Esta película mexicana sirve como un deber de recuerdo para estos 41 hombres que fueron humillados, deportados o encarcelados tanto como un recordatorio sobre la condición de los homosexuales, en determinadas épocas y en determinados países. Lamentablemente, todavía puede hacer eco en muchos lugares hoy en día. Por tanto, hay un lado necesario para la adaptación de esta noticia. “El baile de los 41” muestra que la presión y las normas sociales pueden ser terribles para ciertas categorías de personas, especialmente aquellas con diferentes preferencias sexuales. Pero lejos de ser un alegato a favor de la homosexualidad o un panfleto contra la homofobia, esta obra sigue siendo fáctica y deja que el espectador juzgue por sí mismo con la presentación de este hecho poco conocido que bien merecía una película. La moralidad y sus ramificaciones están en el centro de atención aquí y el personaje principal tendrá muchos dilemas para elegir entre la razón y la pasión, limitado por la corrección política de la época. “El baile de los 41” es breve y agradable de ver. Su director supo toma llevar bien el pulso de esta historia siguiendo al personaje central Don Ignacio De La Torre – yerno del Presidente mejicano Porfirio Diaz – el cual será capaz de llevarnos al detrás de escena de esta terrible historia. Desde el peso político hasta la presión marcial pasando por la evanescencia de este club gay secreto, la película no entra en detalles, pero supera los temas y cautiva con diálogos agudos e inteligentes. Quizás la película hubiera tenido aún más impacto y poder al buscar más roles secundarios y contexto, pero este lado conciso no es desagradable. Pero lo que más apreciamos de «El baile…» es su estética elegante y atrevida cuyo cielo estalla durante el famoso baile, ejemplo de una puesta en escena inspirada, original como barroca. La reconstrucción, desde los decorados hasta el vestuario, es opulenta y del mejor efecto, su puesta en escena se adapta perfectamente a la historia. David Pablos su director es un esteta por lo cual la calidad en sus imágenes es indiscutible. En fin, una buena pequeña sorpresa, interesante y cuya frustración y la emoción que emerge son meritorias y memorables.
