Rossini y las «Arias de Helado»: Un genio de la escritura vocal…

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En la historia de la música, pocos compositores han alcanzado la maestría y versatilidad de Gioachino Rossini. Este prodigioso músico, conocido como el «Cisne de Pésaro», dejó un legado incomparable en el mundo de la ópera. Su habilidad para crear piezas asombrosamente hermosas y desafiantemente complejas para brillantes virtuosos, así como para dar vida a melodías que encantaban al público, incluso en ausencia de habilidades vocales sobresalientes, lo consagró como un destacado maestro de la escritura vocal.

Una de las curiosidades menos conocidas de Rossini es su incursión en las «Arias de Helado». En esa época, estas eran melodías que los compositores escribían para los cantantes secundarios mientras se servían helados y bebidas en los puestos y cajas durante las representaciones. Sin embargo, debido al bullicio del público, ocupado con sus refrigerios, conversaciones y el tintineo de las cucharas, las voces de estos cantantes desafortunados se ahogaban en el ruido ambiente.

Un caso destacado de esta práctica se encuentra en la ópera prácticamente olvidada «Ciro en Babilonia», específicamente en el aria «Chi disprezza gl’infelici», conocida como el «aria de helado».

La historia detrás de esta aria es tan fascinante como conmovedora. Rossini se enfrentó al desafío de componer para una cantante secundaria cuya apariencia era extremadamente desfavorable, lo que distraía la atención del público. Además, su habilidad vocal dejaba mucho que desear, pero la reemplazarla era impensable, ya que eso equivaldría a una muerte segura para su carrera.

Con ingenio y compasión, el maestro Rossini encontró una solución extraordinaria. Durante los ensayos, descubrió que la cantante solo podía tocar una sola nota correctamente en el arpa: un si bemol de primera octava. Inspirado, escribió un aria en la que ella debía interpretar solo esta nota, dejando el resto en manos de la orquesta. Lo que en principio podría haber sido un desastre se convirtió en una obra maestra singular.

La noche del estreno, la cantante subió al escenario, segura de que su participación sería ignorada como de costumbre. Pero lo que siguió fue asombroso. El público quedó encantado por la singularidad de la interpretación. La combinación del talento de la orquesta y la voz singularmente entonada de la cantante resultó en una experiencia conmovedora y única.

«¡Nunca había tenido tanto éxito!», exclamó la cantante, sorprendida después de la actuación. Rossini sonrió con satisfacción y respondió cortésmente: «Creo con mucho gusto».

La genialidad de Rossini en la escritura vocal va más allá de sus logros con los virtuosos y las estrellas del canto. También encontró la manera de elevar a aquellos cantantes menos privilegiados, brindándoles un espacio en el escenario y creando obras que destacaban sus singularidades.

Hoy en día, aunque las «Arias de Helado» han quedado en el olvido y las prácticas de la ópera han evolucionado, el legado de Rossini como un maestro compasivo y genial de la escritura vocal perdura. Su capacidad para tocar las fibras más íntimas del alma con sus composiciones sigue asombrando y deleitando a audiencias de todo el mundo, demostrando que el arte verdadero trasciende las limitaciones y celebra la diversidad.

Argene’s aria sung by Sophie Daneman. Ciro in Babilonia (1812), opera by Gioaccino Rossini

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