de arte. La ópera debe reflejar la sociedad en la que vivimos, y me alegra ver que se está volviendo más accesible y representativa para todos. En mi época, el acceso a la ópera estaba mucho más limitado, y es maravilloso ver que ahora más personas pueden disfrutar y participar en este hermoso arte.

B: Hablando de sus interpretaciones, muchas de ellas siguen siendo consideradas insuperables. ¿Cuál fue su enfoque para dar vida a personajes tan complejos y multidimensionales?

MC: Siempre me sumergí completamente en mis personajes. Estudiaba cada detalle de su historia, su psicología y sus emociones. Para mí, no se trataba solo de cantar las notas correctas, sino de vivir y respirar cada momento en el escenario. Era un proceso exhaustivo pero profundamente gratificante. Cada personaje que interpretaba era una nueva oportunidad para explorar diferentes facetas de la humanidad y conectarme con el público de una manera única.

B: Además de su técnica y talento vocal, su capacidad para transmitir emociones fue siempre una de sus mayores fortalezas. ¿Cómo logró mantener ese nivel de intensidad emocional en cada actuación?

MC: La clave estaba en la autenticidad. Siempre me esforzaba por ser genuina en mi interpretación. No se trataba solo de actuar, sino de realmente sentir cada emoción. La vida me dio muchas experiencias que pude canalizar en mis actuaciones. Las alegrías, las tristezas, los triunfos y las derrotas, todo eso alimentaba mi arte y me permitía conectarme de una manera más profunda con el público.

B: En cuanto a la formación de nuevos talentos, ¿qué consejo le daría a los jóvenes cantantes de ópera que buscan dejar su huella en el mundo?

MC: Les diría que nunca dejen de aprender y de perfeccionarse. La disciplina y la pasión son esenciales. También deben ser auténticos y encontrar su propia voz, en lugar de intentar imitar a otros. Cada artista tiene algo único que ofrecer. La autenticidad y la dedicación son las claves para alcanzar el éxito y dejar una huella duradera en el mundo del arte.

B: Hablemos de La Diva y el amor. Su vida personal siempre estuvo bajo el escrutinio público. ¿Cómo manejo el equilibrio entre tu carrera y su vida personal?

MC: No fue fácil, debo admitir. La vida de una diva es una vida de constante sacrificio. El amor y la carrera a menudo se encontraron en conflicto. Mis relaciones personales fueron complicadas y, en muchos casos, dolorosas. Sin embargo, cada experiencia, buena o mala, alimentó mi arte. El amor es una fuerza poderosa, y aunque a veces puede ser destructivo, también puede ser increíblemente inspirador. Tratar de equilibrar ambos aspectos de mi vida fue un desafío constante, pero cada experiencia me hizo más fuerte y más comprometida con mi arte.

B: ¿Cómo es ser Callas? ¿Qué significa para Ud. llevar ese nombre y ese legado?

MC: Ser Callas es un honor y una responsabilidad. Llevar ese nombre significa ser sinónimo de dedicación, pasión y excelencia. Siempre sentí que debía estar a la altura de las expectativas y dar lo mejor de mí en cada actuación. Mi nombre no solo representa mi trabajo, sino también la influencia y el impacto que he tenido en el mundo de la ópera. Es un legado que espero inspire a futuras generaciones de artistas.

B: ¿Presupone Ud. que ha tenido continuadoras? ¿Hay cantantes actuales que consideres tus herederas artísticas?

MC: Estoy segura de que he tenido continuadoras. Cada generación de artistas se nutre de las que vinieron antes. He visto a muchas sopranos jóvenes que llevan mi influencia en su arte, y eso es algo que me llena de orgullo. Artistas como Anna Netrebko, Sondra Radvanovzky, Angela Gheorghiu por ejemplo, han demostrado una capacidad increíble para transmitir emociones y conectarse con el público, algo que siempre consideré esencial en mi trabajo.

B: Desde el cielo, ¿qué ves sobre los cantantes en la actualidad? ¿Cuál es su opinión sobre la nueva generación de artistas?

