Cuestión de género, de Jade-Rose Parker. Versión: Pablo Kompel y Ricardo Hornos. Elenco: Moria Casán, Jorge Marrale, Paula Kohan y Ariel Pérez de María. Dirección: Nelson Valente. Duración: 80 minutos. Sala: Teatro Metropolitan ( Av. Corrientes 1343, C. 1043 C.A.B.A.). Nuestra opinión: buena.
¡Sujétense los peluquines, queridos, que el Teatro Metropolitan se convirtió en la disco de Moria Casán! Cuestión de Género, la comedia de Jade-Rose Parker, llega con la promesa de un misil transgresor contra los prejuicios, pero termina siendo un petardo de kermés con extra de purpurina y lunfardo. Dirigida por Nelson Valente y con Jorge Marrale, Paula Kohan y Ariel Pérez de María tratando de no quedar eclipsados por la One, esta obra es un choque frontal entre lo que pudo ser –una comedia afilada sobre identidad– y lo que es: un show de varieté porteño que parece escrito para el club de fans de Moria. ¡Dr. Merengue, subí el volumen! ¡Ay, mis estimados, esto no es un merengue con filo, es un pochoclo bañado en glitter que se derrite antes de morder! Vamos a desarmar este espectáculo con la chispa de un cortocircuito y la ironía de un duelo entre el crítico serio y el Dr. Merengue, mientras le ponemos nuestra calificación.
¿Champagne Francés o Fernet con Cola?
La premisa es puro fuego: Jade (Moria), esposa de «clase alta», suelta la bomba de que es una mujer trans después de 30 años casada con Francisco (Marrale), un político “progre” que tuitea sobre diversidad desde su sillón de cuero. En París, con Victoria Abril, este texto era un martini seco, con un twist de incomodidad. Pero la adaptación de Pablo Kompel y Ricardo Hornos lo metió en una licuadora de Once, y nos sirvieron un Fernet con cola: burbujeante, rico, pero cero sofisticado. Los diálogos están tan cargados de “¡mamita, qué quilombo!” y chistes de boliche que la transgresión se pierde como señal de 4G en el subte. ¿Era necesario tanto “¡dale, querida!” para hablar de identidad? ¡Dr. Merengue irrumpe con un ventilador! ¡Por las plumas de Lady Gaga, esto no es una comedia francesa, es un sketch de Zoológico de Palermo! ¿Dónde está el bisturí que prometía cortar prejuicios? ¡Me dieron un merengue que es puro azúcar de kermés! Queríamos una puñalada al corazón, no un cosquilleo de plumas de vedette.
Moria Casán: ¿Jade o la Diva del Obelisco?
Moria no actúa, levita. Entra al escenario como si fuera la dueña de la Avenida Corrientes, y cada guiño al público es un misil de carisma que podría hacer reír a un semáforo. Pero, ¡por Dior!, la Jade que debería ser una mujer compleja, cargada de matices, se convierte en un greatest hits de ella misma: “¡qué lo tiró!”, “¡dale, mamita!” y un desfile de muletillas que parecen sacadas de un especial de Intrusos. La confesión central, que debería ser un terremoto emocional, se ahoga en un tsunami de chistes que convierten la transgresión en un monólogo de stand-up. ¡Dr. Merengue, agitando una boa rosa! ¡Moria, emperatriz del caos, diosa del Wi-Fi porteño! Subís al escenario y el universo hace reverencia, pero, ¿era necesario que el texto se postrara ante tus muletillas? ¡Esto es Cuestión de Moria, no Cuestión de Género! Queríamos una verdad que nos partiera el alma, no un show de lentejuelas en un boliche de Recoleta. ¡Menos purpurina y más puñales, que el merengue también puede sangrar!
Marrale y Compañía: Bailando en el Huracán
Jorge Marrale, como Francisco, es el héroe anónimo que intenta mantener la compostura mientras Moria desata un tornado de glitter. Su político hipócrita tiene momentos de oro, con miradas que gritan “¿cómo llegué a esto?”, pero el guion lo deja varado como un turista perdido en la 9 de Julio. Paula Kohan y Ariel Pérez de María, como la hija adoptiva y su pareja, son como los primos cool en un asado: aportan frescura, pero nadie les pasa el micrófono. Valente dirige con el ritmo de un DJ en una fiesta, but no logra domar la avalancha de argentinismos que sepulta cualquier atisbo de profundidad. ¡Dr. Merengue, con un mohín dramático! ¡Marrale, santo varón, merecés un Nobel por no desmayarte en el ring de Moria! Tu Francisco es un oasis en este desierto de lentejuelas, pero el guion te dio un mate sin yerba. Y a Kohan y Pérez de María, un chapeau por remar las acciones. ¡Valente, tesoro, poné un freno a este desfile de vedettes, que el merengue necesita más sustancia y menos espuma!
Escenografía y Dirección: Un Vestido de Gala para un Chiste de WhatsApp
La escenografía de Julieta Kompel es un 10: un living chic que parece sacado de una telenovela de Pol-ka, perfecto para un drama íntimo que nunca llega. La iluminación de Matías Sendón es como un amigo que te hace un guiño en la oscuridad, y el sonido de Pablo Abal sabe cuándo callarse y cuándo aplaudir. Pero ni el mejor vestido salva un chiste que ya te contaron en un grupo de WhatsApp. Valente mantiene el ritmo, but seems to surrender to the temptation of letting Moria monopolize the scene. ¡Dr. Merengue, con un aspaviento teatral! ¡Qué living divino, parece la casa de Mirtha Legrand! Pero, ¿para qué tanto glamour si el texto es un meme de Twitter? La iluminación es un poema, el sonido una caricia, but the script, ¡ay, el guion! Es como servir un merengue en un vaso de plástico descartable. ¡Valente, divino, hacé que este espectáculo vuele, no que tropiece en sus propios tacos!
Risas a Carcajadas, Pero Poca Transgresión
Cuestión de Género es un caramelito que te hace reír hasta que te duela la panza, but it sticks to your teeth. Moria Casán es una supernova que ilumina todo, pero la adaptación argentina convierte un texto con potencial de incomodar en un show de varieté con más purpurina que profundidad. Si querés aplaudir a Casan y reírte de chistes que podrían estar en un asado en Lomas, es tu plan perfecto. ¡Dr. Merengue, con un brindis irónico! ¡Qué merengue tan dulce, pero tan empalagoso, queridos! Moria brilla como un cartel de Las Vegas, pero este texto necesitaba menos fierro y más veneno. Ve al Metropolitan, ríete con la reina, pero no esperes que cambie tu mundo. El merengue debe ser liviano, pero con un chorrito de absenta, ¡no sólo azúcar!