OPERA: «TURANDOT» de G. Puccini, en una nueva propuesta por JUVENTUS LYRICA donde su carácter monumental no apareció…

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TURANDOT de Giacomo Puccini

Dirección musical: Antonio Maria Russo
Dirección escénica: Ana D’Anna

Turandot: Cintia Velázquez
Calaf: Marcelo Gómez
Liù: Laura Polverini
Timur: Carlos Esquivel
Ping: Hernán Vuga
Pong: Maico Hsiao
Pang: Josué Miranda
Altoum: Norberto Lara
Mandarín:Felipe Cudina Begovic

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CORO
Director: Antonio Maria Russo
Director asistente: Pablo Manzanelli

Si en una representación de Turandot no hay brillo en «In questa Reggia» y «Nessum dorma», es como el que tiene hambre y le dan solamente agua. Pues esta versión plantea una experiencia trunca con la obra póstuma de Puccini.

Muchos la encuentran simple, vacía, carente de fuerza teatral y «gran guiñolesca», poco creíble y además mal terminada. En mi caso, siento que es una ópera de permanente evolución al escalofrío. Su abrumador final del segundo acto con el apunte del «Nessum dorma», tal vez la mejor aria de tenor por derrumbarse y estremecer a un teatro o llevar a la gloria a una producción; como asimismo la escena de la Liu es de las que musicalmente me hacen sacar el reclinatorio ante la lagrima.

Su protagonista que da nombre al título de la obra fué Cintia Velazquez, la cual comenzó con el aria temible que todos esperan, sin tiempo para calentar su voz. Problemas de afinación y algunas notas agudas caladas se sumo a la propuesta de no ser actoralmente gélida como agresiva princesa, sus marcaciones escénicas la transformaron en un personaje débil ,lo cual fue contrastante con su gran aria “IN QUESTA REGIA” , aún así Velazquez, tuvo frases y momentos espléndidos, pero precisamente porque no siempre se mantuvo en este nivel, fue un protagónico desparejo en su desarrollo.

Marcelo Gomez , negado actor o dicho de otro modo tenor de clásica escuela, con un físico voluminoso y tan sólo capaz de hacer otra cosa, aparte de cantar bien (que no es poco), que entrar y salir del escenario. Tuvo serios problemas en rematar la perla de la ópera (“Nessum Dorma”) demostrar su agudo, que ya nos lo había demostrado al final del segundo acto con un «Ti voglio tutta ardente de amor», pero claro un problema de respiración le provoco precipitarse en la mencionada, por tanto estrangular y cortar el vinceró, de ahí una velada que no le permitió un lucimiento correcto. Su primera parte comenzó con la afinación un tanto dudosa, pero poco a poco se fue imponiendo, sintiéndoselo que estaba bastante seguro no obvió ninguna con una fraseo claro, por eso que me ha sabido mal que el aria no lo haya terminado como se esperaba.

Laura Polverini ha sido la triunfadora de la noche. Su voz a pleno corría en emisión con claridad y brillo, su emisión de pianísimos fue notable. Lo que ha hecho en «Perche un dì nella reggia, me ha sorriso» ha sido de excelencia. Tanto el aria del primer acto, como sobre todo las dos partes del aria del tercer acto, fueron ampliamente de manual en calidad vocal.

Carlos Esquivel hace un Timur sólido, un rol que no le representa ningún problema y que se lo nota seguro en todo su desarrollo. Los tres ministros, muy al estilo de la comedia del arte, fue desparejo en su visión de terceto; sin duda el que mostro de mejor manera su potencial fue el Ping de Hernan Vuga , pero ni Maico Hsiao , ni Josué Miranda , tuvieron muy buena proyección vocal.

El Mtro. Antonio Maria Russo ha ido a la suya el cual dirigió y concertó la presente versión. No digo que el sonido haya sido feo, NO, pero que la orquesta y el coro, en el primer acto, iban totalmente descompasados, SI. También digo que el volumen y el exceso de espectacularidad sonora lo han emborrachado de tal manera que el centro musical de los roles femeninos se ha forzado al extremo, llegando más de una vez al grito. Hacer una obra monumental, en partitura como es esta, con una orquesta reducida no permite los brillos orquestales que uno está acostumbrado en esta partitura. Por tanto, en más de un momento de su desarrollo, se sintió anodina y a tempo lento, faltándole el espíritu monumental en sus grandes finales.

El marco que se presentó a la China Imperial, fue geométrico, Ana D’Ana, eligió sobre una estructura estática, resumir la acción a dos planos, lo cual en un escenario con escaza profundidad y no de gran boca, cumplió, pero careció de carácter monumental. Uno comprende las lecturas, pero lo extraño fue la toma del rol de Turandot, en un mismo plano que el del Principe Ignoto desde el primer enigma en” In questa Reggia”. No se vislumbró en ningún momento a un princesa lejana del plano común como así tampoco enigmática, sino que se vio a un ser que desde su aparición desciende al pueblo y a su “enamorado”.

Los climas logrados con la iluminación realizados por GONZALO CÓRDOVA fue a nivel escénica lo más notorio, por lo correcto en formación de climas.

En resumen, una versión de Turandot contradictoria, que trato de ser monumental, pero que no pudo llegar al destaque.

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