OPERA (Cobertura Internacional)»AIDA» en la Arena di Verona , o cuando la noche fue de una historica de la lirica y de una «Diva» en Italia como María José Siri…

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Aida en la Arena de Verona es el clásico de los clásicos, pero ningún trabajo es fácil de poner en el escenario. La clave debe alternarse entre la intimidad y el triunfalismo que prevalece en el drama general de las escenas. Esta producción convence ya que se hizo una reconstrucción de la original histórico de 1913, esto se debe a Gianfranco de Bosio, quien a los 92 años personalmente superviso todos los detalles que en todo momento creo sin confundirme momentos perfectos a los establecidos originalmente y añade otros. También la coreografía efectiva de Susanna Egri sirvió para el destaque los bailarines Alessia Gelmetti, Teresa Strisciulli, Amaya Ugarteche, Yevgeny Kurtsev y Antonio Russo.

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Desde el punto de vista musical fue un rendimiento lineal. En el podio Andrea Battistoni se convirtió en el protagonista de una dirección elegante y sin teatralidad, sonando demasiado pomposo, casi siempre chato con carencia de matices y con una orquesta que presento serios problemas en los metales sobre todo en el I acto.
En el papel de la sacerdotisa encontramos la excelente Elena Borin y en el papel del mensajero el veterano Antonello Ceron. Talento en el papel de Ramfis fue el caso Rafal Siwek y el Rey Ugo Guagliardo, quienes descollaron ampliamente en sus roles.
Carlos Almaguer, el Amonasro fue una voz que recorrió ampliamente todas las áreas y luego supo cómo crear un carácter de autoridad de estatura física, sino también con el gesto. Tiene el secreto de la canción de Verdi, que es el acento, por lo que las frases tales como “pensa che un popolo vinto, straziato” evocan la emoción que pretende Verdi.

Si existe en la Arena una histórica del canto este es el caso de Giovanna Casolla quien realizó Amneris de una manera suprema. No es ni una princesa de hielo o una niña mimada. Ella es una mujer madura, que inicialmente se sabe que no es correspondido por Radamés y luego vive una neurosis que se convierte en la autodestrucción, Amneris es por consiguiente una perdedora. El éxito de Casolla entonces es que dibuja una voz con diversos temperamentos, con un fiatto sin fin. La gran escena del cuarto acto del juicio es una verdadera sala de conferencias a la música. Una interpretación madura y emocionante.

Walter Fraccaro en el rol del militar egipcio, es sólidamente mostro su voz, lo cual sumado a registro agudo fue en parte un suplicio para el público que ha escucha más de una vez esta Opera del Mtro. de Busetto. Por otro lado, le faltó el encanto y la dulzura de héroe /novio, siendo monótona su interpretación.

Por último, Maria Jose Siri, la cantante del momento en Italia, demostró sus famosas cualidades vocales como su carácter escénico. La cantante uruguaya es la heredera de la gran Maria Chiara, que se convirtio en la favorita de la Arena con sólo este carácter. Vocalismo sugestivo, gran volumen con una técnica milagrosa en refinamiento. Por el lado interpretativo podemos hablar de método Stanislavsky … ya que ella posee la seguridad de tan famoso escenario, o mejor dicho del público italiano que la ama, por tanto, es ovacionada a cada momento de sus intervenciones.

En fin, una velada, de dos divas que lograron avasallar a un Radames que no pudo doblegarse a las voces de estas mujeres. Como última noche de cobertura del Festival de la Arena uno quería ver un tipo de producción así, clásica como kitsh pero que logra que se cuente la historia a la manera en que saca aplausos a cada cambio escénico, eso sí hubo caballos pero faltaron los elefantes, pero bien en otro año seguramente estarán.

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