Los Mosqueteros del Rey» de Manuel González Gil, nuevamente dirigida por su autor,interpretada por Nicolás Cabré, Jorge Suárez (reemplazado por Cesar Bordón), Nicolás Scarpino, Fredy Villarreal – Teatro Roxi – RadioCity (de Jueves a Domingo). Nuestra calificación: muy bueno
Si alguna vez te preguntaste cómo sería un cruce entre una novela de Dumas y una sitcom argentina de bajo presupuesto, «Los Mosqueteros del Rey» es tu respuesta. La obra es un desastre coreografiado con tal precisión que resulta imposible decidir si los errores son reales o si los actores son genios interpretativos escondidos detrás de una máscara de incompetencia. Spoiler: son genios, aunque el caos es tan convincente que llegás a dudar.
El elenco –César Bordón, Nicolás Scarpino, Nicolás Cabré y Fredy Villareal– parece haber sido contratado no para interpretar mosqueteros, sino para probar cuánto puede reírse un público antes de que se le salten las lágrimas. Bordón, en el papel de Athos, da una clase magistral de «me largaron en esta obra y todavía estoy aprendiendo de qué va». Scarpino, por otro lado, no actúa: se desarma y se vuelve a armar en cada escena, cual payaso poseído. Villareal es un torbellino de energía que no deja títere con cabeza (ni espada en su sitio), mientras que Cabré ofrece un enigma actoral: nunca sabés si es el más serio o el más perdido del grupo.

Una Trama para Perderse y Reírse
La obra dice basarse en «Los Tres Mosqueteros», pero la relación con la novela de Dumas es más bien como la de un primo lejano al que ves solo en reuniones familiares. En lugar de espadachines heroicos, tenemos a cuatro actores que se enfrentan a sus propios egos, inseguridades y falta de coordinación. Lo maravilloso es que todo esto está hecho a propósito. O eso queremos creer.
El público no tarda en darse cuenta de que el guion es solo una excusa para desatar un caos meticulosamente diseñado. Los tropiezos, los olvidos y las peleas entre personajes no son fallos: son el corazón mismo de esta comedia. Es como si hubieran decidido que el mejor homenaje a la novela original era demostrar que, incluso en las peores circunstancias, la camaradería puede triunfar. O al menos, hacernos reír hasta doler.
Los Mosqueteros del Humor
El verdadero milagro de esta obra es cómo transforma lo que podría ser un desastre en un triunfo absoluto. Los actores logran que cada error –real o fingido– parezca parte de un plan maestro. La comedia física, los lapsus exagerados y los diálogos deliberadamente desastrosos son un espectáculo en sí mismos. Es como ver a un grupo de acróbatas que fingen caerse solo para aterrizar con estilo.
Villareal es el rey del caos, un experto en convertir hasta el gesto más mínimo en un ataque de risa. Scarpino, con su histrionismo grotesco, se roba cada escena, mientras Cabré y Bordón demuestran que incluso la confusión puede tener carisma. Es como si el lema «Todos para uno, y uno para todos» se aplicara aquí a los chistes: todos contribuyen al mismo disparate, y el disparate les devuelve el favor.
Un Espectáculo de Risas Necesarias
«Los Mosqueteros del Rey» es más que una obra: es una terapia de grupo para aprender a reírse del fracaso. Entre las repeticiones de gags que bordean lo excesivo y las situaciones que parecen sacadas de un circo improvisado, hay algo profundamente entrañable. La obra no pretende ser perfecta, y esa honestidad es parte de su encanto.
Recomendada para quienes disfrutan del humor descarado, del teatro que no se toma a sí mismo en serio y de ver a un grupo de actores pasándola tan bien que el público no puede evitar unirse al delirio. Alejandro Dumas, desde el más allá, probablemente esté pensando: Esto no es lo que escribí, pero sí lo que necesitaba.
En resumen, «Los Mosqueteros del Rey» demuestra que el caos bien ejecutado es un arte, y que reírse de los errores –propios y ajenos– es una de las mayores alegrías que el teatro puede ofrecer.