domingo, 5 de octubre de 2025
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EDUARDO e CRISTINA, Rossini, estreno desde el Festival de Pesaro 2023 (crítica y video de la función)

LECTURA RECOMENDADA

Rossini Opera Festival

Jader BignaminiDirección

Stefano PodaDirección de escena, Diseño de escena, Diseño de vestuario, Diseño de iluminación, Coreografía

Orchestra Sinfonica Nazionale della Rai

Coro del Teatro Ventidio Basso

Paolo Giani, Dirección de escena

Enea ScalaCarloAnastasia BartoliCristina

Daniela BarcellonaEduardoGrigory ShkarupaGiacomo

Matteo RomaAtlei

En el mundo de la música clásica, existe una reverencia casi religiosa por las partituras que se consideran sagradas e inmutables, como si resultan creaciones intocables de un maestro divino. Sin embargo, tales exageraciones no se encuentran cabida en el caso de Gioacchino Rossini, un compositor conocido por su enfoque más pragmático y poco convencional. Uno de los ejemplos más notables de esta actitud es su ópera «Eduardo e Cristina», compuesta en 1819 bajo condiciones apremiantes para Venecia. En este caso, Rossini recurrió a la música de sus propias óperas napolitanas, como «Adelaide di Borgogna», «Ermione», «Ricciardo e Zoraide» y «Mosé in Egitto», que había compuesto poco antes.

En cuanto a la autenticidad de la partitura de «Eduardo e Cristina», es un enigma en sí mismo. No existe un autógrafo de la partitura, y algunos argumentan que podría ser una recopilación de obras recién compuestas por Rossini, así como copias realizadas por sus colaboradores a partir de obras ya existentes. Esta incertidumbre en torno a su origen ha llevado a considerarla más como un «pasticcio», una combinación de piezas modulares reutilizadas, en lugar de una obra completamente original. Aunque este rumor no impidió el éxito inicial de su estreno, ha planteado desafíos a su resurgimiento en tiempos modernos.

A pesar de sus orígenes poco convencionales, «Eduardo e Cristina» ha demostrado ser una obra musicalmente cautivadora en su reevaluación. Rossini demuestra su maestría al incorporar préstamos de sus propias composiciones con tal confianza que parecen nuevas y fluidas.

La trama de «Eduardo e Cristina» puede parecer distante en tiempo y contexto para el público actual, centrada en un matrimonio secreto y las luchas familiares en el contexto de la sociedad del siglo XIX. Sin embargo, el poderoso conflicto emocional que surge del triángulo amoroso sigue siendo universalmente conmovedor. La figura del rey sueco Karl (Carlo), un padre obstinado que busca controlar incluso los aspectos más íntimos de la vida de su hija, resuena en nuestra comprensión de las dinámicas de poder y relaciones familiares.

En cuanto a la interpretación escénica de «Eduardo e Cristina», el director italiano Stefano Poda adopta un enfoque que va más allá de la psicología de los personajes. Basándose en la música objetivante de Rossini, Poda crear una instalación abstracta que se asemeja a una exhibición de arte contemporáneo. La escenografía presenta fragmentos dispersos de artefactos culturales, creando una sensación de un campo de batalla de reliquias. Las vestimentas de los personajes, alternando entre blanco y negro para marcar polaridades, añaden un simbolismo visual.

Sin embargo, a pesar de la originalidad y la estética atractiva de esta dirección, la implementación a lo largo de las tres horas de la ópera resulta insuficiente para mantener a la audiencia completamente inmersa. Convertir a los personajes en elementos de una instalación más allá de sus roles individuales no logra capturar plenamente sus destinos, motivaciones y emociones.

La dirección musical a cargo de Jader Bignamini, si bien ofrece momentos dramáticos y expresivos, no siempre logra la fluidez y la plenitud que la música de Rossini requiere. El coro del Teatro Venditio Basso, bajo la dirección de Giovanni Farina, aporta solidez .

Entre los solistas, el tenor Enea Scala destaca por su seguridad en el papel de Carlo, aunque su estilo vocal es más robusto que virtuoso, lo que podría no ser del todo acorde con las expectativas del repertorio rossiniano. La mezzosoprano Daniela Barcellona, ​​como Eduardo, muestra una gracia y una agilidad impresionantes, aunque su tono ligero podría sorprender a quienes esperan una voz más completa. La soprano Anastasia Bartoli, en su debut en Pesaro como Cristina, impresiona con su voz de acero y una virtuosidad destacada.

En resumen, «Eduardo e Cristina» de Rossini desafiaba las convenciones y las expectativas de la ópera clásica. Aunque su origen y naturaleza han sido objeto de debate, su música se alza como una mezcla intrigante de elementos familiares y nuevos. La interpretación escénica de Poda ofrece una perspectiva fresca, aunque quizás no logre conectar plenamente con las emociones y los matices de los personajes. La dirección musical y las actuaciones individuales aportan momentos brillantes, pero también presentan desafíos. En última instancia, «Eduardo e Cristina» es un recordatorio de la innovación y la audacia de Rossini en la creación operística.

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