LOS CUENTOS DE HOFFMANN de Offenbach, APOSTILLAS DE FUNCIÓN- CLÁSICA DEL SUR TEMPORADA 2018

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Cuando, en 1873, Jacques Offenbach comenzó a escribir su última letra sobre un libreto de Barbier et Carré, libremente adaptado de los cuentos de ETA Hoffmann, no sabía cuán mítico era. De hecho, los misterios que rodean los Cuentos de Hoffmann y su paternidad contribuyen a ello y proceden de la sorpresa, porque esta ópera compuesta por el franco-prusiano en el ocaso de su vida permaneció inacabada. Habiéndose reelaborado algunas partes, otras habiendo sido confiadas a emuladores, el trabajo finalmente no tiene una sola puntuación, sino una multitud de versiones, como muchas hipótesis potenciales para el espectador. Programar este trabajo es, por tanto, cada vez un gesto artístico creativo.

En el espectáculo propuesto por la Compañía Clásica del Sur se eligió una escenografía dinámica que alterna bufonería en una decoración de apariencia burguesa, sencilla e ingeniosa, cuya atmósfera cambia a discreción de la iluminación de acuerdo con sus diferentes actos . En un tema típico del gusto romántico por la fantasía, el héroe evoca, a través de tres historias distintas, sus increíbles problemas de amor. Los diversos protagonistas de esta creación formaron una etapa vocal muy correcta, un coro que se lucio ampliamente en el cuadro veneciano y una orquesta que hábilmente pudo resolver una partitura tan compleja bajo la dirección del Mtro. Cesar Tello.
Un elenco extenso, que conforman a puro esfuerzo la mencionada Compañía, supo aportar la esencia y el espíritu de Offenbach. Un cast que entre claro y oscuros supo alcanzar momentos notables dentro de la extensa obra. El tenor Francisco Morales, fue un correcto Hoffman, quien fue en superandose hacia los últimos actos.
El barítono Lucas Miño, tuvo a su cargo uno de los roles mas difíciles de la lirica francesa, es decir hacer tres de los cuatro villanos de la ópera (Lindorff/Coppelius/Miracle), joven voz de amplia oscuridad vocal, un papel de gran intérprete que necesita aflatar en sus roles independientemente a través del decir en el idioma francés-
Nicklausse de Laura Aranda, fue muy bien interpretado, sabiendo salir airosa para la complejidad del rol.

Las tres mujeres solistas fueron un increscendo en cuerdas como en interpretación. La soprano Verónica Canelón, fue una Olympia (muñeca) hábil en sus coloraturas y adornos en el aria “Les oiseaux dans la charmille”, probablemente sin sentido alguno fueron en cambio sus marcaciones escénicas – entra a escena caminando como si fuese una persona del brazo de Spelanzani no habiendo diferencia alguna como autómata. Cintia Velazquez , fue una notoria Giulietta en el cuadro veneciano, su amplia voz como su seguridad lleno la sala de manera bella junto a Esteban Miotto (Dapertutto) quien mostro su seguridad en plantear el villano de manera cinica y cruel, su fraseo como sus movimientos dieron uno de los mejores momentos vocales de la función vista. El acto de Antonia en casa de Crespel, tuvo un notorio desarrollo escénico, como vocal; la soprano Cecynes Peralta supo utilizar muy bien sus pianísimos y la madre en la voz Miryam Casanova fueron rotundamente emocionantes. El director escénico fue Gabriel Villalba, que dentro del poco espacio escénico, pudo en diferentes momentos lograr la magia en la interpretacion intimista de la escena.
En resumen, una gran opera, difícil de llevar a escena tanto por su montaje escénico, como por las dificultades vocales que presenta a parte de la utilización de una gran orquesta, pero en este caso Clásica del Sur, supo presentar una versión ampliamente decorosa de tan importante titulo de la lírica francesa.

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