Para la obertura, el escenario giratorio de Katharina Schlipf muestra una casa de muñecas de clase alta: hay discusiones en la familia, los tres niños tienen que irse a la cama. Luego el abuelo les cuenta las aventuras de Tamino y Pamina con la Reina de la Noche y el Rey Sol Sarastro a modo de cuento antes de dormir. Y luego los personajes soñados cobran vida y atraen a los tres famosos Niños Cantores de Viena justo en medio de la «Flauta Mágica» de Mozart. Con esta historia, la directora Lydia Steier ahorra a sus protagonistas la recitación forzada de los diálogos de Emanuel Schikaneder. Roland Koch lo hace con una agradable subestimación. También le gusta jugar al ping-pong con el director cuando habla melodramaticamente con la música. Se requiere reaccionar rápidamente, no hay problema para la ágil Joana Mallwitz.
¿Cuántas mujeres necesita Papageno, cuánta payasada puede aguantar la ópera? Al final, se mantuvo el equilibrio de los elementos…
Lydia Steier utiliza el teatro de máquinas de Schikaneder con virtuosismo, nunca desprovisto de ideas y aderezado con su propia ironía. La «Flauta Mágica» es para ellos ante todo el grupo suburbano que tenía en mente el inteligente hombre de teatro. En un sinuoso tramo de escaleras a la Maurits Escher, Steier se basa en la revista y el slapstick con bailarinas de mariposas y osos de peluche gigantes, cuando Tamino calma a los animales salvajes con su flauta. Después del primer levantamiento estás algo aplanado. Y me viene a la mente uno de los títulos de una farsa de Nestroy, al fin y al cabo estamos en Austria: ¿Lydia Steier sólo quiere hacer una broma con el drama de las ideas de Mozart?
Pero con el mundo de «Isis y Osiris» en el segundo acto, se pone seria. El joven Tareq Nazmi, muy conocido en Munich, demuestra con gran profundidad que tiene lo que se necesita para ser un sarastro. Lydia Steier muestra al gobernante y su sindicato de hombres con un aspecto uniforme y un traje con bombín, como los caballeros grises en «Momo» de Michael Ende. Aquí no sólo le roban el tiempo a la gente, sino incluso su vida. Porque mutan en un escuadrón de soldados que reclutan reclutas para quemarlos en la guerra. Durante la prueba de fuego y agua de Tamino y Pamina, horribles imágenes de películas de la Primera Guerra Mundial parpadean en el escenario: las imágenes de televisión del presente están inmediatamente presentes.
Con su soprano juvenil y claramente guiada, Regula Mühlemann demuestra que es una perfecta estilista de Mozart. Como Pamina, cautivó a la audiencia con su naturalidad y superó a todo el conjunto de Mozart de Salzburgo. Con el poderoso, si no natural, Mauro Peter como Tamino, con el marimacho Michael Nagl como Papageno y un trío de mujeres extremadamente homogéneo, fue de buena calidad de festival. Mientras que Peter Tantsits, por supuesto no con la cara pintada de negro , creó a Monostatos como una caricatura vocal, los déficits vocales de Brenda Rae como Reina de la Noche probablemente fueron de naturaleza involuntaria.
Joana Mallwitz es la mujer ideal para podio de orquesta, siempre gesticulando con sus protegidos en el escenario. La Filarmónica de Viena lo ha reducido a la creación de música históricamente informada: el sonido es audaz, vivo y nítido, a veces un poco demasiado compacto para la acústica de la Haus für Mozart. Incluso en el segundo intento, esta «Flauta Mágica» de Salzburgo no es un gran éxito, pero sí un notable intento de llegar al fondo de las ambivalencias de la pieza y los personajes.