OPERA (Cobertura internacional – Opera Bastille): «LA BOHEME» un transbordador galáctico que se encontró a la deriva

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La Boheme de Giacomo Puccini

Opera Bastille

Temporada 2017/2018

Elenco: Yoncheva, Sonya / Ayan, Atalla / Rucinski, Artur / Tagliavini, Roberto / Arduini, Alessio / Garifullina, Aida

Orquesta Ópera Nacional de París

Dtor: Dudamel, Gustavo
Reggie: Guth, Claus

Escenografia: Etienne Pluss

Diseño de vestuario: Eva Dessecker

Diseno de iluminacion: Fabrice Kebour

Vídeo: Arian Andiel

Coreografía:Teresa Rotemberg

Dramaturgia:Yvonne Gebauer

Maestro del coro: José Luis Basso

Luego del ingreso en sala, uno se halla frente a un transbordador espacial… Pero claro, uno adquirió entrada para La Boheme, opera celebre de Giacomo Puccini, por tanto se pregunta si uno está en la película de Kubrick » 2001, Odisea del espacio» o se plantea otro disparate por ver…

Pues claro, al podio en su debut en Bastille el aclamado director Gustavo Dudamel, quien presento una síntesis de impronta en sus sus colores que manejo en la obertura, sus ajustados tempos en todo el transcurso de la obra dieron una batuta excelente a la lectura del genio de Lucca. Pero claro, la obra se desarrolla en un transbordador espacial donde un gran ventanal da a la Luna y sus protagonistas están dormidos aletargados en capsulas. El disparate fue tan manifiesto que los espectadores se reían ante el absurdo y sin sentido de la propuesta escénica marcada por Claus Guth, su menosprecio a la obra de Puccini fue creciendo en desarrollo de la velada a lo cual aplausos no hubo , si en cambio abucheos, silbidos y media sala vacía al finalizar la función.

El equipo vocal de reconocidos solistas, tampoco pudo con la nave galáctica… Absolutamente protagonista fue Sonya Yoncheva, la cual en sus diversos matices pudo llevar su Mimi en la nave Enterprise de manera refinada y convincente, problemas en su zona alta dan pauta de su incomodidad escénica que sufrió junto a Aida Garilufina, quien posee una voz plena con brillo pero claro acá Musetta aparece en el escenario en un teletransportador lo cual resto; ninguna de las dos protagonistas femeninas que nos tienen acostumbrados a deleitar con sus voces pudieron transmitir emoción alguna, en la función vista, el disparate provocaba la risa del espectador y la incomodidad del cantante se transmitió en todo momento.

El tenor brasileño Atalla Ayan, de volumen escaso para Bastille presentó un centro vocal correcto que nunca llego a conformar un Rodolfo en estilo. El Marcello de Artur Ruscnzki, presentó un abanico de matices en su voz lo cual agregado a su seguridad en su emisión lo transformaron en el protagonista de la noche.

Alessio Arduini(Schaunard) y Roberto Tagliavini (Colline), estuvieron correctos en todo momento, aunque debo aclarar que «Vecchia zimarra» del último citado, mostro una ajustada técnica en oscuridad pero sin emoción alguna.

La particularidad de la noche, fue la carencia de emoción, la carencia de la razón sobre el disparate escénico. Uno se pregunta qué más se busca en Opera Bastille, anteriormente fue con el Don Carlos (Verdi) donde Kauffman/Yoncheva/Abrakdazof/Garanca, también sucumbieron al disparate de la reggie marcada, donde el suicidio era la marca del bodrio escénico.

Una Boheme que chocó contra el metorito «absurdo», y que lamentablemente sucumbió a los sin razón…

A. Mentasti

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