La opereta, a menudo considerada como una forma artística «difícil», ha experimentado un renacimiento sorprendente en la escena teatral contemporánea. A pesar de los desafíos característicos de este género, no podemos ignorar el éxito arrollador de producciones emblemáticas como «Los Miserables» y «El Fantasma de la Ópera». Durante mucho tiempo, la tradición austro-alemana luchó con su legado de obras aparentemente intrincadas, en parte debido a su explotación por el régimen nazi. Sin embargo, el tiempo, como una melodía ha sanado estas heridas, y ahora uno ve un resurgimiento vigoroso de estas piezas en la Komische Oper de Berlín.
A más de 30 años de la caída del Muro de Berlín y la reunificación de Alemania, uno observa un renacimiento cultural sin precedentes en la compañía de la Komische de la capital alemana. Barrie Kosky, con su visión artística, y Adam Benzwi, con su dirección musical audazmente ingeniosa, han revitalizado el teatro musical. El libro de Julius Brammer y Alfred Grünwald es sorprendentemente inteligente navegando con destreza entre la obscenidad y la conmovedora sinceridad, lo cual salva a la obra de caer en el kitsch.
La partitura de Oscar Straus, a menudo subestimada, se adapta perfectamente al libreto, saltando entre estilos con facilidad. Straus aprovecha todas las oportunidades para sorprender al público, incluyendo giros inesperados, como un canto repentino en una balada falsamente egipcia.
Dagmar Manzel, en el papel principal de Cleopatra, es de alto impacto. Su voz, que abarca desde un excelente registro en su zona alta como asi tambien un centro oscuro con amplio caracter, lo cual se ajusta perfectamente a los desafíos cómicos y líricos de la obra. Manzel encarna a Cleopatra con la misma autoridad y astucia que Marlene Dietrich en sus días en Berlín. Además de su destreza vocal, Manzel domina los diálogos cómicos y versos con una precisión devastadora.
El elenco se completa con actuaciones notables, incluyendo a David Arnsperger como Silvius, Talya Lieberman como Charmian, Johannes Dunz como Beladonis y Peter Renz como Kophra. Todos contribuyen al éxito de la producción.
El coro, con sus referencias a los cabarets de Josephine Baker, agrega un toque de sensualidad al espectáculo. La coreografía de Otto Pichler es enérgica y diversa, complementando perfectamente la partitura variada de Straus. La escenografía de Rufus Didwiszus y el lujoso vestuario de Victoria Behr son un festín para los ojos el cual evoca el glamour de épocas pasadas.
En resumen, la producción de ‘Las Perlas de Cleopatra’ en la Komische Oper de Berlín es un renacimiento triunfal de la opereta, una experiencia teatral que cautiva los sentidos y emociona al público. Es un recordatorio de que el poder sexual puede pertenecer a las mujeres, un mensaje relevante en la sociedad actual.