LA NOCHE DE NAVIDAD, Rimsky-Korsakov revive con fulgor en Frankfurt

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En una versión plagada de estrellas, el genio musical de Rimsky-Korsakov cobra vida en una representación deslumbrante, donde el director Christof Loy demuestra su maestría al evitar tanto la superficialidad como el cinismo en su montaje. En un marco escénico tan blanco como la nieve invernal, salpicado de luces que destellan como estrellas fugaces, Johannes Leiacker creó un escenario digno de los cuentos más mágicos, mientras que el vestuario contemporáneo de Ursula Renzenbrink transporta al público a la corte de Catalina la Grande con una explosión de color.

El humor impregna cada escena, especialmente en momentos vodevilescos donde los pretendientes de Solocha se esconden uno tras otro en sacos. Aunque la coreografía de Klevis Elmazaj brilla más como complemento que como protagonista, la iluminación de Olaf Winter añadía una calidez celestial al cántico de Nochebuena que cierra el tercer acto.

Bajo la batuta de Sebastian Weigle, la rica escritura orquestal de Rimsky-Korsakov cobra vida con exquisito detalle, manteniendo el ritmo de la representación con precisión y corrigiendo cualquier desajuste ocasional entre foso y escena. El elenco, una fusión de talentos del Este y de la compañía de Frankfurt, ofree interpretaciones memorables, desde el timbre terso y el lirismo ardiente de Georgy Vasiliev como Wakula hasta la Solocha irresistible de Enkelejda Shkoza, que deslumbró con su suculento registro de pecho.

En el emotivo coro final, todos los personajes se unen bajo el retrato de Gógol, rindiendo homenaje al genio del poeta en una celebración que resonará en la memoria del público por mucho tiempo.

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