Matar a Mamá Autora: Laura Oliva. Directora: Paula Ransenberg. Intérpretes: Inés Estévez, Florencia Raggi y María Rosa Fugazot. Vestuario: Gustavo Alderete. Escenografía: Lula Rojo. Iluminación: Leandro Fretes. Sala: Teatro Politeama (Paraná 353). Funciones: viernes y sábados a las 20, domingos a las 19:30. Nuestra calificación: muy buena.
La comedia Matar a Mamá está actualmente en cartelera en el hermoso Teatro Politeama, un espacio que ha resurgido con fuerza y alegría en el panorama teatral. Escrita por la talentosa Laura Oliva, quien se destaca como bailarina, actriz, cantante y conductora, esta obra revela su más reciente faceta como dramaturga. Oliva ofrece una propuesta que irradia carisma y una especial maestría en la comedia, logrando captar la atención del público desde el primer momento.
La dirección, a cargo de la formidable Paula Ransenberg, eleva aún más la obra. Ransenberg, ha logrado imprimir su sello en cada escena, creando un ambiente donde la actuación de las protagonistas se siente auténtica y vibrante. Esta colaboración entre Oliva y Ransenberg es, sin duda, una fórmula ganadora que refleja sus ricas experiencias y un enfoque innovador en la comedia contemporánea.
Los personajes principales, Dolores y María, interpretadas por Florencia Raggi e Inés Estévez respectivamente, representan dos extremos de una misma familia: la hermana burguesa y acomodada frente a la bohemia y liberal. Esta dualidad inicial se desmorona a medida que la trama avanza, revelando las verdades ocultas y las vulnerabilidades de cada una, especialmente cuando su madre, en un giro inesperado, comienza a compartir sus opiniones y deseos más profundos.
La actuación del trío es un deleite para los sentidos. Inés Estévez, en el papel de María, brilla con luz propia, mostrando una gama emocional que va de la incredulidad a la ira en un momento culminante, capturando con maestría el conflicto interno de su personaje. Sus gestos y movimientos son magistrales, llenos de matices que enriquecen la comedia con toques de profundidad emocional.
Por su parte, Florencia Raggi, como Dolores, aporta una carga emocional cautivadora. Su interpretación es introspectiva y precisa, utilizando sutiles cambios en la expresión y el lenguaje corporal para transmitir la melancolía de su personaje. Juntas, crean un equilibrio perfecto que mantiene al espectador al borde de su asiento, riendo y reflexionando a partes iguales.
El personaje materno, magistralmente interpretado por María Rosa Fugazot, se convierte en el corazón de la obra. A través de su voz, que resuena en cada rincón del escenario, Fugazot transforma a la madre en un oráculo de humor negro, haciendo eco de verdades que todos preferimos ignorar. Su presencia, aunque inicialmente ausente físicamente, se hace sentir a lo largo de la obra, y cuando finalmente aparece, es como el clímax de una revelación que nos deja a todos boquiabiertos.
El guion de Oliva entrelaza diálogos agudos y situaciones hilarantes que exponen tanto las alegrías como las tensiones de la vida familiar contemporánea. La dirección de Ransenberg mantiene un ritmo ágil que permite a las actrices florecer mientras desentrañan la complejidad de sus personajes.
Matar a Mamá es mucho más que una simple comedia; es una exploración aguda de la autenticidad en una era dominada por las redes sociales. La obra nos hace reír, pero también nos invita a reflexionar sobre nuestras propias relaciones y la búsqueda de verdad en un mundo lleno de apariencias.