HAENDEL, a sus 300 años de nacimiento, HABLMOS DE SU ENFERMEDAD PARA ROMPER MITOS

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Georg Friedrich Händel es reconocido como uno de los más grandes genios de la música, incluso, en opinión de su compatriota Beethoven, quién afirmó en 1823 que «Händel es el más grande compositor que haya existido alguna vez», «descubriría mi cabeza y me arrodillaría en su tumba»1. Nacido en Halle, Alemania el 23 de febrero de 1685, hijo de un barbero-cirujano de 62 años y de la hija de un párroco de 32 años.

Luego de hacer música de iglesia en Halle, trabajó en Hamburgo y posterior a una estadía de casi 4 años en Italia, logró su desarrollo musical más exitoso en Londres, recibiendo la nacionalidad británica en 1727. El objetivo de este artículo es comentar la enfermedad que lo afectó por más de 20 años, desde 1737 a los 52 años, y le causó la muerte en 1759 a los 74 años.

La historia de la vida de Händel está llena de mitos. Existen patografías escritas por autores de distintas especialidades que sugieren que habría sufrido de una enfermedad psiquiátrica, como un trastorno bipolar que podría haber explicado su ingente producción musical (su obra en cantidad equivale a la obra de Bach y Beethoven juntas). También se ha propuesto que sufriera trastornos reumatológicos como artritis, pero otros han interpretado más correctamente los diversos episodios de «parálisis» sufridos por Händel como eventos vasculares cerebrales isquémicos.

La enfermedad. Las primeras evidencias de la enfermedad de Händel datan del 13 de abril de 1737 luego de haber completado la revisión de su primer Oratorio italiano, «El Triunfo del tiempo y la verdad». Periódicos londinenses señalaron el 30 de abril que «el Sr. Händel ha estado indispuesto desde hace poco tiempo con un reumatismo… «, después admitieron mayor seriedad al episodio: «el ingenioso Sr. Händel está muy indispuesto y es debido a un trastorno paralítico, al presente no logra usar su mano derecha, lo que si no recupera hará que el público se prive de sus finas composiciones»Lord Shaftesbury corroboró esta información en su libro «Recuerdos de Händel»: «gran fatiga y desgano asociados a una parálisis que ha afectado 4 dedos de su mano derecha lo han afectado, impidiéndole interpretar música, y en ocasiones este trastorno parece haber afectado también su intelecto» Acudió a baños termales en Aix-la-Chapelle en septiembre, por un periodo de 6 semanas. Regresó completamente recuperado en noviembre y siguió su prolífica producción con la ópera «Faromondo».

En abril de 1743, Charles Jennens, quien le proporcionó los libretos para los oratorios «El Mesías» y «Saúl», comunicó una repetición del ataque paralítico de Händel, afectando su lenguaje y «entendimiento». Sin embargo, ya recuperado en julio, compuso Dettingen Tedeum. El 13 de febrero de 1751, mientras escribía el acto segundo del oratorio «Jefta» refirió Händel la pérdida súbita de la visión de su ojo izquierdo. Se recuperó, sin embargo, parcialmente, para lograr terminar la obra en agosto.

El 17 de agosto de 1752 sufrió otro «ataque» cerebral que lo dejó sin visión, afectando su ojo derecho, según el periódico General Advertiser2. Fue operado por William Bromfield, cirujano del Príncipe de Gales, sin éxito. Antes había consultado con el Dr. Samuel Sharp del Guy’s Hospital quién diagnosticó una «gutta serena». Este término era usado para referirse a cualquier forma de ceguera sin signos externos de enfermedad.

Entre 1753 y 1757, se comunicó una muy leve recuperación del defecto visual. Logró componer algunas arias, según se informó en diciembre de 1757.

En este período presentó importante sintomatología depresiva, al verse tan incapacitado.

En agosto de 1758 fue operado nuevamente, pensando en aliviar una supuesta catarata, por el oftalmólogo itinerante John Taylor. Taylor, fue quien había operado previamente a Bach en Leipzig, sin éxito, causándole una infección iatrogénica que probablemente contribuyó a la muerte de Bach en julio de 1750.

