Ver en la gran sala de concierto un Wagner RIng, con escenografía intimista, tecnología de punta, y sobre todo excelsas voces , uno se lo preguntaba. Pues mis estimados lectores si es posible, el Rheingold fue la homogeneidad tanto por la excelencia general de los cantante sino a su vez por la conducción del célebre director húngaro Ádám Fischer el cual nunca dejo un anota sin cerrar en este comienzo de jornada wagneriana .
Convenció plenamente el joven Wotan en apariencia, pero maduro en sus convicciones de Jhoan Reuter , una voz de bello color oscuro y dedicada a un fraseo de gran nobleza, la cual se pudo abrir a a momentos de impetuosidad que se encuentran entre las características intrínsecas del joven Señor de los Dioses.
Más profundo, tanto desde el punto de vista vocal como desde el de la caracterización, fue Fricka de Atala Schöck., majestuosa en sus acentos y plenamente consciente de su papel. La voz se dobla dúctil a la palabra y, gracias a una línea de canto esculpida, encuentra una sorprendente variedad de colores.
El Alberich de Péter Kálmán nos embrujó desesperadamente y en la búsqueda constante de la redención, se dedicó a la búsqueda de un poder que siempre se le negará. La voz corre sobre un hombre declamado que nunca sacrifica el canto, ayudando a dibujar un personaje que termina convirtiéndose en una especie de trágico antihéroe. El
Mime de Gerhard Siegel es extraordinario, esboza un antagonista de Nibelungo para el hermano más poderoso, a quien él orgullosamente sostiene su cabeza y que cede sin doblarse.
Correcta fue Erika Gál , la suntuosa Erda en el registro de la tumba y, al mismo tiempo, una suavidad que, especialmente en las notas centrales, adquiere un encanto de belleza alienante. Probablemente uno esperaba una voz que emergiera en oscuridad, y no que fuese una emisión brillante pero sin el carácter suficiente de una Erda.
El sarcástico y desencantado Loge de Christian Franz , supo encontrar acentos burlones también en el canto, pero en mi caso y es mi opinión,me resulto un tanto absurdo sus marcaciones quasi «saltimbanqui».
Walter Fink se confirma como un excelente Fafner, a cuyo peso vocal se le agrega una caracterización efectiva que lo hace codicioso y temeroso al mismo tiempo.
También el arrogante Fasolt eclosionó en Gâbor Bretz , impresionante tanto desde el punto de vista vocal como en lo físico.
Lilla Horti le da voz y cuerpo a una Freia de gran dignidad lejos de cualquier languidez, mientras que Zsolt Haja es un Donner con una voz quizás un poco clara pero convincente en general.
Froh de Christoph Strtehl es pálido , blanqueado en los centros y abrumado por la orquesta.
Los tres Rheintochters se comportan bien, a saber, Eszter Wierdl , Woglinde, Gabriella Fodor , Wellgunde y Zsófia Kálnay , Flosshilde seguro en el canto como hermoso y sensual en la escena.
La orquesta bajo la dirección del Mtro. Ádám Fischer, fue de un vuelo y respeto al genio de Richard Wagner, que merece toda la admiración. Suavidad y emoción , vehemencia y climas atrapantes nos supo dar el celebre Director húngaro.
El ámbito escénico de opera concierto – pero tan bien actuada que sumada a los recursos tecnológicos del presente nos dio agilidad , como el ingresar al mundo de la mitología y del drama wagneriano sin ningún tipo de problema, su creador Hartmurt Schörghofer y la regie tambien del Mtro. Ádám Fischer.