Lo clásico no tiene que ser antiguo, sí tradicional
HELLO, DOLLY
Libro: Michael Stewart
Música y Letras: Jerry Herman
Versión: Fernando Masllorens y Federico González del Pino
Elenco:
Lucía Galán, Antonio Grimau, Darío Lopilato, Agustín Sullivan, Laura Azcurra – Ángeles Díaz Colodrero – Natalia Mouras – Tali Lubi – Karina Barda – Eluney Zalazar – Sol Giulietti – Flavia Pereda – Verónica Pacenza – Matias Acosta – Ezequiel Carrone – Marcelo Amante – Pedro Frías – Pablo García – Santiago Almaraz – Juan Martín Delgado – Andrés Rosso – Diego Martín – Martín Mena Mauger
Coreografía: Elizabeth De Chaperouge
Diseño de Escenografía (Para la puesta original de México): Adrián Martínez Fausto y Emilio Zurita
Diseño de Vestuario (Para la puesta original de México): Estela Fagoaga
Adaptación de canciones: Marcelo Kotliar
Preparación vocal y coral: Damián Mahler
Asistente de Dirección: Hernán Kuttel
Producción Ejecutiva: Federico Brunetti
Dirección Musical: Ángel Mahler
Thorton Wilder, fue ganador del premio Pulitzer en 1928, 1938 y 1942 por su novela The bridge of San Luis Rey, y sus obras de teatro Our town y The skin of our teeth.
En 1955 Tyrone Gutrie convenció a Wilder para que retomase la obra de teatro “The merchant of Yonkers” y centrase la acción en torno a Dolly, el personaje femenino en vez de en el mercader que daba título a la obra y así salió una nueva versión titulada The matchmaker (La casamentera), que fue muy bien recibida por el público que la mantuvo en cartel 486 representaciones, interpretando a la protagonista Dolly Levi la actriz Ruth Gordon, inolvidable como la misteriosa vecina de Mia Farrow en la película “La semilla del diablo” (Rosemary’s baby) de Roman Polanski.
El éxito de la obra teatral animó a hacer de ella un musical y así nació “Hello Dolly” a la que le puso música y letras el famoso compositor Jerry Herman. El musical fue para la actriz Ethel Merman, pero lo rechazó y se le ofreció a Mary Martin, que tampoco quiso hacerlo, recayendo finalmente el papel en Carol Channing, que consiguió crear el personaje por el cual es recordada siempre.
La puesta en castellano no se hizo esperar y 1967 marca la primera vez que la famosa casamentera de Yonkers, New York habla español y es Libertad Lamarque, figura cimera del cine y la canción quien da vida a la famosa casamentera en el Teatro Odeón de Buenos Aires. Fue tal el éxito que Manolo Fábregas la produce en México (1968), con doña Liber en el titular y el actor colombiano José Gálvez como Horacio Vandergelder.
Seguirían luego producciones en Argentina con Nati Mistral y en el 2001 en España se produce el estreno con la célebre Concha Velasco.
La historia del aclamado musical no es complicada: se trata de lo que sucede cuando una fuerza irresistible (Dolly) se encuentra con un objeto inamovible (Horace Vandergelder, el medio millonario miserable y sin amigos con el que se propone casarse) en Yonkers, hacia 1890.
Su coqueteo y cortejo, si se puede llamar así, no es solo antagónico, es francamente hostil. El chauvinista Horacio (Antonio Grimau) preferiría acurrucarse en una caja registradora a estar con una mujer de carne y hueso. Quiere una esposa que sea frágil, «empolvada «, pero feliz de ser ingeniosa y arreglar alegremente las tuberías de la casa. Dolly, con la fuerza de un torbellino, irrumpe en sus afectos, desenterrando a un hombre mejor y amante del placer.
Entre explosiones de temperamento, Grimau hace todo lo posible para que el cambio de actitud de Horacio sea convincente. A menudo es divertido, especialmente cuando se defiende de los avances de Ernestina, ante un susto bochornoso para este personaje de “society”. Mientras tanto, Lucía Galán trabaja arduamente para hacer atractiva su interpretación de Dolly. La cual sería como un cálido abrazo, que nos conquista.
El festival nostálgico del compositor Jerry Herman es grande, temerario y obvio, siempre al borde de la sacarina. La puesta en escena de Emilio Zulueta y Adrián Martínez Fausto ofrece una sacudida brillante de la luz, construyendo cuidadosamente la buena voluntad de la audiencia con sus bonitas y a veces llamativas imágenes escénicas.
Elizabeth Chapeaurouge da dominio de los bailarines de excelencia, sobre todo en la famosa escena de la entrada de Dolly como así también en «mirando la vida pasar» (desfile).
La dirección musical de Angel Mahler, es brillante como agil en todo momento.
Quiero decir también que la presente versión, se halla reducida en texto, lo cual resta tiempo en sus clásicas tres horas de duración, pero que acá llega solamente a dos, lo cual da mayor fluidez al espectáculo
En definitiva HELLO DOLLY, tiene la sensación de una producción teatral de hace medio siglo, sin embargo, las actuaciones y los temas son todo menos rancios. Genera el tipo de magia que solo el teatro en vivo puede crear, y deja a toda la audiencia pendiente en cada momento.