A pesar de su defecto visual, la integridad intelectual de Händel no parece haberse visto afectada en gran medida en sus últimos años, porque logró componer algunos coros y arias del oratorio «Esther» en 1757, y supervisar la representación de sus oratorios en Londres, incluso hasta una semana antes de su muerte.Gran ayuda recibió de su amigo, discípulo y amanuense John Christopher Smith, quien apoyó a Händel en la transcripción de la música, ya que estaba imposibilitado de escribir.

El 11 de abril de 1759 condujo una última representación de «El Mesías» en el teatro Covent Garden.

Falleció el sábado 14 de abril en Londres, soltero y sin descendencia.

*Diagnóstico diferencial. En el análisis de los síntomas de Händel, es claro que presentó un cuadro recurrente con síntomas focales neurológicos, de aparición brusca, parcialmente reversibles en un inicio, con dificultad tanto motora como de lenguaje y visual. Es probable que la presencia de disartria o afasia haya sido considerada como «confusión» o problemas de «entendimiento». Toda esta sintomatología es explicable por una enfermedad cerebrovascular con lesiones isquémicas en el hemisferio izquierdo, ya que siempre las manifestaciones motoras fueron de la extremidad superior derecha, y afectando el territorio de la arteria cerebral media. La descripción de Lord Shaftesbury, que precisamente menciona un defecto que involucra sólo 4 dedos de su mano derecha. es importante, ya que un patrón clínico similar es producido por un pequeño infarto embólico cortical en el área de representación de la mano, como en la era actual ha sido demostrado gracias a la resonancia nuclear magnética, y que usualmente sigue un curso benigno. El defecto visual podría atribuirse a trombosis arteriales oculares, secundarias a fenómenos embólicos arterio-arteriales provenientes de una estenosis carotidea izquierda., y que puede ser precedido de amaurosis fugax. La pérdida de visión en ojo derecho podría plantearse que en realidad haya correspondido más bien a un defecto de campo visual secundaria a la lesión embólica cortical del hemisferio izquierdo.

La misma apariencia física de Händel, y que observamos en sus retratos, nos muestra a un hombre de contextura corpulenta, obeso, con el típico perfil de riesgo para patología cerebrovascular. Se sabe que ingería grandes cantidades de comida y era afín a vinos fortificados del Portugal como el Oporto y el vino de Madeira2. Händel tenía un temperamento fácilmente irritable, existen referencias a ataques de rabia e improperios aun en su rol de conductor de los conciertos y en la administración de sus presentaciones. Un día, tuvo una discusión con la soprano italiana más famosa del momento, Francesca Cuzzoni, quien no quiso interpretar la última aria de la ópera «Ottone», «falsa imagine» Händel le dijo: «Oh mi dama, sé bien que Ud. es un real demonio, pero le mostraré, que yo soy Belcebú, el rey de los demonios», Händel descontrolado, la levantó por la cintura e intentó arrojarla por la ventana.

Su madre, muerta a la edad de 79 años en 1732, se describe con un episodio similar de parálisis de hemicuerpo derecho y sin poder hablar un año antes de fallecer . Su abuela materna Dorotea Taust, también habría fallecido de un aparente «ataque cerebral».

Las manifestaciones depresivas no parecen estar en el contexto de una enfermedad maníaco-depresiva. Se inician tardíamente posterior a los episodios de «ataques» e impresionan ser reactivas a la incapacidad funcional provocada por estas crisis.

En suma, es factible que este genio musical, con un claro perfil de factores de riesgo vascular, haya tenido parálisis recurrentes de su extremidad superior derecha asociadas a disartria o afasia como resultado de un infarto embólico de la arteria cerebral media y que fue interpretado como confusión. Puede haber tenido una severa estenosis de su arteria carótida izquierda con un embolismo recurrente al hemisferio izquierdo y también haber sido el origen de infartos embólicos retinales.

Dr. Pablo Cesar Garcia Morales

Prof. Sergio Sosa Battaglia

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