Corría el año 1995, se reponía en el Teatro Colón la opera de Donizetti «La Favorita», un elenco del momento Ramón Vargas, Gloria Scalchi, Dmitri Hvorostovsky, Ricardo Yost, bajo la dirección del Dtor. Maurizio Arena. Muy bien en mi memoria quedó cuando irrumpió en escena el cantante siberiano con la altivez del rey Don Alfonso, la sala quedo espectral cuando emitió su voz, aplaudiendo ampliamente sus intervenciones, lo cual significó que se terminase hablando de dicha versión sobre su refinamiento como por su seguridad en su centro vocal y como en un squilo totalmente avasallente. Las mujeres recuerdo quedaban seducidas por su escena, en todos los tiempos de la lirica siempre han habido los grandes “modelos escénicos”, pues Hvorostovsky fue sin duda uno de ellos y en Colón pues, bien lo demostró.
Pasaron dos años y en la Temporada 1997, regresa en uno de los roles claves de su carrera «Eugenio Onegin» , sus compañeros de funciones fueron de lujo: Lucila Ramos Mañé, Adrianne PIeczonka, Marcela Pichot, Alejandra Malvino, Vladimir Galouzine, Luis María Bragato, Giannantonio Verlato. Omar Brandan, Fernando Chalabe, Mario Solomonoffy Roberto Cassinelli. Su Oneguin se transformo en real sobre el escenario lo cual en su voz dejo un personaje frágil, romántico y apasionado que como en el caso de los Werther de Kraus, los Otello de Domingo por nombrar otros contemporáneos suyos quedan en el recuerdo de los espectadores en la “Catedral de la Música” . Nunca más regreso a nuestro primer Coliseo lamentablemente, y fue así que uno lo pudo volver a ver tanto en la ROH (Faust -Gounod)como en el MET desde Ballo in maschera, La Traviata, Trovatore, etc.en donde se convertia en el centro de cualquier versión operística que se diese
Una apoteosis final sirve de coro celestial en donde los cherubines le estarán cantando sus alabanzas, hasta siempre Maestro .
