La figura humana y su representación ha sido uno de los temas más atractivos para los artistas plásticos de todos los tiempos; y por supuesto sigue siéndolo para los creadores actuales. En sus distintos estilos de representación (académica, naturalista, neofigurativa, expresionista….), como tema excluyente, o incorporado a distintas temáticas, la vemos prácticamente en todo recorrido que hagamos a lo largo de la Historia del Arte. Los desnudos de Ingres, los retratos estilizados de Modigliani, las figuras formalmente complejas del Cubismo, sin olvidar a Degas y sus bailarinas, entre tantos y tantos ejemplos. La lista seria heterogénea e interminable.
Precisamente este tema es el excluyente en la exposición de la artista Noemí D’Angelo, que acaba de inaugurar en la Galería Palermo H su muestra con una treintena de obras de su última producción. Siempre fue un tema que le interesó a lo largo de su carrera, desde aquella primera exposición colectiva de 1974 en la sede central de la Alianza Francesa, o las exposiciones individuales en la Galería Christel K., galería emblemática (lamentablemente desaparecida) del circuito de Buenos Aires, que albergó a muchos jóvenes artistas que luego llevarían adelante interesantes carreras artísticas hasta la actualidad (mérito de su directora y también artista Christel Küker, quien supo reconocer talento y compromiso en aquellos jóvenes).
En la muestra que nos ocupa, titulada acertadamente “Personas y personajes”, D’Angelo nos muestra retratos individuales o grupales, figuras de cuerpo entero, desnudos… todos producto de su imaginación. La bidimensionalidad es absolutamente preponderante y el color se nos presenta aparentemente simple en la primera mirada, pero luego comienzan a percibirse transparencias y sutilezas cromáticas que enriquecen a las imágenes. Y en cuanto a esas imágenes (y esto es lo realmente atrayente para el espectador), los rostros toman una dimensión especial. La escasez de materia remite a la pintura del notable argentino Miguel Diomede, pero no es impedimento para darles una clara sensación de calma, de serenidad a esos personajes que no nos observan, son indiferentes a nuestra mirada, nunca se dirigen a nosotros…, pero no pasan desapercibidos en absoluto. Dos puntos centrales en ellos llaman nuestra atención: los ojos y los labios; allí sí el color toma total jerarquía. También aparece en algunas obras sutilmente el collage, integrado a la pintura.
Son de destacar (para quien esto escribe), por su particularidad dos obras. Un “retrato surrealista”, figura de espaldas, que además de su peculiar característica tiene un detalle microscópico que juega como un guiño para el espectador de mirada minuciosa. Otra, un “retrato grupal” que no deja de hacernos recordar a las obras del artista belga James Ensor, aunque sin la carga expresionista propia de ese creador.
Otras obras juegan con figuras pequeñas, sin detalles y de color uniforme, dentro de planos llenos de dinamismo, como si flotaran dentro de la inestabilidad del movimiento en las que están inmersas.
“Personas y Personajes”, exposición para tener en cuenta. Seguramente algunos de ellos acompañaran al espectador, como si se estuviera “tomando un café, escuchando Mozart, mirando personas y personajes que me rodean” (según las palabras de Roberto Gutiérrez en el catálogo de la muestra), “cuántos de ellos están allí… ¿sé algo de sus vidas?”. Ahí está el misterio…
