En la era eduardiana, el proceso de madurar para los aristócratas ocurría casi de manera repentina. Cuando una joven cumplía d
ieciocho años, su infancia llegaba a su fin. El hecho de recogerse el cabello y alargar las faldas indicaba que se había convertido en una adulta, lista para salir y sumergirse en su primera temporada social.
El evento más importante y emocionante era la presentación en la corte. Cada debutante, llevando un ramo de flores, vestía un elegante vestido blanco con una larga cola y un tocado adornado con plumas de avestruz. Hacían una reverencia ante la reina Alexandra, esposa de Eduardo VII, para ser presentadas oficialmente a la sociedad. (Similar a cómo Lady Rose fue presentada a la reina María y al rey Jorge V en el especial de Navidad de 2013 de Downton Abbey). La joven debutante solía estar acompañada por un acompañante, a menudo su madre.
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Tras este evento crucial, se podía respirar un poco, ya que el joven aristócrata, ahora oficialmente integrado en la sociedad, se veía inmerso en un ciclo de bailes, eventos sociales y reuniones que componían la Temporada. Después de tres meses, muchas debutantes terminaban completamente agotadas debido a la intensa actividad social. Durante esta temporada, tenían la oportunidad de lucir hermosos vestidos, relacionarse con la alta sociedad londinense y, lo más importante, conocer a jóvenes adecuados, aunque siempre bajo la supervisión de un acompañante. En aquellos tiempos, encontrar una pareja era el objetivo principal de la temporada, y Lord Byron incluso llegó a llamarla un «mercado de matrimonios». Así era la realidad en la era eduardiana. Además, algunas damas tenían su propio «baile de salida» como punto culminante de su primera temporada