MC: Desde el cielo, veo a muchos artistas talentosos que están llevando la ópera a nuevas alturas. La técnica vocal y la preparación han mejorado enormemente, y hay una dedicación admirable a mantener viva la tradición operística. Sin embargo, también veo la importancia de mantener la autenticidad y la capacidad de conectar emocionalmente con el público. La técnica es esencial, pero el corazón y el alma son lo que realmente hacen que una actuación sea memorable. Es por ello que vuelvo a sostener que los moldes se han roto y que en verdad sobran los dedos de una mano… b

B: En 1949, cuando debutó en Buenos Aires, hubo un famoso conflicto con Eva Perón. ¿Podría contarnos esa anécdota?

MC: Ah, sí, el famoso encuentro con «La Perona». Fue una experiencia intensa. Yo estaba en la cima de mi carrera y había sido invitada a cantar en el Teatro Colón. Eva Perón, que era una figura muy poderosa en ese momento, deseaba que actuara en un evento benéfico organizado por ella. Sin embargo, yo ya tenía compromisos y no podía cambiar mis planes. Esto no fue bien recibido por Eva, y la situación se volvió tensa. Fue una lección sobre el poder y la influencia fuera del escenario, algo que me hizo más consciente de las dinámicas políticas y sociales que rodean el arte.

B: Regreso años después (1972)al Festival de Mar del Plata para presentarsu película «Medea» dirigida por Pasolini. ¿Cómo fue esa experiencia?

MC: Fue un momento muy especial para mí. La interpretación de «Medea» en el cine fue una extensión de mi trabajo en la ópera, llevándolo a una nueva dimensión. Llegar al Festival de Mar del Plata y ver cómo la audiencia recibía la película con tanto entusiasmo fue increíblemente gratificante. Sentí que había logrado transmitir la misma intensidad y emoción en la pantalla que en el escenario. Además, Mar del Plata tenía un encanto particular, una mezcla de sofisticación y calidez que me hizo sentir muy bienvenida. Le confieso que, tras mi enfrentamiento con Eva, había decidido no volver a la «catedral de la ópera» (como se llamaba entonces al T. Colón). Me dio mucha tristeza dejar Buenos Aires sin regresar a esa sala que me vio nacer, no como La Callas, sino como Maria Meneghini Callas.

SB: Hoy en día, los registas a menudo transforman las producciones de ópera, desviándose a veces de la visión original del autor. ¿Cuál es su opinión sobre esta tendencia?

MC: Es una cuestión delicada. Los directores de escena tienen un papel crucial en la ópera, y su creatividad puede aportar nuevas perspectivas y enriquecer las producciones. Sin embargo, creo que es fundamental respetar la esencia de la obra original y la intención del compositor. La ópera es una forma de arte compleja donde cada elemento, desde la música hasta la dramaturgia, debe trabajar en armonía. Cuando se altera demasiado la visión original, se corre el riesgo de perder la autenticidad y la profundidad de la obra. Creo en la innovación, pero también en la fidelidad a la obra y al autor.

B: Finalmente, si pudiera compartir una última reflexión con nuestros lectores sobre el futuro de la ópera, ¿qué diría?

MC: La ópera es un arte atemporal que continuará evolucionando y tocando los corazones de las personas. Mientras haya pasión y compromiso, seguirá siendo una fuente poderosa de inspiración y belleza. La clave está en mantener viva esa llama y transmitirla a las nuevas generaciones. La ópera no debe ser vista como un arte elitista o anticuado, sino como una forma vibrante y relevante de expresión humana. Insto a todos a abrazar esta hermosa forma de arte y a encontrar en ella una fuente de alegría y trascendencia.

B: Muchas gracias, María, por esta enriquecedora conversación. Su legado sigue inspirando y emocionando a amantes de la ópera en todo el mundo.

MC: Gracias a Ud, Battaglia. Es un honor saber que mi trabajo sigue resonando con tanta gente. La música tiene el poder de trascender el tiempo y las fronteras. Mi esperanza es que continúe inspirando y elevando el espíritu humano, tal como lo ha hecho durante siglos.

Battaglia se quedó un momento en silencio, saboreando las palabras de la Diva. Luego, como despertando de un sueño, se levantó de la butaca y recorrió una vez más los pasillos del teatro. Cada cada rincón, parecía haber cobrado vida después de esa conversación ¿imaginaria? con La Callas, o mejor dicho María…

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