El Lago de los Cisnes, en el Teatro Colón con dos étoiles para el recuerdo: Marianela Nuñez – Kimin Kim

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El Lago de los Cisnes

Música de Piotr Ilich Tchaikovsky

Coreografía
Mario Galizzi

Dirección musical  
Carlos Calleja

Escenografía
Christian Prego

Vestuario
Aníbal Lápiz

Iluminación
Rubén Conde

Ballet Estable del Teatro Colón
Dirección: Mario Galizzi

Orquesta Estable del Teatro Colón

Primeros Bailarines Invitados 
Marianela Núñez (Royal Ballet de Londres)
Kimin Kim (Teatro Mariinsky)

Lev Ivanov y Marius Petipa rescataron la obra maestra de Tchaikovski tras su fracaso en el Bolshói de Moscú en 1877. La obra había sufrido la incomprensión del público y de la crítica musical, quienes calificaron la partitura de «ruidosa y wagneriana», así como también la de los propios bailarines. En 1895, dos años después de la muerte del compositor, los legendarios creadores de ‘El Cascanueces’ no solo elaboraron una coreografía completamente nueva (en sustitución de la de Julius Reisinger), sino que introdujeron un matiz esencial: una sola bailarina encarnaría al cisne blanco y al negro, la vulnerable Odette y la malvada Odile. Además, el príncipe Sigfrido ya no traiciona a su amada, sino que es víctima, como ella, del hechizo del villano Rothbart. En el desenlace, los jóvenes escogen el suicidio como expiación. Con todos esos cambios, el título conquistó el Mariinski de San Petersburgo.

Hoy en día, ‘El lago de los cisnes’ se considera una de las cumbres de la danza, el origen de la era dorada de los Teatros Imperiales, y su partitura es quizá la más conocida de todo el género. Hemos oído cientos de veces su tema principal, el lamento de oboe al inicio del segundo acto (en publicidad, en películas como ‘Billy Elliot’ o ‘Cisne negro’…), pero también otros números memorables como la danza de los pequeños cisnes o el Adagio del tercero, con un estelar solo de violín.

La historia del ballet sigue a un príncipe que se enamora de una bella princesa transformada en cisne por un hechizo. En este caso, con la reposición de la coreografía de Mario Galizzi, se encuentra una versión apartada de la tradicional de Petipa /Levanov, la cual se halla recortada en extensión presentándose en dos actos en vez de la originaria de cuatro. Los mayores cortes a la extensión se presentan en la partitura de Tchaikovsky en los momentos coreográficos de la fiesta en palacio, lo cual produce un «legato» musical sin atacar el oído del público y también se fusionan los cambios de cuadro.

Fotografía gentileza : Maximo Parpagnoli – Prensa Teatro Colón

En cuanto a las interpretaciones de los bailarines, Marianela Nuñez está en su momento de gloria, en esa madurez diamantina para una bailarina segura y precisa como ella. Su interpretación del personaje principal, Odette/Odile, es delicada y emotiva, logrando transmitir la tristeza y vulnerabilidad de Odette, así como la malicia y seducción de Odile. Además, su trabajo en la sincronización con el resto del cuerpo de baile fue impecable.

Kimin Kim como príncipe fue de alto impacto, con un arabesco magnífico y un dominio del espacio que lo hizo destacar como un auténtico líder. Su actuación también transmitió una sensación de ingenuidad, la cual se adaptó perfectamente al personaje que debía casarse y reinar. El encuentro del príncipe con el cisne fue el momento culminante de la obra, cargado de emotividad y magia.

Fotografía gentileza : Maximo Parpagnoli – Prensa Teatro Colón

Otro de los talentos que se destacó en la noche fue el bufón interpretado por Jiva Velázquez, quien se ganó al público con sus saltos y caídas precisas como también por su comicidad. Aunque en general el cuerpo estable tuvo un desempeño aceptable, hubo algunos momentos en los que la inseguridad de algunos de los comprimarios se hizo notar, lo que generó un ligero desequilibrio en el conjunto.

La orquesta, dirigida por el maestro Carlos Callejas, tuvo algunos problemas con los tempos, y en ocasiones los metales entraron en disonancia (segundo acto – cuadro de palacio), mientras que las cuerdas lo hicieron en el primer acto. Sin embargo, estos detalles no impidieron que la noche se convirtiera en una velada de dos etoiles, gracias a la excelencia en técnica y capacidad de expresión de Marianela Nuñez y Kimin Kim.

En resumen, la presentación de «El Lago de los Cisnes» en el Teatro Colón fue una experiencia mágica, gracias al talento y habilidad de los bailarines invitados. Aunque hubo algunos contratiempos en la parte del cuerpo estable y la orquesta, la noche fue memorable y dejó al público con un gran sabor de boca.

Reseña
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