El Grabado, dentro de las disciplinas de las Artes Plásticas (y de las propias técnicas y variantes), “no es para creadores impacientes”, si se nos permite el comentario. Y esto es así porque una vez definida en la mente del grabador y en los bocetos que elabore, luego le sigue un largo y cuidadoso proceso de etapas técnicas de realización que requieren tiempo, ajustes, correcciones, hasta finalmente llegar a la obra que deberá ajustarse a aquella imagen inicial que había surgido de la creatividad del autor. Así, talento y oficio depurado deben conjugarse para llegar al objetivo deseado. Esto no implica absoluta rigidez en el proceso técnico, no inhabilita la posibilidad de experimentación, pero aun así el dominio técnico es fundamental para llegar a buen puerto y poner de manifiesto el talento y la creatividad del artista.
Argentina ha tenido y tiene grandes grabadores. Desde Guillermo Facio Hebequer o Adolfo Bellcq hasta Alda María Armagni o Cristina Santander, sin olvidar al gran Antonio Berni. Pero entre los grabadores contemporáneos, no podemos dejar de mencionar a Horacio Beccaría, con una exitosa carrera artística de más de 50 años, y que (luego de una gran exhibición de su obra en el Museo Quinquela Martín) exhibe sus últimas creaciones en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires. Galardonado con múltiples e importantes premios a lo largo de su extensa carrera, mereció entre otros el Gran Premio de Honor Nacional de Grabado; y acompañó su labor creativa con el desarrollo de la docencia en su disciplina específica, siendo además un excelente maestro.
En cuanto a la exposición que nos ocupa, como era de esperar, las obras llevan el sello absolutamente identificable de Beccaría, pero siempre ofreciendo “un paso más” en su búsqueda incesante dentro de una clara estética y un depuradísimo oficio que le son propios. En esta oportunidad (y no es la primera vez) el color se manifiesta en toda su potencia y energía, con formas geométricas puras, que yuxtapuestas o superpuestas crean contrastes o sutiles armonías, a lo que se agregan las transparencias a través de formas generadas por grafismos y tramas lineales, generando sugerentes texturas visuales que enriquecen la superficie. Pero protagonistas importantes son los relieves, texturas táctiles de alto grado, como el caso de los gofrados y los troquelados en un gran número de las obras expuestas.
Todos estos elementos mencionados se articulan para corporizarse en obras en las que el artista, además de demostrarnos su dominio de la composición, genera imágenes sumamente sugerentes, que tienen algo de ancestral, de simbólico primitivo, que le da un sutil matiz étnico, a pesar de ser obras abstractas absolutamente contemporáneas. Sus títulos además son tan sugerentes como las obras: “El límite de los sueños” o “El soplo del recuerdo”, entre otros. En resumen, son el resultado de la labor de un notable creador.
Es un placer para los espectadores pues tener la posibilidad de acercarse y entrar en diálogo con las obras de la exposición “Poesía de formas y colores” de un gran artista, el maestro Horacio Beccaria.