miércoles, 8 de octubre de 2025
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OPERA: «JULIO CESAR de HEANDEL», el cual llegó en avión desde el barroco sin escalas…

LECTURA RECOMENDADA

Julio Cesar, Giulio Cesare in Egitto Opera de Georg F. Heandel (1724)

Teatro Colón

Temporada 2017

Dirección musical: Martin Haselbok

Dirección de escena: Pablo Maritano

Diseño escenografía e iluminación: Enrique Boldoni

Diseño de Vestuario: Sofía Di Nunzio

Coreografía: Carlos Trunsky

Orquesta y coro del Teatro Colón

“y quién no esté libre de excesos, que tire la primera…nota?”

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Nuestra Calificación: Voces 4 Battaglia’s / Puesta en escena 2 Battaglia’s

Opera barroca en el Teatro Colón, con puesta de Pablo Maritano, aquí no se escatimó en gastos y detalles, coreografías, armas y uniformes militares (ah, les encantan, infaltables), cambios de escenografías, bailarines y figurantes. Todo exacerbado y fiel al estilo pomposo y rebuscado del espíritu de la época. Un «more and more» que por momentos parecía subestimar al público y querer evitar el aburrimiento.

Pecó, tal vez, de irreverente y no en el sentido político sino en el literal. Tantos cambios y rotaciones se superponían a las exquisitas arias de la ópera; los cantantes no solo lidiaban con arneses, cambios de vestuario y escenografías (la gran pirámide mezcla de ojo que todo lo ve y un homenaje a Blade Runner era escandalosamente ruidosa), posturas extrañas y coreografías de baile, boxeo o spinning…

Así y todo lo sublime de la música (sublime haciendo referencia a la idea de la presencia de un acto superador que nos conmueve el alma) llegó a la platea, subió por los palcos y acarició el fresco de la sala para emocionarnos.

El vestuario no impactó, la mezcla de culturas y épocas no favoreció al exotismo buscado y las caracterizaciones y maquillajes tampoco llegaron a la vista, si eran egipcios algunos no se notaba.

La orquesta sonó pareja y en estilo. La batuta de Martin Haselbock se compenetraba con el escenario dando una clase de magistral de comunión entre la escena y la música. El clave, un instrumento fundamental en el acompañamiento, se lució ayudando a darle color a los recitativos.

Franco Fagioli fue un Giulio Cesare impactante y seguro. Se mostró relajado en escena al calor de las coloraturas endemoniadas de la partitura. A mi gusto, cargó demasiado los graves, sonaba contratenor por momentos y barítono en otros (función del martes 13 de junio). Fuera de ese detalle realmente deslumbró al público ( no se trata de eso la ópera?)

Amanda Majeski fue otra clave del disfrute de la noche. Con un timbre aterciopelado y envolvente en todo el registro sumó soltura y gracia al personaje, lleno de sensualidad y pasiones.

Jake Arditi fue un correcto Sesto, en lo vocal e histriónicamente.

Adriana Mastrangelo se lució en su interpretación de Cornelia, un rol con muchos pliegues vocales y actorales pero le hizo frente a las exigencias, destacándose junto a las demás figuras.

Tolomeo fue Flavio Olivier, que en lo personal ya me había fascinado en “Escrito en la piel”(“Written on skin” Benjamin/Crimp) en la puesta del Teatro Argentino de La Plata (2016). Un hombre que sabe sumar todos sus talentos y no se guarda nada para después. Siempre seductor compensa una voz que particularment no descolla e con un trabajo físico formidable en escena.

Achila fue interpretado por Hernán Iturralde, un personaje que le queda bien a su fisic du rol y que no le llevó mayores complicaciones.

Curio fue Mariano Gladic y Nireno Martín Oro, ambos de parejo rendimiento vocal aprovecharon estos personajes de soporte para lucirse actoralmente en cada una de sus apariciones.

Presenciamos pues un aporte al estilo barroco-contemporáneo, una mezcla extraña de Heandel, documental de Gadafi y capítulo de las Kardashian, y bueno asi esta nuestro Teatro Colón sin medias tintas, listo para disfrutarse musicalmente y sorprender visualmente guste o no…

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