CARMEN en el Palacio Paz: una experiencia imperdible que redefine el placer de la ópera

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En el centro de la ópera, la magia de Carmen se despliega como un banquete para los sentidos en la imponente escena del Palacio Paz. La obra maestra de Georges Bizet, estrenada por primera vez en 1875, emerge como una experiencia deslumbrante y apasionante que cautiva a todos por igual.

La producción, dirigida por la destacada directora musical María José Maito, presenta una narrativa fluida en partitura que envuelve al espectador en cada acto. Maito, con habilidad, comenta la trama, guiando a la audiencia a través de un torbellino de emociones.

La seductora y enigmática Carmen, interpretada por la mezzo Roció Arbizu, lleva a la audiencia en un viaje emocional con su dominio seguro de las melodías de Bizet. Su voz, cambiante como un río, fluye entre los brazos de sus amantes con destreza y profundidad, mostrando su habilidad para encarnar el papel.

Pero la excelencia vocal no se detiene ahí. Laura Polverini, en el papel de la dulce y virtuosa Micaela, cautiva con su interpretación llena de gracia y emotividad. Su «Je dis que rien ne m’epouvante» es un momento de pura magia, donde su calidad interpretativa brilla intensamente.

Cristian Karim Taleb, como el atormentado Don José, destaca con su poderosa voz llena de matices y una profundidad emocional que conmueve al público. Cada nota resuena con la tragedia de un amor perdido y las luchas internas del alma.

Y no se puede olvidar al seductor Escamillo, interpretado por Santiago Angulengui, cuya voz versátil y magnética enciende la pasión en el escenario. Su torero encantador y seguro de sí mismo crea un contraste perfecto con la tormenta emocional que lo rodea.

El coro Chorale Lyrique, dirigido por Silvia Aloy, añade una dimensión adicional con su dicción clara y precisa.

El concepto coreográfico, liderado por la destacada pareja de bailaores Luciana Garoni y Vico Zapata, transforma el «intermezzo» en una amalgama visual de amor, pasión y tragedia, añadiendo una capa extra de belleza a la presentación.

En resumen, Carmen en el Palacio Paz no es simplemente una ópera; es una explosión de talento vocal, una experiencia estética y un retorno a la majestuosidad de épocas pasadas.

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