OPERA (cobertura Internacional : «LUISA MILLER » de G. Verdi, YONCHEVA + BECZALA+ DOMINGO, una VERSIÓN APASIONADA COMO BRILLANTE…

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Luisa Miller

Música G. Verdi / Libretto S. Camarano

Metropolitan Opera House (función del 2 de abril)

Dtor. de Oruesta: Bertrand de Billy

Regisseur: Elijah Moshinsky

Elenco:

Sonya Yoncheva/ Piotr Beczala /Placido Domingo

Alexander Vinogradov / Dmitry Belosselskiy/ Olesya Petrova

Fotos gentileza del Metropolitan Opera House

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Luisa Miller es la décimo quinta de las óperas de Verdi. Si uno quisiera realizar una descripción general, podría decirse que el primer acto se remonta a la época del Bel Canto e incluso a los propios «años de galera» de Verdi, con sus melodías chispeantes, coloratura precisa para soprano y un dúo tenor-soprano. El segundo acto se oscurece, con un dúo de dos bajos en donde se ofrece intercambios que guían la trama y se colocan dramáticamente frente a los sonidos luminosos de la inocencia de Luisa, con su gran arrebato, «Tu puniscimi, O Signore», una súplica digna de Desdémona. Asimismo, el aria de tenor que termina el acto es un arrebato emocional en toda regla en una situación perfectamente adecuada. Y el acto final, con su deslumbrante dúo de padre e hija, es un drama psicológico puro como refinado; están solos y no se tienen nada más que el uno al otro. Sigue la tragedia y, aunque las labores de la trama pueden ser tediosas, el cuidado con el que Verdi ha diseñado los dúos finales, para padre / hija y los dos amantes, nunca deja de tocar el corazón.

La producción nueva que presenta el Met, es un logro impresionante. El papel de Luisa, mostro a Sonya Yoncheva en un rol que le es ideal. Inocente al principio, luego su confrontación con su mundo real y su enfrentamiento. La tristeza le aparece cuando, en el tercer acto, ella acepta la malicia como la miseria de su situación. Yoncheva, tuvo muchos momentos de canto completamente radiante, actuado el papel de manera convincente.

La voz del tenor Piotr Beczala siempre ha sido algo difícil de caracterizar, pero rara vez decepciona, ciertamente no lo hizo aquí. Uno siempre sostiene que el segundo acto es extenuante para todo cantante que se atreva al rol de Rodolfo, en el mencionado acto se culmina en la célebre «Quando le sere al placido» con su feroz cabaletta. Una actuación con clase de un nuevo papel para este tenor que demostró estar en uno de sus mejores momentos vocales de su carrera.

El papel de Miller, el padre de Luisa fue tomado por Plácido Domingo, en su papel 51 en el Met y, según su propio recuento, en su rol número 149. Cuando uno escucha a Domingo uno no sabe bien en que registro colocarlo pues no se escucha como barítono y tampoco como tenor, lo cual fue notorio en Miller. Justo cuando la voz adquiere un acabado de caoba se vuelve opaca, y las notas bajas son más sugeridas que cantadas (el director Bertrand de Billy mantuvo a la orquesta susurrada en esos momentos). Pero el sentido de la línea del admirado Domingo da sencillez y sinceridad en su entrega, como su musicalidad admirable, un dato a tener en cuenta es el sentimiento con el que tomo a Miller en su dueto del acto final, fue tan sentido que podría hacer llorar a una piedra.

Alexander Vinogradov, haciendo su debut en el papel del conde Walter, el padre de Rodolfo fue correctamente desagradable e intimidante, su voz segura fluyo en sala de manera notoria, tuvo como su secuaz, a Dmitry Belosselskiy el cual mostraba un rol que fue aún más cobarde; en realidad es él quien pone en movimiento la tragedia al obligar a Luisa a parecer que abandonó a Rodolfo. Su tono grande y redondo era el adecuado para la parte, y su dúo con Vinogradov impresionó. En el papel pequeño e ingrato de la condesa Federica, supuestamente prometida de Rodolfo, Olesya Petrova fue correcta en sus tonos oscuros, lo cual sería de destacarse en roles más importantes.

Los escenarios de Santo Loquasto, en su mayoría maderas oscuras que lograron ser opresivas la producción de Elijah Moshinsky que data del 2002 se vio como mezcla, es decir por un lado edificios medievales con vestuario del Risorgimento (período propio de Verdi) cambiando la ubicación a Inglaterra. Bertrand de Billy dirigió el reparto decididamente no italiano (Domingo fue el único solista que no pertenecía al bloque del Este en el escenario) en una lectura fogosa, desde la sorprendente obertura en adelante, con tempi rápido y deliciosa atención a la escritura Verdi. Una velada artística de primer nivel, en donde las voces brillaron y sus actuaciones dieron un final conmovedor a este título del genial compositor de Busetto un título que decididamente debería estar en repertorio en los Teatros liricos más asiduamente.

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