EL JUEGO DEL AMOR en CONCIERTO DE DIANA DAMRAU – JONAS KAUFMANN : Cancionero Italiano de H: Wolf

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Festival de Salzburgo Por Sergio Sosa Battaglia (cobertura internacional)

HUGO WOLF Italienisches Liederbuch

Interpretes

Diana Damrau, Sopran
Jonas Kaufmann, Tenor
Helmut Deutsch, Piano

El star system tiene sus ventajas. El reclamo del tenor más deseado del mundo y una de las mejores sopranos lírico-ligeras del momento hizo que la elite mundial estuviese en el Grosses Festspielhaus de Salzburgo, el cual se hallaba a tope para un monográfico Wolf que, en otras circunstancias, no habría atraído ni la mitad del aforo. Hay que agradecer, por tanto, a Diana Damrau y Jonas Kaufmann que facilitaran a muchos melómanos el descubrimiento de esta joya que es el Italienisches Liederbuch [Cancionero italiano], recopilación de 46 piezas basadas en poemas anónimos traducidos al alemán, la mayoría miniaturas que apenas superan el minuto de duración.

Damrau y Kaufmann reordenaron los dos volúmenes de la colección para crear una pequeña dramaturgia alrededor de cuatro bloques, reforzada con discretos cambios de color en el vestuario (los chales de la soprano, los pañuelos del tenor). El cortejo, las disputas y la reconciliación, la plenitud de los sentimientos, la sombra de la muerte, y la desenvoltura juguetona de las relaciones amorosas fueron las etapas de un periplo que los dos intérpretes subrayaron menudo con una marcada teatralidad de los gestos. ¿Excesiva en algunos momentos? Quizás sí, pero la desventaja fue, en una sala de dimensiones poco propicias para la distancia corta que pide el lied, facilitar la entrada del espectador al mundo del compositor. En todo caso, la gestualidad nunca se interpuso con el rigor con el que ambos intérpretes abordan el género.

Con repertorios operísticos dispares, Damrau y Kaufmann habrán coincidido poco a escena, pero la sintonía que demostraron en la Grosses fue absoluta,. Varios indicios -estossecs, algunas notas ronques- hacían pensar que Kaufmann estaba resfriado, pero no dejó que esto afectara la riqueza expresiva de su canto. Así, después de la furiosa Verschling der Abgrund Mein Liebsten Hütte de Damrau, ¿quién no cedería ante la melosa Nun lass unos Frieden Schliessende Kaufmann? El tercer bloque, el más exitoso (y menos histriónico), estuvo presidido por una unción inefable antes de un tramo final lleno de picardía. Tan protagonista como las dos estrellas fue el piano rico en colores y acentos de Helmut Deutsch, excepcional en todo momento por la capacidad para crear en pocos segundos la atmósfera idónea. Un Liederabend para recordar.

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