ÓPERETA: «BA-TA-CLÁN» de OFFENBACH y EL UNIVERSO DE BUENOS AIRES LÍRICA

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BUENOS AIRES LÍRICA PRESENTA

BA-TA-CLAN

Música: Jacques Offenbach

Libreto: Ludivic Halévy

Dirección musical: Juan Casasbellas

Puesta en escena: Ignacio Gonzáles Cano

Diseño de escenografía: Matias Otálora

Diseño de vestuario: Denise Massri, Mercedes Nastri

Diseño de iluminación: Ricardo Sica

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REPARTO

Fé-ni-han: Josué Miranda, Fabián Frías

Ké-ki-ka-ko: Agustín Gómez

Ko-ko-ri-ko: Sergio Carlevaris

Fé-an-nich-ton: Ximena Farías

Conspiradores: Natalia Albero, Jorgelina Manauta, Sergiuo Vittadini, Juan feico

Ba-ta-clan y el universo de Buenos Aires Lírica

George Lucas contó en una entrevista que el ideó el universo de Star Wars con leyes propias; si bien muchas cuestiones del espacio se descubrieron a posteriori, él decidió que su universo siguiera según la idea original. Así, por ejemplo, el sonido en el espacio, en el vacio no hay sonido (audible a nuestros oídos) pero todos disfrutamos de láseres y motores de naves espaciales. El es el creador y se atiene a sus reglas, y todos lo disfrutamos.

Buenos Aires Lírica tiene su universo, sus modos, sus posiciones estéticas; uno podría entrar a la sala sin saber de quién es la puesta y dos compases luego sostener que es una puesta de esta compañía. Junta la cantidad justa de irreverencia, mezcla lo contemporáneo, lo social y lo político, moviéndose en una línea que esta a pasos del precipicio, pero que ellos como artistas y su fiel auditorio disfrutan.

Señal de estas cosas es el lleno total de la sala Picadero, y seguramente su anhelo de rupturas es justamente la elección de esta sala tan complicada para la ópera. También la elección de estos títulos, Offenbach es un buscador de alegría, de entretenimiento y burla a lo establecido. Se mofa de la ópera, de los empresarios, de los clichés de cantantes y directores, pocas cosas escapan a su aguda observación.

Pero, claro, estas dificultades (la sala en particular) llevan al uso de creatividad, en esta ocasión se colocó a la orquesta sobre el fondo del pequeño escenario, y usaron un monitor para ver las indicaciones del director. El Maestro Casasbellas lidió con su espíritu aguerrido contra las dificultades de estas partituras, siempre pienso que son tan difíciles estas “pequeñas óperas” como una gran ópera en lo musical. Las secciones de metales dan particular trabajo en el ensamble y las afinaciones. Pero hubo momentos muy logrados y acompañó la orquesta al divertimento general, fue un protagonista más.

La utilización de los recursos de la sala ayudo a la puesta en general. La escenografía fue sencilla siguiendo también el espíritu del estilo. Este tipo de obras están hechas para pequeñas producciones, de esas que lidian con todos los problemas económicos y temporales de la época pero que terminan siendo un triunfo del espíritu humano y de la necesidad de expresarse, de burlarse, de enfrentarse al sistema, de resolver: “con lo qué hay”.

Si bien esta compañía cuenta con recursos, estos se lucieron en el prolijo vestuario, la correcta iluminación y la realización de la ambientación.

José Miranda tuvo muy buenos momentos en lo vocal y en su desenvolvimiento actoral. No es fácil hacer reír, esto se aplica claro a toda la puesta. Como reza el refrán: “es más fácil hacer llorar que hacer reír”.

Agustín Gómez fue un inocente Ké-ki-ka-ko, con una voz de tenor en desarrollo seguramente dará que hablar en los próximos años.

Sergio Carlevaris, un habitual de la casa siempre sólido ayudo al desarrollo de la acción buscando destacarse en cada pequeña entrada.

Ximena Farías usó la idea de la auto representación para ser la diva de la producción. Es muy suelta en lo actoral, pero no se vio beneficiada por la acústica difícil de la sala.

Natalia Alberó, Jorge Manauta, Sergio Vittadini y Juan Feico, a pesar de ser mal llamados “el decorado” (de forma cómica) fueron una gran ensamble, en lo vocal y en las escenas divertidas, soportando los gags y llevándolos a la acción dramática de manera dinámica y provocando la risa del público que colmó la sala.

Una puesta para no perderse de una obra que está en el acerbo popular. Para empezar a acercarse al género y para aprovechar por lo poco de sus reposiciones actuales. Tan parisina como porteña en su esencia.

Buenos Aires Lírica presento Ba-ta-clán, con sus reglas y Ba-ta-clán es Buenos Aires Lírica.

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