Interpretes: La Ferni, Luchi De Gyldenfeldt. Piano: Anton Goncalves. Vestuario: vedette. Maquillaje: Debbra Torcuato. Teatro Payro (Auditorium ). Nuestra calificación: Muy bueno.
El universo de la ópera se ha caracterizado por ser un espacio donde las convenciones y tradiciones han predominado durante siglos. Sin embargo, en un mundo que avanza hacia la pluralidad y la inclusión, nuevas propuestas surgen para cuestionar esos límites rígidos, como es el caso de la obra Ópera Queer, que pone sobre el escenario no solo un repertorio musical amplio, sino una reflexión profunda sobre las identidades de género y la aceptación de la diversidad.
Los nombres de Luchi y Ferni Glyndefelt resuenan con fuerza en la escena local, dos artistas cuya interpretación musical se ha transformado en un acto de desafío a las normas tradicionales de la ópera. Parte del movimiento LGBTQ+, en el cual ambas se presentan como exponentes de una nueva ola de artistas que buscan no solo reivindicar su lugar en el ámbito artístico, sino también hacer un llamado a la inclusión. Ópera Queer se convierte en un acto performático donde la música se entrelaza con la política y la emoción, desafiando los límites del género con una propuesta que busca mover las fibras del espectador y llevarlo a cuestionar el concepto de lo «normativo».
La historia queer en la ópera
Aunque el término «queer» como lo entendemos hoy tiene raíces relativamente recientes, la ópera ha sido históricamente un terreno fértil para la subversión de normas de género, aunque de manera más sutil y, en muchos casos, más conservadora. Desde los castrati en la Italia barroca, que a través de su voz femenina idealizada cuestionaban las nociones de lo masculino y lo femenino, hasta los papeles de travestis y la interpretación de personajes de género ambiguo, la ópera se ha visto marcada por una constante transgresión de los límites de género. Estos personajes, como el Orfeo de Gluck o los papeles de mujer interpretados por hombres en la ópera clásica, muestran cómo la ópera ha jugado con los estereotipos de género desde sus inicios, a menudo sin cuestionar las estructuras de poder que subyacen a estos roles.
Fue solo en el siglo XX, con el auge de los movimientos de liberación sexual y el activismo LGBTQ+, que la ópera comenzó a ser repensada bajo una óptica más explícitamente queer. Obras como Porgy and Bess de Gershwin o las composiciones de Benjamin Britten reflejaron temas de identidad, sexualidad y amor más allá de las normas heteronormativas, aunque no siempre de manera directa. Fue en las últimas décadas cuando el término ópera queer comenzó a definirse con mayor claridad, transformando la ópera de un espacio rígido y excluyente a uno de reflexión inclusiva sobre la diversidad sexual y de género. Así, las propuestas de artistas como Luchi y Ferni Glyndefelt continúan esta tradición, llevando la ópera hacia nuevas fronteras de identidad y expresión.
La propuesta de Luchi y Ferni Glyndefelt
El término «Ópera Queer», por sí solo, puede generar resistencia en ciertos círculos, pero el espectáculo de las Glyndefelt demuestra que la verdadera función del arte es precisamente desafiar las estructuras preexistentes. Al conjugar la música clásica con la reinterpretación de arias y fragmentos de óperas, junto a piezas populares y de cámara, Luchi y Ferni demuestran que el arte no tiene fronteras, ni en género ni en estilo. Las voces de ambas se convierten en una declaración de principios: la ópera es un espacio para todas las voces, independientemente de su identidad sexual o de género.
El espectáculo no se limita a la interpretación vocal, sino que se hace teatral y visual. Con el acompañamiento de una pianista, las dos artistas no solo cantan, sino que invitan al público a un viaje a través de la historia de la música, resaltando la vulnerabilidad y la fortaleza humana en cada nota, en cada gesto. La propuesta no busca imponer una visión de mundo, sino generar un espacio de reflexión y, sobre todo, de aceptación.
Lo notable de Ópera Queer es la manera en que Luchi y Ferni, con su ternura y carisma, transforman una sala de teatro en un refugio donde el juicio y la crítica no tienen cabida. La interacción constante con el público durante casi dos horas convierte a cada función en una experiencia única. Al mezclar la lírica con la comicidad, el drama con la ternura, las Glyndefelt muestran que la ópera puede ser un medio flexible para expresar una pluralidad de voces y emociones, sin necesidad de que éstas encajen en categorías preconcebidas.
Quizá lo más sobresaliente de la propuesta de Ópera Queer es cómo las artistas logran construir una narrativa visual y auditiva que no es ni un manifiesto ni una denuncia, sino una invitación a la empatía. No se trata solo de cuestionar el binarismo de género en la historia de la música, sino de proponer nuevas lecturas que son profundamente humanas. A través de su acto de inclusión, Luchi y Ferni dejan claro que el arte no se limita a un espacio elitista o clasista, sino que es una herramienta poderosa para visibilizar y abrazar la diferencia.
El espectáculo es una obra que desafía las convenciones del «gusto», sin caer en el choque o la confrontación. Luchi y Ferni no buscan crear disonancias, sino armonías. Y lo logran, al menos en el plano simbólico, puesto que logran que la magia del arte lírico se nutra de una pluralidad de voces y significados. Más allá de cualquier calificativo sobre su identidad o su estilo, Ópera Queer es un acto artístico que toca el alma, que reivindica a través de la ternura lo que la sociedad aún no termina de comprender: la unidad es un acto de aceptación, y la inclusión se construye con actos de generosidad, no de imposición.
Si bien este tipo de propuestas pueden generar opiniones polarizadas, lo cierto es que la obra de Luchi y Ferni Glyndefelt es una de esas que debe ser vista sin preconceptos, para entender lo que está en juego: la capacidad del arte para tocar sin distinción, para emocionar sin barreras. Ópera Queer es, sin duda, un espectáculo para recomendar, un acto de inclusión que celebra lo humano en su diversidad más genuina.