«Gwen, el musical» no es solo una obra, es un tributo vibrante y conmovedor que captura la esencia de Gwen Verdon, una figura que no solo inspiró a Bob Fosse, sino que transformó la danza en Hollywood y Broadway. Con una narrativa magistral y un despliegue artístico deslumbrante, esta producción logra trazar un retrato afectuoso de una mujer que rompió barreras y redefinió paradigmas en el mundo del espectáculo.
Desde la dirección coreográfica de Juan Martin Delgado, que toma el lenguaje del movimiento como eje principal, hasta la escenografía de Giuliano Benedetti y el vestuario cuidado al detalle por Victoria Molotok, cada elemento técnico refuerza la atmósfera de un espectáculo que brilla con fuerza propia. Matías Pagliocca ilumina literalmente cada momento clave, mientras que la producción musical de Facundo Cicciu añade profundidad emocional al recorrido narrativo.

El reparto está magistralmente seleccionado para representar las distintas etapas de Gwen: Milagros Llanos da vida a la niña soñadora que encuentra su expresión en la danza clásica; Romina Foz encarna a la joven revolucionaria que desafía normas; y Virginia Kaufmann corona la narrativa como la adulta que transforma el género del musical con su fuerza y carisma. A su vez, Yerar Pérez interpreta a Bob Fosse, trazando con sutileza la relación compleja y apasionada entre ambos artistas.
La obra no solo rinde homenaje a los momentos icónicos de Verdon en Broadway —desde su inolvidable Lola en Damn Yankees hasta su transformación en Roxie Hart en Chicago—, sino que también explora sus desafíos personales y profesionales, en un tiempo donde las bailarinas eran vistas como meras intérpretes de fondo. Gwen luchó por demostrar que podía ser actriz, bailarina y creadora en partes iguales, y este musical amplifica su legado con una energía arrolladora.
El elenco de bailarines, que incluye a Andrés Rosso, Leonardo Robaglio, Nahuel Silva y otros talentos destacados, aporta un nivel técnico y expresivo que deja al público sin aliento. Las coreografías, cuidadosamente ejecutadas, logran transmitir historias complejas sin necesidad de palabras, un aspecto que Delgado destaca como el núcleo de su visión artística.
Momentos para recordar: el encuentro entre las tres «Gwen» en escena, una alegoría visual de cómo los sueños, las luchas y los logros de una vida convergen en un mismo espacio. Esta dinámica no solo es innovadora, sino que logra conectar con el espectador a un nivel profundamente emocional.
Un desafío bien logrado: Producir un musical de esta envergadura en el contexto argentino es prueba de que con dedicación y una visión clara, es posible superar cualquier obstáculo. Cada elemento de «Gwen» refleja paciencia, pasión y un amor genuino por la historia que busca contar.
Una recomendación imperdible: «Gwen, el musical» es mucho más que un espectáculo, es una experiencia sensorial que combina danza, humor y sensibilidad de manera sublime. Para quienes buscan dejarse emocionar por el poder del movimiento, esta obra es un viaje mágico que no se puede dejar pasar. Verla es sumergirse en un mundo donde los sueños se convierten en arte, y donde Gwen Verdon sigue brillando con la misma intensidad que en su época dorada.