El niño y los sortilegios
Texto: Colette
Música: Maurice Ravel
Ballet contemporáneo del Teatro San Martín
Coreografía: Oscar Araiz
Reposición coreográfica: Andrea Chinetti, Miguel Ángel Elías
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REPARTO:
Niño Alexis Mirenda o Lautaro Dolz
Sillón y Poltrona Boris Pereyra, Matías De Cruz o Rubén Rodríguez, Damián Saban
Reloj de pared Matías Santander o Leandro Bustos
Tetera y Taza China Federico Amprino, Melisa Buchelli o Matías Iaconniani, Flavia Di Lorenzo
Fuego Daniela López o Carolina Capriati
Ceniza Boris Pereyra o Matías de Cruz
Pastores Fiorella Federico, Darcio Gonçalez o Agostina Scarafia, Darío Calabi
Princesa Agostina Scarafia o Constanza Agüero
Sombra Rubén Rodríguez o Boris Pereyra
Aritmética Benjamín Parada o Leandro Bustos
Gato y Gata Adriel Ballatore Crosa, Eva Prediger o Dario Calabi, Andrea Pollini
Árboles y murciélagos Rubén Rodríguez, Boris Pereyra, Matías De Cruz o Adriel Ballatore, Federico Amprino, Matías Iaconniani
Árbol herido Federico Amprino o Damián Saban
Libélulas Carolina Capriatti, Constanza Agüero, Eliana Picallo o Eva Prediger, Fiorella Federico, Daniela López
Rana Flavia Di Lorenzo o Silvina Pérez
Ardilla Michael Requena o Rodrigo Etelechea
Mamá Damián Saban, Leandro Bustos o Michael Requena, Matías Santander
Asistencia de vestuario Cristina Tavano
Asistencia de escenografía Juan Selva
Realización Mapping Nahuel Sauza (+OTROS)
Escenografía y Mapping Romina Del Prete
Iluminación Roberto Traferri
Vestuario Renata Schussheim
Duración: 43 minutos
Vacaciones de invierno funciones martes a domingos 15:30hs
Opinión
«No tengo ganas de hacer mis deberes
Tengo ganas de ir a pasear
Tengo ganas de comerme todas las galletitas
Tengo ganas de tirarle la cola al gato
y de cortar la de la ardilla
Tengo ganas de poner a mamá en penitencia»
En épocas de vacaciones la variedad de la calle Corrientes se llena de princesas, peluches y raso rosa y dorado. Pero entre este ramillete encontramos la muy culta propuesta del Centro Cultural San Martín y su ballet contemporáneo.
Mezcla de ballet y ópera, denominado fantasía lírica, posee el marco musical y visual para ser un espectáculo atractivo para niños y adultos.
La propuesta se llena de personajes infantiles, la música (de una belleza poco común para las rupturas del siglo XX) con el texto se potencian para mantenernos atentos a la trama y los personajes.
Si bien la paleta elegida en la escenografía y las proyecciones es bastante neutra, busca poner el acento en el vestuario de Renata Schussheim y dar una impronta onírica, con la comodidad que exige un ballet y el atractivo visual de la trama.
Los bailarines deleitaron a la platea, con excelente técnica de ballet, coordinación e histrionismo. La coreografía de Oscar Araiz se va entrelazando y en líneas generales se entiende el relato y las situaciones. Delicada por momentos, con pinceladas de ballet neoclásico y marcada actitud hacia lo actoral, está muy bien ensayada y afiatada en la compañía.
Un pequeño subtitulado (el texto está en el programa de mano) no vendría mal para no dejar pasar algunos pliegues de la trama, en especial los toques poéticos o fantásticos o hasta moralistas y filosóficos que escapan a las simples situaciones de la historia.
Para cambiar de la banalidad de príncipes y princesas, la opción de lujo de la calle Corrientes.