La Finta Giardiniera, ópera bufa en tres actos, K 196
Música de Wolfgang Amadeus Mozart
Elenco:
Verónica Cangemi, Darío Schmunck, Marina Silva, Florencia Machado, Santiago Ballerini, María Virginia Savastano, Fabián Veloz.
Regie, Iluminación, Escenografía, Vestuario :
Hugo de Ana.
Orquesta Estable del Teatro Colón
Director Musical: Mtro. Marcelo Ayub
Función del martes 14 de Diciembre, en
Teatro Colón
El 13 de enero de 1775, en Múnich, se estrenaba una ópera buffa donde la acción se situaba en un pueblecito cerca de Milán. No se sabe muy bien de quién era el texto; es posible que su autor fuera Giuseppe Petrosellini o uno de sus contemporáneos (se le atribuye presumiblemente a Ranieri de Calzabigi, conocido como libretista de Christoph Willibald Gluck). Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que W.A. Mozart escribió la música de esta obra en un nuevo estilo de canto sentimental, cuando sólo tenía 18 años. El compositor de Salzburgo, influido por las grandes discusiones intelectuales y de debate político de su época, compuso, con su magistral y sutil lenguaje musical y su encantador genio, una ópera donde se mezcla la comedia con la “tragedia”, dando acusaciones de asesinato, intrigas de palacio y enredos amorosos.
Sin duda, el 2021 y el Siglo de las Luces del siglo XVIII debería no interferir en la dramaturgia que nos plantea el célebre Hugo de Anna (regie/ escenografía/ vestuario/ iluminación/ video). El mencionado nos presenta una obra que a veces se transforma en incoherente, pero que, en verdad, esos choques de tiempos en la acción (incluso “bataclán) dan un marco de bufonada pasticcio en marco de neón y maping a un laberinto de pasiones en donde reina el caos, los desmayos y el desconcierto.
El Maestro Marcelo Ayub, con la Orquesta Estable del Colón, ha coordinado los esfuerzos de la regie en llevar viento en popa la partitura del Mozart juvenil. Una dirección impecable, con gran implicación emocional mostró la riqueza de detalles sonoros de los músicos, dentro de los cuales merita destacarse el concertino Freddy Varela el cual es de suma importancias sobre los recitativos de la obra.
En cuanto a los solistas, vale la pena destacar el aria nostálgica y suave, «Geme la tortorella», de Sandrina, acompañada por las delicadas cuerdas del cuidado conjunto instrumental, y cantada con la refinada expresividad de la soprano Verónica Cangemi. Darío Schmunck, mostró su vertiente más cómica, dando una presencia relevante a un peculiar personaje; el brillo de su voz sigue siendo uno de sus encantos. En cuanto a la mezzosoprano, Florencia Machado, demostró una vez más su gran talento artístico en la escena. La profundidad de sus graves, su capacidad de moverse libremente por el escenario y su expresividad en el papel de Ramiro, embellecieron, sin duda, su interpretación.
Maria Virginia Savastano, en el papel de Serpetta , recreó varios momentos deleitables, como también fueron muy placenteras las impresionantes arias cantadas por el barítono Fabián Veloz, un Nardo divertido y enamoradizo. El ímpetu de la ardiente e incisiva Arminda en la voz de Marina Silva, fue absolutamente brillante. La interpretación de Santiago Ballerini como el Conde Belfiore tuvo un enfoque interpretativo muy efectivo, sobre todo en su aria «Care pupille belle» o en el entrañable dúo del tercer acto «Dove mai son! ¿Tú mi lasci?». Un Ballerini de pura cepa que jerarquiza de manera notable el escenario del Teatro Colón.
En definitiva, a modo de recapitulación, este elenco de cantantes solventes, congregados por el liderazgo del Mtro. Marcelo Ayub, representaron a unos personajes que, ciertamente, les define una sola cosa: a pesar de sus locuras, todos ellos buscan el amor.